Y el calendario "corre" en contra de Atenas: la extensión del programa de ayudas durante cuatro meses acordada en febrero expira en junio y, tras el fallido Eurogrupo del pasado viernes, los siguientes encuentros oficiales de los ministros de Economía y Finanzas de la Zona Euro se esperan para los días 11 de mayo y […]
Dirigentes Digital
| 28 abr 2015
Y el calendario "corre" en contra de Atenas: la extensión del programa de ayudas durante cuatro meses acordada en febrero expira en junio y, tras el fallido Eurogrupo del pasado viernes, los siguientes encuentros oficiales de los ministros de Economía y Finanzas de la Zona Euro se esperan para los días 11 de mayo y 18 de junio. Ahora bien, al tiempo que se desarrollan las negociaciones políticas, además de las posturas encontradas, Grecia debe hacer frente a una serie de obligaciones financieras que endurecen, aún más si cabe, los plazos que "deben" cumplirse.
A finales de este mes, el Gobierno de Tsipras debe hacer frente al pago de 1.900 millones de euros en salarios del sector público y pensiones; para mayo, se calculan repagos por importe de 1.000 millones de euros, que se "reparten" entre vencimientos de deuda y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y ya en junio, se cifran en 1.590 millones de euros las obligaciones del país con dicho organismo internacional.
A su vez, la capacidad del Ejecutivo heleno para "cumplir" con estos desembolsos "dependerá de una combinación de la posición en efectivo restante entre las distintas entidades gubernamentales, nuevos flujos de ingresos y refinanciación de bonos del Tesoro", explican los analistas de Barclays, en cuya opinión, incluso con la transferencia de efectivo realizada desde las instituciones públicas al banco central, Atenas puede quedarse sin dinero en efectivo a partir de mayo. "Puede resistir hasta finales de junio, pero esto dependerá de la percepción de la situación general, lo que influirá en la capacidad para recaudar ingresos y refinanciar los bonos en medio de una situación económica de deterioro global".
Entre los plazos políticos y los financieros, la firma británica dibuja tres escenarios principales para Grecia:
"El bueno". Las negociaciones se vuelven más y más constructivas en las próximas semanas, el sentimiento hacia el país mejora al mismo tiempo y se alcanza un acuerdo sobre el programa a finales de junio. Se libera la nueva liquidez, Grecia evita el impago de cualquier deuda y también los controles de capital. Las tensiones podrían volver a aparecer durante la ejecución del nuevo programa en los siguientes trimestres, pero el riesgo de salida del euro habría disminuido considerablemente.
"El malo, seguido del bueno". Las conversaciones siguen atascadas, el sentimiento se deteriora y el Ejecutivo se queda sin dinero probablemente antes de que acabe junio. Incumple los pagos con el FMI, los bancos sufren importantes salidas de fondos y/o el Banco Central Europeo (BCE) suspende la liquidez de emergencia (ELA). En consecuencia, comienzan los controles de capital. Este estrés deriva en un cambio en la postura del Gobierno (dejando de lado al ala más radical y aprobando las medidas necesarias con los votos de la oposición, probablemente respaldado por un referendum), lo que a su vez conduce a un acuerdo con los acreedores.
"El malo, seguido de lo peor". El principio de este escenario es como el segundo, pero sin que se produzca un cambio de rumbo en el Ejecutivo heleno. Las entidades financieras helenas siguen privadas del apoyo del BCE, los controles de capital se mantienen y el país tampoco hace frente a los pagos con la propia autoridad monetaria. Así, el Gobierno comienza a emitir pagares para pagar salarios y pensiones, lo que jugaría el papel de una moneda paralela. Grecia, de facto, deja de pertenecer al euro, es decir, se produce el tan temido Grexit. Las consecuencias serían malas para la Unión Europea (UE) durante un periodo prolongado, quizá en el corto plazo los "cortafuegos" levantados desde el estallido de la crisis de deuda, las compras de bonos (QE) del BCE y el impulso actual del crecimiento, limiten el impacto; pero, a largo, el hecho de que la pertenencia a la Zona Euro ya no sea irreversible tendrá repercusiones negativas en años venideros.
"Se puede argumentar que el tercer escenario no constituye una verdadera salida de la Zona Euro, ya que el Ejecutivo griego no puede aprobar una ley que presente oficialmente una nueva moneda de curso local y la conversión de los contratos denominados en euros a esta divisa. Por la misma razón, los miembros de la UE y del BCE nunca podrán declarar oficialmente que Grecia ha salido del euro (pues no existe ninguna disposición legal para este supuesto). Sin embargo, en la práctica, esta distinción es de poca relevancia: si los bancos helenos pierden el acceso al BCE, el sistema financiero probablemente colapse y se produzca un default", matizan estos analistas.
Por eso, el hecho de que se pueda afirmar que legalmente no hay una salida del euro ofrece "poco consuelo" para la entidad británica, que añade: "La idea de que Grecia no pueda pagar, pero permanecer en el euro puede proporcionar comodidad sólo si se tiene en cuenta el incumplimiento temporal de sus obligaciones con el FMI como parte del escenario 2. El impago permanente de sus deudas con este organismo, el BCE y otros acreedores, como parte del escenario 3, para nosotros a efectos prácticos significa su salida de la unión monetaria".
Para estos expertos, las posibilidades de que se alcance el primero de los supuestos disminuyen a medida que pasan los plazos políticos y financieros. Es más, creen que ya no se puede luchar por este escenario, pues aunque los líderes europeos mantienen la retórica de que quieren que Grecia permanezca en el euro, dada las experiencias de negociaciones previas, lo que significa efectivamente esta frase sería más bien: queremos que Grecia siga en el euro, pero no con la actual composición del Gobierno. Así, el Eurogrupo podría "favorecer el escenario 2 sobre el 1, pues aunque éste sería más deseable a corto plazo, podría tener repercusiones negativas a largo, en su opinión, al dañar el proceso político de la UE (es decir, al establecerse un precedente de comportamiento no cooperativo).
Tres "salidas" dibuja también José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, al limbo en el que se encuentra Grecia: principio de acuerdo, pero dejando para más adelante los detalles; no hay acuerdo, se produce un default y controles de cambio, pero dentro del euro; o, no hay acuerdo, se produce un default y controles de cambio, preparando el camino para salir del euro, quedándose en la UE. "Nosotros nos inclinamos por el primero, más adelante. Pero admito que el segundo no parece ahora tan lejano. Y el tercero es ciertamente más complejo, con mayores interrogantes a futuro", afirma.
"Grecia se está quedando sin tiempo y sin dinero y, probablemente, tenga que dar un paso atrás en sus exigencias más pronto que tarde. Sus acreedores está poco dispuestos a darle un respiro hasta que se comprometa a adoptar medidas más estrictas", añade Eirini Tsekeridou, analista de renta fija de Julius Baer.
Al mismo tiempo, David A. Meier, economista de la misma firma, señala: "En una disputa cada vez más feroz entre Atenas y sus acreedores parece poco probable que obtenga financiación adicional del Eurogrupo, el FMI o el Banco Mundial. Por tanto, podría no ser capaz de cumplir con sus obligaciones de principios de mayo. El default gana enteros y preocupa a los mercados financieros. Aún así, su posible salida del euro no se contempla como una disolución de la unión monetaria", matiza.