Según datos recopilados por JP Morgan AM, durante el mes de febrero el principal índice de bonos gubernamentales a escala internacional obtuvo una rentabilidad del 1,2% y ha generado una rentabilidad del 3,4% en el año en curso, cifra que supone el mejor arranque para la renta fija estatal desde 1993. Sin embargo, los inversores […]
Dirigentes Digital
| 04 mar 2016
Según datos recopilados por JP Morgan AM, durante el mes de febrero el principal índice de bonos gubernamentales a escala internacional obtuvo una rentabilidad del 1,2% y ha generado una rentabilidad del 3,4% en el año en curso, cifra que supone el mejor arranque para la renta fija estatal desde 1993.
Sin embargo, los inversores en este tipo de activos se enfrentan al creciente desafío de los ingresos. "A medida que los bancos centrales comienzan a experimentar con los tipos de interés negativos, las tires de los mercados de renta fija empiezan a descender", explican, recordando que aproximadamente el 27% de los bonos gubernamentales mundiales ofrecen hoy rentabilidades de menos del 0%. Y el 65% de la clase en su conjunto proporciona un rendimiento inferior al 1%.
"Se prevé que el Banco Central Europeo (BCE) incremente la penalización a los depósitos de los bancos y que además aumente su programa de compra de bonos y quizás extienda el ámbito de esas adquisiciones", recuerdan desde Banca March en su último informe de estrategia mensual.
A ello se sumará la acción de otros bancos centrales, como la mayor prudencia esperada en la política de la Reserva Federal o las previsibles nuevas bajadas en el coeficiente de reservas obligatorias que los bancos deben tener como garantía en el banco central de China, o incluso que el país decida bajar los tipos de interés una o dos veces más este año.
"Todas estas acciones de política monetaria, que hasta hace algunos trimestres eran consideradas idóneas, necesarias y casi suficientes para mejorar la situación económica y financiera, se han ido agotando", indican los expertos.
Ante este panorama, y a pesar de que los bancos centrales están brindando apoyo, desde Banca March consideran que el potencial de revalorización y la remuneración en renta fija es tan pequeña que no compensa el riesgo de volatilidad en el caso de los bonos del Estado, así como el riesgo de liquidez que existe en el mercado de la deuda empresarial.
"Los cupones de los bonos del Estado son poco atractivos; exceptuando los bonos periféricos, que representan casi la única alternativa en este mercado pero cuyo potencial se está agotando", indican.
A su juicio, los bonos de empresas ofrecen rentabilidades bastante atractivas, "y aunque los impagos han aumentado, nos parece que ese riesgo ya está puesto en precio y creemos interesante aprovechar ese plus de rentabilidad por lo que recomendamos bonos del universo high yield y bonos convertibles, de empresas en los sectores más defensivos".
Alternativas arriesgadas
Mientras los mercados siguen evidenciando elevados riesgos, y problemas de liquidez en algunos segmentos, algunas alternativas de mayor riesgo están empezando a captar el interés de ciertos inversores. Es el caso de los bonos griegos.
A pesar de que los mercados financieros se sitúan entre los de peor comportamiento este año, la pasada semana se registró un notable repunte tanto en su renta fija como en su mercado de renta variable.
Según datos recopilados por Bloomberg, el rendimiento de los bonos a 10 años cayó 180 puntos básicos, hasta el 9,77%, desde los máximos de seis años alcanzados el pasado 12 de febrero. Del mismo modo, el índice de referencia ASE rebotó un 13% la pasada semana.
Otros grandes fondos también han empezado a mirar a posibles emisiones de países de mayor riesgo, como Argentina. Tras alcanzar un acuerdo con los fondos buitres, el país estudia una emisión de bonos de 15.000 millones de dólares. El objetivo es precisamente hacerse del efectivo necesario para cerrar el litigio con sus acreedores.
Para atraer inversores, la emisión deberá estar denominada en dólares, y sin duda tendrá que ofrecer rentabilidades lo suficientemente atractivas para atraer a unos inversores que pueden desconfiar de una economía que lleva expulsada del mercado desde 2001. Y eso puede ser una ventaja frente a otros países emergentes, con rentabilidades menores y más afectados por la caída de los precios de las materias primas.