“The Future of Monetary Policy” es el estudio de 42 páginas elaborado por Credit Suisse Research Institute en el que se repasan las principales respuestas de los bancos centrales a la crisis desde 2008. Tipos reducidos a la mínima expresión, inyecciones masivas de liquidez, compras de deuda (e incluso de renta variable) para recuperar el […]
Dirigentes Digital
| 17 ene 2017
“The Future of Monetary Policy” es el estudio de 42 páginas elaborado por Credit Suisse Research Institute en el que se repasan las principales respuestas de los bancos centrales a la crisis desde 2008. Tipos reducidos a la mínima expresión, inyecciones masivas de liquidez, compras de deuda (e incluso de renta variable) para recuperar el crecimiento e insuflar vida a la inflación, en definitiva, políticas extraordinarias que devolvieran la economía a la normalidad… Sin entrar a juzgar su mayor o menor éxito, la firma señala que actualmente las autoridades monetarias han visto como sus mandatos se han ampliado “de objetivos macroeconómicos claramente definidos, como la estabilidad de precios o el empleo, para incluir la estabilidad financiera, como respuesta al entorno extraordinariamente difícil tras la crisis”. Al mismo tiempo, recuerdan, se han adoptado una “gama, cada vez más amplia, de instrumentos de política ‘no convencionales’ hasta ahora no testados, como la flexibilización cuantitativa (QE) o los tipos de interés negativos”. Medidas que han convertido a los bancos centrales en importantes proveedores de activos y liquidez para los países, las instituciones financieras y los bancos. Sobre este punto de partida, apunta Olvier Adler, responsable de análisis económico del área de gestión patrimonial internacional de Credit Suisse, “los próximos años serán decisivos en relación con la política monetaria”. Y es que, las autoridades monetarias se enfrentan a la siguiente disyuntiva: ¿volver a la normalidad anterior o seguir adelante, incluso profundizar, en la situación actual? El escenario de normalización que baraja la firma se asienta sobre la aceleración económica desde mediados de 2016, que pone en duda la ineficacia de las medidas de estímulo y el estancamiento secular. Asimismo, reconoce que si bien podría haber turbulencias en los mercados, la perspectiva general de los inversores es moderadamente positiva. En cualquier caso, son conscientes de que habría que calibrar hasta qué punto se puede volver a los ‘estándares’ previos a la crisis. Al mismo tiempo, los bancos centrales podrían tener que cambiar su modus operandi debido al nuevo entorno regulatorio, pues, por ejemplo, deberían mantener sus amplios balances por un largos periodos de tiempo, para que las entidades financieras puedan cumplir con los requerimientos de liquidez impuestos por Basilea III. Por su parte, el escenario de nuevas reglas pasaría por evitar la normalización por razones económicas o políticas, o una combinación de ambas. “Si se confirma la hipótesis del estancamiento secular, las presiones sobre las autoridades monetarias para mantenerse acomodaticios seguirán intensificándose”, explica la firma. En este contexto, los bancos centrales podrían tener que recurrir a tipos más negativos e incluso acudir al tan traído y llevado ‘dinero helicóptero’. Con todo, en este supuesto se enfrentarían asimismo a un margen de maniobra limitado por los efectos perversos de sus políticas, y, en la Zona Euro, con la oposición de algunos estados miembros.