Después de la apoteosis con que clausuró los Juegos Olímpicos, Brasil revivió la típica sensación que experimenta año tras año después de sus carnavales. Como en un miércoles de cenizas fuera de época, millones de brasileños volvieron el 20 de agosto, a una realidad menos colorida y excitante que la de los días de fiesta. […]
Dirigentes Digital
| 24 ago 2016
Después de la apoteosis con que clausuró los Juegos Olímpicos, Brasil revivió la típica sensación que experimenta año tras año después de sus carnavales. Como en un miércoles de cenizas fuera de época, millones de brasileños volvieron el 20 de agosto, a una realidad menos colorida y excitante que la de los días de fiesta.
Si bien el evento deportivo trajo algunos avances a Río, para el país en su conjunto esta suerte de mini-vacaciones dan paso a un sombrío cuadro, cercano a la depresión.
Bolsillos
Para comenzar, una buena parte de las personas que trabajaron allí (90.000, según ManPower) deberán ahora buscar empleo, pues sus contratos eran provisorios. Disputarán vacantes con los 11,5 millones de brasileños que están en filas hace meses, después que el paro subió de 6% en 2014 a 11,2% en abril de 2016 (datos oficiales). Aunque no cubre ni los gastos básicos, el salario mínimo (265 dólares) es toda una conquista cuando los precios suben y la economía cae constantemente.
En dólares, la riqueza de Brasil se redujo un 24,6% en 2015, cayendo el país al 9, lugar mundial desde el 7, que había alcanzado en 2014, según datos del FMI.
El balancín
El PIB, que en todo 2015 se redujo un 3,8%, aceleró su caída en el segundo trimestre de este año a un 5,4% y se estima que cerrará 2016 en -3,5%. Con tal proyección, la recesión habrá acumulado una decena de trimestres, una marca "olímpica", pero al contrario: es el peor desempeño desde 1930.
Los precios, que subieron en 2015 a 10,7% (el tope tolerado era de 4,5%), retrocedieron este año hasta cerca de la meta, ahora de 6,5%. La razón: no hay consumo. Cálculos del Banco Central basados en la percepción del mercado indican un 7,3% para el cierre de 2016.
¿Inversión a fondo perdido?
La organización de los Juegos Olímpicos demandó cerca de 4.100 millones de dólares, según datos del ayuntamiento, la mitad de los cuales fue para la Villa Olímpica. El resto fue para obras de infraestructura y de transporte (cuatro estaciones de metro, urbanización de la zona portuaria y un tren ligero).
Con tal inversión, los brasileños tenían la expectativa no sólo de mostrar su capacidad de organización, sino de obtener un rédito también económico. "Sería necesario un crecimiento del 62% para volver al mismo nivel de 2011" (cuando Brasil era la 5a economía del mundo), dice Fernando Nakagawa, de la agencia Estado.
Tal expectativa no tiene posibilidad alguna de ocurrir en esta década, por más marcas mundiales que se hayan quebrado en la arena olímpica. De esta manera, aunque la caída de la economía se frene en 2017, Brasil tiene un buen tiempo todavía antes de salir de la depresión -nada metafórica- que vive tras Rio 2016.