En palabras de Paul Fruin, analista en el grupo Quantamental Research de dicha firma, muestra la transición de un mundo en el que los participantes del mercado cuentan con procesos individuales, pero que se solapan, a otro en el que los componentes de la toma de decisiones son liberados, definidos, transparentes, medibles y directamente procesables. […]
Dirigentes Digital
| 19 abr 2016
En palabras de Paul Fruin, analista en el grupo Quantamental Research de dicha firma, muestra la transición de un mundo en el que los participantes del mercado cuentan con procesos individuales, pero que se solapan, a otro en el que los componentes de la toma de decisiones son liberados, definidos, transparentes, medibles y directamente procesables.
Y es que explica, los gestores de activos se enfrentan "a limitaciones de tiempo y de recursos. A menudo, dependen de una serie de presentaciones para limitar el foco de inversión, de métricas para comparar objetivamente sus inversiones, y de ingeniosos elementos de due diligence como entrevistas con los directivos, intuición, suerte…"
Ahora, estrategias como el cribado de valores a través del ratio precio/beneficio, la rentabilidad sobre recursos propios (ROE), momentum, etc. pueden ahora automatizarse y separarse de la carga de trabajo del analista individual. Esto, apunta Fruin, "deja al gestor más tiempo y energía para enfocar sus habilidades en el proceso". Y ejemplifica: "Es muy parecido a la evolución de la industria automovilística de la mano de Henry Ford".
Es más, "al desagregar el proceso de esa manera, los profesionales también pueden centrarse en la medición y mejora de sus diferentes componentes".
El Smart Beta o los factor ETFs son una manera en la que los inversores pueden exponerse directamente a las estrategias que emplean factores, "a menudo a un coste más reducido que en la gestión activa". Mientras que los gestores activos, "pueden aprovechar los factores con sus habilidades que no se pueden automatizar", concluye.