La creciente integración de los sistemas financieros durante las dos últimas décadas y el efecto contagio observado tras la crisis de 2008 han llevado al Fondo Monetario Internacional (FMI) a plantearse hasta qué punto mantienen los países su independencia económica frente a las fluctuaciones de Estados Unidos. La tercera subida de tipos llevada a cabo […]
Dirigentes Digital
| 11 abr 2017
La creciente integración de los sistemas financieros durante las dos últimas décadas y el efecto contagio observado tras la crisis de 2008 han llevado al Fondo Monetario Internacional (FMI) a plantearse hasta qué punto mantienen los países su independencia económica frente a las fluctuaciones de Estados Unidos. La tercera subida de tipos llevada a cabo por la Reserva Federal (FED) desde 2015 ha tenido un efecto llamada sobre los mercados de capital por el incremento de la rentabilidad. En consecuencia, los intereses en el resto de países se han visto o se verán abocados a crecer para competir, lo que podría ser contraproducente con una política monetaria expansiva, con la mantenida por el Banco Central Europeo, para facilitar el acceso al crédito. El organismo internacional cifra el impacto de estas decisiones sobre las condiciones políticas locales en el entorno del 20% y del 40%, en función de si se trata de una economía avanzada o en desarrollo. En el contexto de la recesión económica, la actitud mayoritaria, incluida la de Estados Unidos, tendió a la relajación de las condiciones de financiación para la reactivación del crédito. Desde hace dos años, la FED está en proceso de normalizar su política monetaria vía subida de los tipos ante la estabilidad en los indicadores de crecimiento. El problema es que esta recuperación no se ha transmitido a la misma velocidad en todo el mundo, lo que se refleja en los débiles niveles de crecimiento en la Eurozona o en la volatilidad de los mercados emergentes. Las subidas consecutivas en el precio del dinero pueden desembocar en una “desarrollo involuntario” en el resto de economías locales ajenas al dólar, que mantienen los tipos a 0% para combatir las altas tasas de desempleo, los bajos niveles de inversión o dinamizar su demanda interna, según recoge el estudio. Este efecto viene explicado por la importancia del dólar como divisa internacional. A medida que se ha hecho efectiva la integración financiera, la interdependencia global ha ido creciendo y el control de los gobiernos sobre sus propias economías descendiendo en paralelo. Esta tendencia es aún más acusada en las economías emergentes, donde la actividad está directamente ligada a las condiciones externas. Según otro estudio reciente del FMI, los principales motores de crecimiento de los países en desarrollo durante la última década han sido sus exportaciones y las inversiones de capital extranjero, un reflejo de su falta de autonomía frente al resto del mundo.