Cerca de la mitad de las salidas que se produjeron durante la segunda mitad de 2015 se debieron a compras en el extranjero por parte de empresas y familias. Y, explica la firma, "son flujos que han estado en marcha durante más de una década. Reflejan la apertura del país más que cualquier otro cambio […]
Dirigentes Digital
| 01 mar 2016
Cerca de la mitad de las salidas que se produjeron durante la segunda mitad de 2015 se debieron a compras en el extranjero por parte de empresas y familias. Y, explica la firma, "son flujos que han estado en marcha durante más de una década. Reflejan la apertura del país más que cualquier otro cambio reciente (…) En otras palabras, China no ha estado sufriendo una fuga de capitales".
En lugar de ello, señalan estos expertos, lo que ha estado experimentando el gigante asiático ha sido un "brusco cambio en la acumulación de pasivos externos", que refleja, en parte, un posicionamiento más negativo entre los inversores extranjeros (que han reducido sus tenencias de valores chinos y depósitos en renminbis). Ahora bien, "la parte más importante ha sido acometida por las empresas domésticas para pagar deuda externa". Pasivos relativamente pequeños, menos del 15% del PIB…
Así las cosas, consideran que el People’s Bank of China (PBoC por sus siglas en inglés) cuenta con divisas suficientes para contrarrestar la presión resultante sobre su divisa.
Sin embargo, se plantean tres escenarios posibles a futuro: el más pesimista, esto es, una mayor pérdida de la fe en la economía china y en sus políticos, provoca sí una fuga de capitales. "Sería globalmente desestabilizador, pero no hay señales de que vaya a suceder".
El segundo pasa porque los flujos de salida continúan aún durante varios trimestres, el banco central defiende la moneda de manera indefinida siempre que cualquier aceleración se mantenga en el ámbito de la reducción del pasivo. Hará falta tiempo, pero, los mercados concederán que el PBoC tiene capacidad para mantener su política de cambio. Es el caso más probable para estos expertos.
Finalmente, el extremo optimista, en el que la autoridad monetaria convence rápidamente a los mercados de que se han equivocado con sus intenciones sobre la divisa (para ello haría falta una comunicación mucho más clara de la vista hasta ahora).