En la primera encuesta realizada por la encuestadora Datafolha tras el fallecimiento de Campos en un accidente aéreo, se le preguntó a los brasileños si con Marina Silva en la carrera presidencial seguirían optando por la reelección de la actual mandataria, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), con 12 años en el poder, […]
Dirigentes Digital
| 20 ago 2014
En la primera encuesta realizada por la encuestadora Datafolha tras el fallecimiento de Campos en un accidente aéreo, se le preguntó a los brasileños si con Marina Silva en la carrera presidencial seguirían optando por la reelección de la actual mandataria, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), con 12 años en el poder, tras los cuatro de Rousseff y los ocho predecesores del ex mandatario Lula da Silva.
Incluso con Silva, Rousseff saldría victoriosa de una primera ronda de votaciones, donde la nueva candidata del Partido Socialista de Brasil (PSB) relegaría al hasta ahora segundo favorito en intención de voto, el candidato de Partido de la Socialdemocracia brasileña (PSDB), Aécio Neves.
Pese a ello, un segundo turno de votación, obligatorio ya que el PT no obtendría una mayoría simple de los votos, le daría la victoria final y la presidencia a la candidata de moda, que lleva días reiterando la necesidad de centrar la campaña "en las siglas" del partido y no en el nombre del fallecido Campos o en el suyo propio.
Tras la publicación de la mencionada encuesta, las acciones de empresas nacionales como Petrobras (la estatal petrolera) o Vale (la mayor minera de Brasil) subieron en más de un punto porcentual, hecho que fue interpretado por analistas y prensa local como un deseo del mercado de que Marina Silva sea la próxima presidenta del gigante sudamericano, la segunda mujer en llegar a esta posición tras la actual mandataria.
Reacción bursátil que se produjo sin que Silva, quien ya se presentó a la presidencia en 2010 con otra formación política y no alcanzó la segunda ronda, fuera aún candidata oficial del PSB ni hubiera especificado su programa para dicho puesto.
En Brasil se daba por hecho que el PSB haría oficial la candidatura de Marina Silva: amazónica (nació en el estado fronterizo de Acre hace 56 años), historiadora, psicopedagoga, ambientalista, ex ministra de Medio Ambiente con el Gobierno petista de Lula da Silva (partido que abandonó cuando salieron a la luz los casos de corrupción), abiertamente evangelista (una religión pujante en el país y el continente), contraria el aborto y silenciosa sobre el matrimonio homosexual.
En el gigante sudamericano, que con Lula da Silva y en menor forma con Dilma Rousseff asombró al mundo por sus políticas de igualdad y su crecimiento económico, ya se asume que Marina Silva no seguirá a pies juntillas el programa de Campos y que tampoco apoyará a gobernador a los aliados de éste en los comicios del próximo 5 de octubre que pueden decidir el futuro inmediato de Brasil.
La político de moda ya es candidata a la presidencia, favorita del mercado y con una incipiente fuerza tras el drama de la muerte de Campos, pese a que aún no se sabe, dentro de la extensa paleta de colores de su ideología, por donde conduciría a su país.