Los padres se preocupan de cómo educar a sus hijos, los profesionales intentan averiguar cuáles son las competencias que deben adquirir, y las empresas se apresuran a clarificar cuál es el tipo de talento que han de incorporar. De todas las ocupaciones en la vida de cualquier ser humano saber qué es lo que hay […]
Dirigentes Digital
| 04 sep 2017
Los padres se preocupan de cómo educar a sus hijos, los profesionales intentan averiguar cuáles son las competencias que deben adquirir, y las empresas se apresuran a clarificar cuál es el tipo de talento que han de incorporar. De todas las ocupaciones en la vida de cualquier ser humano saber qué es lo que hay que saber es una de las más importantes. Sin duda. Por eso quizá sea bueno recordarnos que lo único que sigue siendo tan relevante como siempre son las ideas. Tan simple. Tan claro. Tan importante. Y que, con independencia de los esfuerzos que se hagan en otros sentidos, debemos intentar luchar por preservar esa rara y preciosa habilidad del ser humano que es la de generar pensamiento nuevo. La única que será siempre imprescindible. Sin embargo, mientras la primera acción que realicemos en busca de una idea sea preguntarle a Google, podemos estar seguros de que estamos moviéndonos en la dirección equivocada. Fenómenos como los memes o los DJ´s ponen en evidencia que se puede ganar fama y dinero remezclando lo que otros han creado. Un hecho que no deja de ser inquietante, porque si todos nos dedicamos a copiar, la pregunta ineludible es quiénes serán entonces los que alumbrarán nuevas perspectivas para que la sociedad siga progresando. Más aún cuando los algoritmos predictivos parecen estar forzando una regresión al infinito en la que hay cada vez menos opciones de salirse del rebaño. Y mucho más aún cuando diferentes versiones del plagio, más o menos intencionado o grave, se multiplican y extienden como una plaga en las aulas universitarias y no universitarias, tanto que algunas autoridades académicas ya no saben qué hacer para cortar de raíz este fenómeno. Algunos entusiastas del conocimiento gratuito olvidan lo esencial, y es que siempre será imprescindible la existencia de mentes peculiares capaces de engendrar ideas diferentes e inesperadas. Porque, desde el fanfiction hasta la Wikipedia, pasando por Airbnb, se comprueba de una manera clara que cualquier ejemplo de la nueva cultura o economía colaborativa siempre ha necesitado una fuente original a la que sumar esfuerzos. Ya se haya tratado de un nuevo personaje, de una nueva enciclopedia o de un nuevo modelo de negocio. Sin embargo, generar una página web a partir de una plantilla, dotar de efecto retro a una fotografía, o escoger un look entre los que se muestran en los blogs de moda no son, precisamente, ejemplos del tipo de creatividad que hará avanzar nuestra sociedad y preservará nuestra forma de vida. Como tampoco lo es ver algo mínimamente llamativo en las redes sociales y traspasarlo de unas a otras, como si de vasos comunicantes se tratara. Todos usamos los mismos medios y las mismas apps, compramos las mismas marcas y vemos las mismas películas. Así visto, da la impresión de que, paradójicamente, la sociedad está siendo uniformada precisamente en la era en la que, más que nunca, cualquiera dispone de los medios para declarar ante el mundo su mayor verdad y su identidad singular. La única habilidad que seguirá siendo imprescindible en las próximas décadas es la de engendrar ideas. Las personas adoran lo fresco, lo nuevo y lo original, y eso seguirá siendo así siempre. Por eso el liderazgo del futuro se basará de manera inequívoca en la capacidad de generar pensamiento nuevo. Por eso, la habilidad que las organizaciones nunca dejarán de demandar es la de proponer ideas interesantes y disruptivas. Y, por eso, el mayor esfuerzo que, como sociedad, debemos hacer, es promover espacios e iniciativas para que las nuevas generaciones desarrollen la única capacidad que será siempre imprescindible: la de crear.. Jesús Alcoba Director La Salle International Graduate School of Business