Los mercados emergentes vivieron una época dorada con las medidas expansivas de la Fed. Pero ahora que el organismo presidido por Janet Yellen estudia la primera subida de tipos en el país desde 2006, aquellos flujos de inversión se revierten a pasos agigantados. Tal y como explica José Luis Rodríguez Campuzano, estratega de Citi en […]
Dirigentes Digital
| 03 sep 2015
Los mercados emergentes vivieron una época dorada con las medidas expansivas de la Fed. Pero ahora que el organismo presidido por Janet Yellen estudia la primera subida de tipos en el país desde 2006, aquellos flujos de inversión se revierten a pasos agigantados. Tal y como explica José Luis Rodríguez Campuzano, estratega de Citi en España, "a las autoridades emergentes les preocupa el dinero caliente, de corto plazo, en sistemas financieros vulnerables".
Y es que las dudas sobre la evolución de la encomia china se han contagiado al resto de emergentes, de cuyas Bolsas, solo en agosto, volaron 8.700 millones de dólares según datos del Institute of International Finance (IIF). La última encuesta de gestores de fondos de Bank of America Merrill Lynch también refleja la desconfianza de los inversores hacia estos mercados. Michael Hartnett, estratega jefe de inversiones de la firma, confirma que "los inversores están enviando un mensaje claro de posicionamiento para un menor crecimiento en China y en los emergentes".
De hecho, la exposición de las carteras a estas regiones sólo había sido menor en 2001. Del mismo modo ha caído a mínimos de 2002 la exposición al sector de la energía, ante las previsiones de que las materias primas seguirán bajando y que los emergentes darán más síntomas de debilidad.
Amenaza de recesión
La caída de las materias primas es uno de los principales problemas a los que se enfrentan países como Brasil o Rusia, donde los ingresos por este sector resultan vitales para no anclarse en la recesión y, sobre todo, para sacar a flote sus cuentas públicas.
Pero no solo eso. La decisión de China de devaluar el yuan ha reabierto una nueva guerra de divisas en otros países que, aunque puedan beneficiarse vía exportaciones, se enfrentan al reto de devolver la deuda emitida en monedas distintas a las locales. Financiarse en dólares era un buen negocio cuando el billete verde estaba relativamente barato. Pero ahora, y con la subida de tipos de la Fed a la vista, hacer frente a esas deudas se convierte en uno de los grandes problemas de las empresas de estas regiones.
Solo Brasil y Rusia representan más de un 5% de la economía mundial. Y ambos se encuentran ya en recesión. La pregunta ahora es si esta desaceleración se contagiará a los desarrollados.
Todas las miradas están puestas primero, en Japón, muy afectada por la mayor competencia que para sus exportaciones suponen unos mercados emergentes "más baratos" con monedas cada vez más débiles. Y segundo, en Europa, donde la caída de las divisas emergentes, la reducción del comercio mundial y el descenso de los precios de las materias primas podrían reavivar las tensiones deflacionistas.
Así lo considera Dominic Rossi, director de Renta Variable de Fidelity, que en una columna de opinión publicada en el diario Financial Times advierte de cómo la crisis en los emergentes puede pasar una factura mayor ahora que en el pasado ante su mayor peso en el PIB mundial (cerca de un 50%). Por no hablar de lo que representan para los ingresos de las empresas de países desarrollados.
Fortaleza frente a las debilidades
De momento, la mayoría de analistas aún confían en que el respaldo de factores como el BCE mantengan la calma ante la amenaza de una nueva recesión. El propio Mario Draghi ya ha dejado claro que el tamaño del QE y su duración son flexibles, con una rebaja en las previsiones de crecimiento y de inflación sobre la mesa.
Hay voces que apuestan incluso porque las fortalezas pesarán más que las debilidades en los desarrollados. Lukas Daalder, Responsable de Inversiones de Robeco Investment Solutions, considera que tanto en EEUU como en Europa, el crecimiento ha sido constante y no observan ninguna razón para esperar un cambio notable. "La economía europea está respaldada por bajas tasas de interés, el consumo saludable y el fin de los programas de austeridad, mientras que los mercados de trabajo y de vivienda están impulsando el crecimiento en los EEUU", explica el expert. "Sumado a esto encontramos la mejora de la renta disponible vinculada a la disminución constante en el precio del petróleo, que en última instancia apoya el consumo", recuerdan desde la firma.
Aún así, los analistas de Citi recuerdan que si algo aprendieron los inversores durante la crisis del euro, es que en situaciones de incertidumbre y mayor iliquidez, el mercado tiende a castigar en mayor medida la debilidad. "En definitiva, el riesgo sistémico se acentúa con la debilidad de fondo de los países en un proceso que se retroalimenta", explican, advirtiendo que "fortalecer la economía, haciéndola más robusta y resistente es fundamental para romper esta amenaza de riesgo sistémico y que los inversores aumenten su confianza". Y aquí los bancos centrales aún tienen mucho que decir.