"Qatar es una cárcel abierta y sus dirigentes quieren que siga siéndolo". Con estas palabras se manifiesta la Confederación Internacional Sindical (CSI), una organización que engloba a millones de trabajadores de todo el mundo. Qatar acogerá la Copa del Mundo de la FIFA 2022, un negocio del que se están beneficiando grandes multinacionales con la […]
Dirigentes Digital
| 27 ene 2016
"Qatar es una cárcel abierta y sus dirigentes quieren que siga siéndolo". Con estas palabras se manifiesta la Confederación Internacional Sindical (CSI), una organización que engloba a millones de trabajadores de todo el mundo. Qatar acogerá la Copa del Mundo de la FIFA 2022, un negocio del que se están beneficiando grandes multinacionales con la construcción de las infraestructuras necesarias, aunque, según la CSI, a costa de los derechos e incluso las vidas de miles de trabajadores inmigrantes.
El dinero en juego
En su informe titulado "Qatar: ganancias y pérdidas. Cálculo del coste de la esclavitud moderna en Qatar", la CSI explica que durante la licitación que presentó el país para el torneo de fútbol en 2011, los cálculos de los costes que hizo el propio Gobierno catarí ascendían a 220.000 millones de dólares.
Qatar necesita de todo tipo de infraestructuras antes del evento: estadios, hoteles, carreteras, aeropuertos, transporte público… por lo que las empresas constructoras de todo el mundo han buscado un hueco en el país. Las estimaciones de la CSI apuntan a que la inflación de los materiales de construcción por este motivo podrían alcanzar el 15-20% antes de 2018, lo que sumaría millones adicionales al coste de la Copa del Mundo.
La organización hace, además, un cálculo aproximado de los beneficios que reporta a una empresa el hacerse con uno de los jugosos contratos de infraestructuras. Según la CSI, el beneficio medio para uno de estos proyectos oscila entre el 5 y el 10% del valor del proyecto (un 7,5% de media), y teniendo en cuenta que la inversión se calcula en 220.000 millones, las compañías buscan hacerse con un negocio de 15.000 millones de dólares.
Además, las empresas aspiran a hacerse con otros 400 millones de dólares que los propios aficionados gastarán durante el evento entre el alojamiento, la comida y los gastos básicos y los billetes de avión.
Las empresas presentes en Qatar
En Qatar, los trabajadores inmigrantes están sometidos a un sistema denominado "kafala", que implica que los trabajadores están totalmente controlados por su jefe, hasta el punto de que no pueden abandonar el país o trabajar para otra empresa sin su permiso, no tienen libertad sindical o que necesitan el consentimiento de su jefe para pedir dinero prestado o sacarse el carnet de conducir.
"El Gobierno no ha incorporado cambio alguno en el ámbito de los derechos laborales ni en cuanto a su cumplimiento, y se niega a firmar el Protocolo sobre trabajo forzoso de la OIT", recogen el informe desde la CSI. "En Qatar han muerto ya 1.993 trabajadores migrantes procedentes tan sólo de dos países: Nepal y la India. Y lo más terrible es que los Gobiernos de todo el mundo guardan silencio ante esta situación. Reciben dinero de Qatar y envían políticos experimentados para encabezar misiones diplomáticas y comerciales, pero son incapaces siquiera de preguntar por los derechos y libertades fundamentales- ya ni digamos reclamarlos", explica la organización.
Desde la CSI señalan directamente a las empresas que tienen actualmente contratos en Qatar como parte de esta esclavitud, e incluso hacen un repaso de sus principales inversores al tiempo que les preguntan: "¿Está usted invirtiendo en esclavitud?".
Entre las empresas incluidas en el informe se encuentran varias españolas: ACS (con contratos por valor de más de 1.000 millones de dólares en Qatar), FCC (más de 900 millones de dólares) u OHL (con más de 1.400 millones de dólares en juego). También otras grandes constructoras internacionales se encuentran actualmente en Qatar: las estadounidenses Bechtel y CH2M Hill, las francesas Bouygues y QDVC o la austriaca Porr, entre muchas otras.
Desde la CSI apuntan que las multinacionales en Qatar están incumpliendo las directrices marcadas por distintas organizaciones internacionales, como la OCDE, quien establece que las empresas deben "evitar causar impactos negativos sobre los derechos humanos (…) y resolver los impactos negativos cuando surjan", para lo que deben "evaluar los imapctos reales (…) hacer un seguimiento de las respuestas y comunicar las medidas adoptadas para hacer frente a los impactos". "En consecuencia, es muy probable que todas las empresas que están haciendo actualmente negocios en Qatar estén vulnerando las Líneas Directrices de la OCDE, y podrían ser objeto de una denuncia presentada ante su punto de contacto nacional", concluye el informe.
Se estima que de los 2,4 millones de habitantes que tiene Qatar, cerca del 90% es extranjera, y que el número de trabajadores necesarios para construir la Copa del Mundo no hará más que crecer en los próximos años, incluso algunas estimaciones apuntan a que se necesitará medio millón más de trabajadores.
Según la CSI, las condiciones de trabajo de los inmigrantes en Qatar, con jornadas de más de 12 horas a pleno sol y en condiciones insalubres por un sueldo mísero han costado 1.091 vidas de trabajadores inmigrantes cada año.