A ninguno ya nos extraña estar mirando con lupa cada una de las decisiones y comentarios que provienen de los bancos centrales, mirando sólo la realidad económica, los datos macroeconómicos, desde un prisma positivo o negativo, tomándolo como motivo o excusa para actuar o no por dichas instituciones. Lo preocupante del asunto no es que […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
A ninguno ya nos extraña estar mirando con lupa cada una de las decisiones y comentarios que provienen de los bancos centrales, mirando sólo la realidad económica, los datos macroeconómicos, desde un prisma positivo o negativo, tomándolo como motivo o excusa para actuar o no por dichas instituciones.
Lo preocupante del asunto no es que la actuación o no se dé, sino que se haya convertido en cotidiano este tipo de medidas y totalmente habitual que el mercado se lo tome con normalidad, haciendo ver que los bancos centrales siempre han tomado este tipo de decisiones con asiduidad. Bien es cierto que los bancos centrales siempre han tenido gran parte de intervencionismo en la economía, circunstancia vital para la regularización de la misma ante alteraciones que se puedan ir ocasionando.
Lo anormal es que las políticas de expansión se hayan dilatado tanto en el tiempo y sobre todo que la brecha para pasar de estas políticas a unas más restrictivas se estén ampliando de una manera cuantiosa. Lo que se nos debe venir a la cabeza es el ¿por qué? de este respeto-miedo a la hora de realizar el cambio de un ciclo a otro.
La respuesta es sencilla, la recesión económica ha sido tan profunda y el factor contagio tan extenso, que aún en esa transformación hacia el crecimiento económico, éste es tan débil o nulo que en muchas economías, en particular, podemos considerar que más que un paso adelante, sería un paso atrás, llevándolas de nuevo al precipicio de la contracción y provocando consecuencias nefastas.
Deberíamos valorar, si se ha actuado de manera correcta, si las medias han sido las sensatas o si realmente sólo se ha metido más leña en la hoguera. El cuantificar si todo, parte o nada ha sido efectivo y en qué modo únicamente se podrá hacer con el paso del tiempo.
Los cimientos de la economía se rompieron en la crisis anterior,- hipotecas suprime-, ahora saber si los nuevos pilares construidos a base de dinero son lo suficientemente sólidos sólo podrá decirlo el tiempo, un tiempo que vendrá condicionado por ver o no un crecimiento estable capaz de disolver mejor que absorber todo el capital que se ha inyectado de manera artificial en la economía mundial y que surjan o no nuevas incertidumbres que se desarrollen como factor contagio.
Por el momento los mimbres de la nueva economía ya están puestos, saber de la durabilidad y calidad de los mismos, sólo el tiempo lo podrá decir. Y no seamos necios depende de muchos factores, no podemos cada día centrarnos o poner de moda uno sólo.
Jorge López es analista de XTB.