La discrepancia está tanto en la duración de la crisis cuanto en los valores que podrá alcanzar el barril. Las previsiones más conservadores pautan alrededor de 50 dólares, mientras que las "catastróficas" trabajan con la hipótesis de menos de 30, estimándose períodos que van de uno a cinco años para salir de la crisis. Oscilaciones […]
Dirigentes Digital
| 04 mar 2015
La discrepancia está tanto en la duración de la crisis cuanto en los valores que podrá alcanzar el barril. Las previsiones más conservadores pautan alrededor de 50 dólares, mientras que las "catastróficas" trabajan con la hipótesis de menos de 30, estimándose períodos que van de uno a cinco años para salir de la crisis.
Oscilaciones
A mediados de enero, el Bank of America Merril Lynch había previsto un barril de Brent (Londres) de 31 dólares para fines de marzo y de 32 para el WTI (Nueva York), estimando que el promedio de 2015 sería de 50 y 52 dólares, respectivamente. Ya para el año próximo, el banco planteó que los promedios de ambos reducirían su distancia, ubicándose en 57 el primero y en 58 el segundo.
Tras analizar el comportamiento reciente de los precios y la coyuntura, el CEO de British Petroleum, Bob Dudley, vaticinó a inicios de febrero que el barril se mantendría por debajo de los 60 dólares durante los próximos tres años, según Bloomberg.
En tanto, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, auguró una extensa duración de la crisis. "La baja de precios va a durar varios años", dijo a inicios de febrero en Bogotá, Colombia, durante un evento de tendencias económicas para 2015. En la ocasión, Moreno estimó que el barril se ubicará por debajo del promedio de los 100 dólares.
Goldman Sachs ha diseñado un escenario en el que, durante los próximos cinco años, el barril no superará los 70 dólares. En tales condiciones, la principal consecuencia será la cancelación de proyectos de exploración por un valor de 1,7 billones de dólares.
A pesar de la diversidad de precios pronosticados, hay cierta coincidencia en estimar que la tendencia a la baja se mantendrá durante todo 2015 y que no volverá a haber un barril de 100 dólares tampoco en 2016.
Los países latinoamericanos más afectados son los productores Venezuela, México, Colombia y Brasil, que han debido de ajustarse a un cuadro de emergencia de duración imprevisible.
Venezuela
En plena turbulencia interna, marcada por el desabastecimiento de productos básicos, la caída de precios ha impactado de lleno en la economía de Venezuela, donde el 90% de las exportaciones son de crudo y los ingresos por tal concepto llegan al 24% de su PIB.
A mediados de febrero, el país centroamericano hizo un pedido de crudo Urales a sus socios de Rusia, que le debe llegar a fines de marzo. La estatal Pdvsa ya había comprado ese petróleo en noviembre del año pasado. Después de lanzar la oferta pública para la nueva adquisición, ministros venezolanos viajaron a Moscú con homólogos de Ecuador para coordinar acciones en un escenario de persistencia de la baja de precios.
La misión sigue al encuentro que el presidente Nicolás Maduro había mantenido a inicios de año con Vladimir Putin sobre el mismo tema. A la depreciación de su principal fuente de ingresos se le suma la insatisfacción social frente a la escasez de alimentos y remedios, una inflación del 64% y una devaluación implementada a través de la reciente regulación cambiaria.
México
Un tercio de la economía mexicana se alimenta de los recursos que le aporta el petróleo. Las exportaciones de crudo mexicano cayeron 27% en el último cuatrienio a causa, entre otros motivos, de la reducción de compras por parte de Estados Unidos. El barril mexicano llegó a 102 dólares en junio de 2014, tras lo cual cayó drásticamente a menos de 40 en diciembre.
El Gobierno de Enrique Peña Nieto redujo a fines del año pasado un 11,5% el presupuesto de Pemex para 2015 (4.170 millones de dólares menos). Al cierre de enero, la retracción de los precios internacionales le significó un faltante de 1.200 millones de dólares respecto de los cálculos realizados en 2014 con un barril de 79 dólares.
Al explicar los ajustes a la población, el ministro de Hacienda, Luis Videgaray, dijo en diciembre que la crisis podrá extenderse "más allá de 2015", pudiendo aparecer en el horizonte otros elementos que compliquen aún más la situación. La crisis golpea al país azteca inmediatamente después de la gran reforma estructural que el Gobierno aplicó en la petrolera Pemex, que había sido estatal por casi un siglo y hoy es una empresa mixta.
Colombia
Para este país, que vende crudo WTI, las exportaciones representan un 7% de sus ingresos. La estatal Ecopetrol perdió alrededor del 40% de su valor de mercado en 2014 y en diciembre anunció la reducción en un 25% de su presupuesto para inversiones. La cantidad equivale a 2.000 millones de dólares.
"El Gobierno no tenía un plan para enfrentar la crisis petrolera", dijo a fines de enero el ministro del Trabajo, Luis Eduardo Garzón, cuando declaró que el Gobierno de Juan Manuel Santos buscaba alternativas diversificando la producción. En la primera semana de febrero, el sindicato de los operarios petroleros informaba que la crisis ya había provocado el despido de cerca de 1.500 trabajadores de Ecopetrol, además del aplazamiento de proyectos.
La Unión Sindical Obrera (USO) estimó que, de persistir la baja de los precios, el recorte de personal podría llegar a 15.000 trabajadores en la principal región petrolera de Colombia, el Magdalena Medio. "La caída de los precios del petróleo constituye un importante desafío para sostener el crecimiento" del país, ha ponderado la OCDE en su "Estudio Económico de Colombia 2015".
Brasil
En el gigante sudamericano, el petróleo aparece asociado íntimamente con el desmoronamiento que experimenta la compañía estatal Petrobras, protagonista de un gran escándalo de corrupción que le ha significado la pérdida de 40% de su valor de mercado en el último año, más de 30.000 millones de dólares.
La fuerte desvalorización de ese activo brasileño, conjugada con la caída internacional del precio del crudo, llevó a la estatal a reducir al mínimo la exploración durante el próximo lustro, así como a considerar el despido de cerca de 10.000 trabajadores y la venta de activos por 3.000 millones de dólares.
La renuncia reciente de su presidenta, Graça Foster, que salió junto a toda la cúpula, no ha detenido la trayectoria de derrumbe de esa compañía, que es la empresa latinoamericana más grande. El nombramiento de un banquero para rescatar su credibilidad (Aldemir Bendine, expresidente del estatal Banco do Brasil, sin experiencia en petróleo) remarcó la caída, con una pérdida del 6,9% en el precio de sus papeles preferenciales.