Por sorprendente que parezca la OCDE considera que Europa está libre de paraísos fiscales. La clásica referencia de pensar en Andorra o Luxemburgo como refugio perfecto de millones de euros para escapar de impuestos, ha pasado a mejor vida para uno de los organismos más importante en la lucha contra el fraude. Desde hace más […]
Dirigentes Digital
| 11 mar 2016
Por sorprendente que parezca la OCDE considera que Europa está libre de paraísos fiscales. La clásica referencia de pensar en Andorra o Luxemburgo como refugio perfecto de millones de euros para escapar de impuestos, ha pasado a mejor vida para uno de los organismos más importante en la lucha contra el fraude. Desde hace más de un año países como San Marino, Mónaco, Liechtenstein o Gibraltar han dejado de pertenecer a lista negra de paraísos fiscales gracias a que han firmado acuerdos bilaterales con terceros países para facilitar información fiscal, aunque mantienen las características para ser considerados territorios offshore.
La mayoría de países desarrollados han abanderado la lucha contra el fraude fiscal. La caída de la recaudación de impuestos ha revelado evidentes agujeros en sus sistemas tributarios que antes quedaban disimulados, cuando la economía iba bien. En los últimos años se ha producido una legalización de estos territorios para que las Haciendas nacionales puedan perseguir el fraude fiscal sin trabas legales. Un ejemplo es España. Antes del 2003, la Agencia Tributaria enumeraba hasta 48 países como paraísos fiscales. En los últimos años han salido de la lista Trinidad y Tobago, Barbados, Luxemburgo, Andorra o Panamá gracias a los acuerdos de colaboración entre ambos países y se está trabajando para que Bahrein, Bermudas, Chipre, Gibraltar, Guernesey y Jersey, Islas Caimán, Isla de Man, Jordania y Omán, dejen de formar parte para las autoridades de territorios opacos. Es un arma de doble filo, por un lado se facilita la inversión en estos países, pero por otro permite la persecución de los delitos fiscales.
A pesar de que es difícil cuantificar el fraude, varios estudios revelan que durante la crisis se ha multiplicado. Oxfam Intermón calcula que actualmente hay 7,6 billones de dólares ocultos en jurisdicciones opacas, una cifra que supera a la suma de las economías de Alemania y Reino Unido. Unos 2,6 billones provienen de países europeos, mientras que de Estados Unidos proceden 1,2 billones. La ONG explicó en un reciente informe que la inversión empresarial en paraísos fiscales se ha multiplicado por casi cuatro entre 2000 y 2014, mientras que en España se ha disparado un 2.000% solo en 2014.
Lo cierto es que no hay que pensar en islas paradisíacas para perseguir el fraude fiscal. Hace algo más de un año estalló en el centro de Europa el escándalo de los Luxleaks en el que se destapaba como el Gobierno brindaba a las grandes compañías una tributación a la carta, muy por debajo de los niveles impositivos del resto de miembros del euro. Era un escándalo más de los que persigue la Comisión Europea sobre acuerdos de multinacionales como Apple, Fiat o Starbucks en países como Irlanda u Holanda.
Además, Luxemburgo, Suiza, Malta, Irlanda y Holanda se han convertido por sus características tributarias en la puerta para acceder a paraísos fiscales. En Irlanda el tipo del Impuesto de Sociedades es del 12,5%, el más bajo de la Unión Europea, permite trasladar a países con escasa tributación los ingresos por derechos intelectuales, circunstancia que explica el porqué de que Google o Apple hayan decidido radicar su base de operaciones en el país.
Por su parte, Holanda permite liberar de impuestos los dividendos provenientes de filiales extranjeras. Además, sus lazos históricos con antiguas colonias como Curazao, Surinam o Guayana, con escasa presión fiscal, permiten con facilidad la creación de empresas pantallas.