Las entidades de crédito europeas comienzan un año que será decisivo por la cantidad de citas electorales y económicas relevantes para su futuro. Francia, Alemania y Holanda pasarán por las urnas durante este ejercicio y está previsto que en marzo Reino Unido inicie el proceso de desconexión derivado del “Brexit”. La llegada de Donald Trump […]
Dirigentes Digital
| 05 ene 2017
Las entidades de crédito europeas comienzan un año que será decisivo por la cantidad de citas electorales y económicas relevantes para su futuro. Francia, Alemania y Holanda pasarán por las urnas durante este ejercicio y está previsto que en marzo Reino Unido inicie el proceso de desconexión derivado del “Brexit”. La llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense el próximo 20 de enero marcará también un punto de inflexión de cara a las futuras relaciones de la UE con el primer motor económico mundial. En el ámbito de los mercados, aunque el BCE no tiene previstas grandes maniobras para 2017, sí se esperan nuevas subidas de tipos por parte de la Reserva Federal estadounidense. Además, la reunión del Comité de Basilea se realizará en los próximos meses, tras ser pospuesta recientemente, y en ella se concretará la regulación oficial a la que deberá responder la banca europea de cara al futuro (Basilea III). En el encuentro, los gobernadores y jefes de supervisión de los bancos centrales debatirán las exigencias de capital en relación al riesgo de cada entidad. Sin embargo, las tareas pendientes de la banca comunitaria superan a los retos de 2017. Hasta tres entidades europeas han sido sancionadas en Estados Unidos por la venta de activos hipotecarios tóxicos durante la crisis. El alemán Deutsche Bank y el suizo Credit Suisse llegaron a sendos acuerdos con las autoridades para rebajar las cuantías de sus multas, de 7.500 millones y 5.000 millones respectivamente. Por su parte, el británico Barclays fracasó en las negociaciones y ha sido demandado por la fiscalía estadounidense. El rescate a la banca italiana es otro de los grandes quebraderos de cabeza del sector financiero europeo. El Gobierno italiano aprobó el pasado diciembre una partida excepcional de 20.000 millones en sus presupuestos para hacer frente a los desequilibrios que experimentas las entidades nacionales. La decisión se precipitó tras la fallida ampliación de capital del Monte dei Paschi, el banco más antiguo de Italia, cuyas necesidades de liquidez ascienden a los 8.800 millones de euros. Otras entidades susceptibles de recibir recursos públicos son Banca Popolare di Vicenza, Beneto Banca y Banca Carige. El pasado lunes, el jefe del instituto económico alemán Ifo advirtió de que los italianos podrían plantearse salir de la zona euro si sus estándares de vida no mejoran ,en relación a los posibles costes que el rescate conllevará para los contribuyentes, según ha informado Reuters. Las grandes entidades europeas tampoco ha vivido su mejor año en bolsa. La cotización de los principales bancos ha sido muy modesta durante este ejercicio, con subidas casi siempre inferiores al 20%. En Alemania e Italia incluso han llegado a experimentar pérdidas en su capitalización de 5.792 millones en el caso del Deutsche Bank (-19,6%) y de 9.400 millones en el caso de Intesa (-18,8%). El británico HSBC es el que mejor comportamiento ha presentado durante 2016, con ganancias de 3,18 billones (+26,2%). La reconversión del empleo en el sector como consecuencia de la digitalización es quizás el reto más complejo al que se enfrenta la banca de cara al futuro. El cierre de oficinas, junto a la pérdida de la rentabilidad debida a los tipos en negativo y la necesidad de reducir costes, está llevando a las entidades a hacer recortes en plantilla y a buscar perfiles más tecnológicos. Sólo en el caso español, la banca ha despedido o prejubilado a 7.000 personas en el último año, una tendencia extendida a nivel europeo.