“El comportamiento de la gestión activa tras comisiones sigue siendo decepcionante”, afirma tajante Neal M. Epstein, vicepresidente y senior credit officer de Moody’s. “Los inversores son cada vez más conscientes de los costes de estas estrategias y escépticos ente sus propuestas value”. En su informe “Asset Managers - Global: 2017 Outlook - Active Managers' Struggles Underpin Negative Outlook”, la agencia de calificación crediticia apunta que la rotación hacia estrategias activas “se ha visto incrementada por el aumento del asesoramiento basado en honorarios y una mayor aceptación de las cuentas de jubilación”. Al mismo tiempo, añade, “los ETFs están penetrando en nuevas clases de activos, como la renta fija y la renta variable emergente”. Mientras, la legislación “se ha sumado a las presiones sobre las comisiones”. Así, en Estados Unidos, el nuevo estándar fiducidario promueve la transparencia de los honorarios y reduce los conflictos de interés al asegurar que el asesoramiento sea en el mejor interés del cliente, eliminando así las comisiones excesivas. Por su parte, en la Unión Europea (UE), MiFID II busca también incrementar la protección de los inversores a través de la supervisión regulatoria. “Los gestores activos se han vuelto más dependientes de la apreciación del mercado para impulsar el crecimiento de los activos bajo gestión (AUM por sus siglas en inglés)”, detalla Epstein. “El crecimiento orgánico sigue siendo un reto para muchas de estas firmas, mientras que el de los gestores pasivos supera al de la industria en general”. Con todo, Moody’s reconoce que “para adaptarse a este entorno cambiante, la gestión activa está ampliando sus esfuerzos para desarrollar productos en áreas como la beta inteligente, los multiactivos y los alternativos”. Al mismo tiempo, concluye, están buscando oportunidades en el área de las fusiones y adquisiciones (M&A en inglés) para “aumentar escala y diversificar”.