Uno de los bancos más grande de Europa no podía permitirse dudas sobre su solvencia. A pesar de que superó test de estrés con holgura, en línea con sus homólogos, al tener un core capital del 9% y elevarlo por encima del 11% durante este año, generaba cierta interrogante en el mercado. La entidad nunca ha publicado el ratio de capital de Basilea III fully loaded que se comenzará a exigir en 2019 por encima del 10%. Ayer jueves con el anuncio de la macro ampliación de capital se desveló el misterio y la entidad reconoció situarse al 8,3% a cierre de 2014. Por debajo del nivel que exige ya el mercado y de los grandes bancos europeos y como temían algunos expertos del sector que auguran que la entidad presidida por Ana Patricia Botín tendrían que
ampliar capital.
La ampliación de capital rompe con la línea de los últimos años en los que el banco había estado aumentando su capital mediante el pago a sus
accionistas a través de la fórmula de scrip dividend. Dado que alrededor del 87% de los accionistas elegían el pago del dividendo en acciones esto suponía una ampliación del capital. Sin embargo, esta fórmula era muy suave respecto a la decisión tomada ahora que busca una ampliación de 7.500 millones de euros, una cifra con la que prentenden aprovechar el "cambio de ciclo".
Ventas para hacer caja
En enero de 2008 se dio a conocer la noticia de que Santander vendía su ciudad financiera a Proinvest. Con una operación que ascendió a 1.900 millones de euros y 605 millones de euros de plusvalías, el banco culminaba su plan inmobiliario. En la estela de otros grandes bancos, Santander decidía así no quedarse con ninguno de sus grandes inmuebles (a excepción de la sede histórica de la ciudad de Santander) y ser el inquilino de ellos. De esta forma, el acuerdo con Proinvest incluía la condición de seguir en la ciudad financiera durante los próximos 40 años.
En la misma línea, se produjo la venta de la mitad de una de las joyas de la corona, su gestora, a dos entidades de capital riesgo, Warburg Pincus y General Atlantic, en una operación que le proporciona una plusvalía neta de 700 millones de euros.
También siguió la tendencia del sector y soltó el lastre del ladrillo con la venta de su inmobiliaria Altamira y parte de la cartera de crédito dudoso al fondo Apollo, con lo que obtuvo 700 millones de plusvalías. El banco no asumió la depreciación de activos ya que los mantenía en balance pero bajo la gestión del fondo.