A los dirigentes europeos les preocupa bastante más una posible salida de la Unión Europea del Reino Unido que la vuelta de Grecia al dracma, según el estudio Future of Europe 2015 elaborado por Grant Thornton. El estudio, basado en una encuesta a más de 1.100 dirigentes empresariales de toda Europa, muestra que un 64% […]
Dirigentes Digital
| 21 may 2015
A los dirigentes europeos les preocupa bastante más una posible salida de la Unión Europea del Reino Unido que la vuelta de Grecia al dracma, según el estudio Future of Europe 2015 elaborado por Grant Thornton. El estudio, basado en una encuesta a más de 1.100 dirigentes empresariales de toda Europa, muestra que un 64% de media en la Zona Euro consideraría negativa para la economía europea la salida de Gran Bretaña de la Unión.
Los dirigentes españoles están entre los más preocupados por esa posibilidad con un 84% solo superado por el 92% de los irlandeses. Un 72% de los dirigentes británicos reconoce que una "Brexit" tendría efectos negativos en la economía europea.
Por el contrario, la salida del euro de Grecia sólo preocupa a una media del 45% en la Eurozona, mientras que un 30% cree que no tendría efectos relevantes. Los países más afectados por la crisis son los que más temen consecuencias negativas, con la propia Grecia a la cabeza (84%) seguida de Irlanda (64%), España (57%) e Italia (56%).
"La evidente preocupación de las empresas europeas ante una posible salida británica de la UE, da al recientemente reelegido gobierno una importante ventaja en la negociación con la Unión previa al referéndum de permanencia. La capital financiera de Europa es Londres, no Atenas, por ello no es de extrañar que las únicas economías realmente preocupadas por una salida de Grecia del euro sean aquellas que han compartido, en cierta medida, sus temores", comenta Álvaro Sanmartín, Chief Economist de Grant Thornton.
Mercado común frente a política común
Uno de los aspectos más cuestionados por los británicos, el objetivo de una mayor integración política europea, pierde apoyo entre los dirigentes de la Eurozona. Sólo una media del 39% apoyaría avances en este sentido, seis puntos menos que el año pasado. Por el contrario, el deseo de una mayor integración económica asciende cuatro puntos hasta el 66%.
En España el porcentaje a favor de avanzar en la convergencia política europea ha caído 21 puntos hasta situarse en el 48%. En cambio, el apoyo a la unión económica se mantiene en el 82%, sólo cuatro puntos menos que en 2014.
El Reino Unido, con un 62% de dirigentes empresariales en contra de una mayor integración europea en cualquier área, e Irlanda, con un 40%, se posicionan como las dos economías más euroescépticas de la Unión. Porcentajes que contrastan con el 3% de dirigentes españoles que rechazan la integración europea, el más bajo de las 16 economías incluidas en el estudio.
Partidarios de seguir en el euro
El número de empresarios de la Eurozona que optaría por que su país saliera de la unión monetaria baja hasta un testimonial 5% frente al máximo del 9% alcanzado el año pasado. Solamente Letonia (16%), que adoptó el euro en 2014 con altos niveles de oposición entre la población, e Italia (14%, frente a un 27% el año pasado) tienen porcentajes significativos de partidarios de una salida de la moneda común. España cuenta con el porcentaje más bajo, un 1%.
Lo que no consigue el euro es atraer nuevos actores a la Eurozona. Al habitual rechazo británico, con un 82% de directivos que creen que su país nunca adoptará el euro, se suman los suecos con un 50%. En Polonia los niveles de apoyo al euro son algo mayores, pero la mayoría, un 54%, opina que la incorporación no se producirá antes de 2019.
Apoyo mayoritario a la compra de bonos
El programa de compra de bonos del BCE consigue el apoyo del 56% de los dirigentes empresariales de la eurozona. Ese apoyo resulta casi unánime entre los directivos de los países periféricos, con un 90% a favor en Grecia e Irlanda, un 82% en Italia y un 81% en España.
En cambio en Alemania son mayoría, un 57%, los que se oponen a la nueva política del Banco Central. Pero es Estonia, con un 74% en contra, donde se produce un mayor rechazo. Con una deuda de tan sólo el 10% de su PIB y tras 15 años sin acudir a los mercados de deuda, los dirigentes estonios ven más obligaciones que beneficios en el quantitative easing.