"Somos yonkis de los bancos centrales". Con estas frías palabras definía esta semana un bróker desde una mesa de Londres el comportamiento de los mercados financieros, no solo en las últimas semanas, sino en los años de crisis que han demostrado que los organismos monetarios mantienen la batuta de las Bolsas a base de imprimir […]
Dirigentes Digital
| 23 oct 2014
"Somos yonkis de los bancos centrales". Con estas frías palabras definía esta semana un bróker desde una mesa de Londres el comportamiento de los mercados financieros, no solo en las últimas semanas, sino en los años de crisis que han demostrado que los organismos monetarios mantienen la batuta de las Bolsas a base de imprimir billetes en un experimento económico sin precedentes del que aún se desconocen las consecuencias.
A pesar de que la Reserva Federal está a punto de completar la retirada de estímulos, ahora es el Banco Central Europeo (BCE) el que se enfrenta al dilema de retomar una especie de quantitative easing que los expertos ven más cerca que lejos en el tiempo para impulsar el crecimiento económico.
Con todo el dinero que ha fluido desde los bancos centrales al mercado, la pregunta ahora es si este será capaz de sobrevivir sin esos estímulos, obligando tal vez a mantener las inyecciones de liquidez o los tipos en mínimos durante un periodo más largo del esperado. Los analistas de Bank of America Merrill Lynch han realizado un análisis en el que intentan responder una pregunta clave: ¿cuánto tendrían que caer las Bolsas para que la Fed interviniese de nuevo?
En concreto, se refieren a esa posibilidad de restaurar de nuevo el programa de compra de bonos que finaliza este mismo mes de octubre. Y nada mejor que fijarse en la experiencia para apoyar su teoría. Desde la entidad recuerdan cómo en 2010 y 2011 el organismo presidido entonces por Ben Bernanke se lanzó a nuevas medidas de estímulo cuando el mercado corregía un 11% y un 16% respectivamente. "Una caída adicional del 10% desde los mínimos recientes provocarían una reacción de la Fed para evitar males mayores", explican.
Los expertos de Citi han realizado un experimento similar, poniendo precio a la liquidez que los bancos centrales deberían inyectar para frenar una oleada bajista del mercado. Y la cifra asciende a 200.000 millones de dólares trimestrales, suponiendo que el mercado cayese un 10% sin estímulos. En el informe recogido por Bloomberg, desde la firma ven el vaso medio lleno, y explican que aunque la Fed acabe con su programa de compra de bonos este mes, al Banco de Japón y al BCE no les queda otro remedio que seguir imprimiendo estímulos a sus economías.
"Al final, la compra de activos se ha convertido en el Instrumento de política monetaria más eficiente. Al menos, sí se puede afirmar sin riesgo de equivocarse que los programas de compra de activos (QE) han sido fundamentales para explicar el buen comportamiento de los mercados durante la Crisis limitando la inestabilidad que conlleva la elevada incertidumbre (pasada y actual)", explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España. Y añade: "Algunos mal pensados incluso afirmarían que, llevado al extremo, los bancos centrales son realmente el núcleo de los mercados: garantías implícitas, profundidad y baja inestabilidad… ¿qué más se puede pedir? ¿Sostenibilidad? Sí, esta es la cuestión".
Y es que, según el experto, el riesgo de todas estas medidas es precisamente su sostenibilidad en el tiempo. "Es importante por tanto que la recuperación económica sea un hecho y coja fuerza con el tiempo. Lo contrario supondría añadir un riesgo más a la lista de amenazas a futuro. Y me refiero a la propia dinámica del mercado", sentencia.