Los mercados de renta variable han tenido un comportamiento tremendamente positivo los últimos días y semanas. Del pesimismo generalizado, hemos pasado al optimismo de una manera muy rápida y violenta. Lo cierto es que todo el mundo parece preguntarse el porqué de este rebote y sin tener claro el motivo o causa concreta, se inician […]
Dirigentes Digital
| 27 abr 2016
Los mercados de renta variable han tenido un comportamiento tremendamente positivo los últimos días y semanas. Del pesimismo generalizado, hemos pasado al optimismo de una manera muy rápida y violenta. Lo cierto es que todo el mundo parece preguntarse el porqué de este rebote y sin tener claro el motivo o causa concreta, se inician las compras masivas día tras día. Podríamos entender este movimiento como una sobre reacción del mercado, pero lo cierto es que los factores negativos parecen ya estar recogidos por el mismo.
Los datos macroeconómicos débiles y una desaceleración en el crecimiento de China, se ha descontado durante el primer trimestre. La situación no ha cambiado tanto, aunque los datos han ido mejorando, pero el castigo ha sido severo particularmente en los índices asiáticos, contagiando a sus homólogos a nivel mundial.
Él posible BREXIT pierde cada vez más fuerza, se está pasando a interpretar por el mercado como un pulso a la zona euro por parte de Reino Unido y una maniobra de distracción para no abordar ni sentir presión mediática-económica para modificar su política económica actual.
El precio del crudo parece tomarse un respiro y, eso que después de la reunión de Doha vivimos caídas, tremendamente agresivas que se recuperaron en la misma jornada. La realidad es que la producción sigue siendo más elevada que la demanda y factores como que Estados Unidos esté haciendo la guerra por su cuenta, al igual que la irrupción de nuevos actores en la escena de la producción masiva, no son noticias nuevas, pero el mercado ya es conocedor de esas circunstancias y con la fecha marcada en rojo en el próximo verano, por la siguiente reunión de la OPEP.
Cada vez son más las previsiones que estiman una congelación de la producción, lo que favorecería a todos los productores y conseguiría un incremento del precio de esta materia prima, con una posterior estabilización. Esta circunstancia lo que provocaría de manera indirecta sería un incremento de la inflación, un incremento en los márgenes de rendimiento y como consecuencia del último punto, un trasvase de capital hacia la renta variable.
Por otra parte, la FED, una vez ha reducido de cuatro a dos las previsibles subidas de tipos de interés, la especulación se centra en adivinar cuándo y cómo lo hará. Visto en el pasado la inteligencia dialéctica que tiene este Ente económico y la gran virtud que posee a la hora de medir los tiempos, no sería de extrañar que la subida se diera a finales de año, incluso deberíamos dejar la puerta abierta a un posible cambio de política económica, volviendo a expansiones pasadas, por el momento, bastante improbable.
Estos factores antes tomados como negativos y desastrosos, no pueden ser tampoco ahora adoptados como el principal motor del lanzamiento de la renta variable de manera inagotable. Ya hemos comentado en repetidas ocasiones que cuando el miedo se adueña del mercado, es el momento óptimo para lanzarse a comprar, tampoco todo vale, pero cuando el optimismo reina, el recorte puede estar a la vuelta de la esquina.
Lo positivo de la tesitura actual, es que aún los niveles de optimismo desmesurado están lejos, lo que nos posibilita aún subirnos en el tren de la rentabilidad, recordando que el trayecto de este, es de ida y vuelta, hasta al menos la próxima parada, que por estacionalidad y por el resurgir de nuevos focos de incertidumbre podría ser en el verano.
Jorge López es analista de XTB.