Paul Markham, gestor de renta variable global, Newton, parte de BNY Mellon, ofrecía su visión sobre la situación del sector tecnológico en Estados Unidos con la última corrección que han sufrido recientemente algunos de los valores más grandes de la industria por diferentes factores. Según su punto de vista, los temores, justificados, sobre el uso de los […]
Dirigentes Digital
| 17 abr 2018
Paul Markham, gestor de renta variable global, Newton, parte de BNY Mellon, ofrecía su visión sobre la situación del sector tecnológico en Estados Unidos con la última corrección que han sufrido recientemente algunos de los valores más grandes de la industria por diferentes factores.
Según su punto de vista, los temores, justificados, sobre el uso de los datos “han tenido una gran repercusión pero no olvidemos que existen otras cuestiones que han ido ganando relevancia gradualmente”. En los últimos dos años, los datos de los usuarios se han visto comprometidos en varias ocasiones, la monetización de la publicidad digital se ha puesto en cuestión y la venta de dispositivos se ha ralentizado en el mundo desarrollado. Por último, conviene recordar, sostiene, que, tras empezar el año con mucha fuerza después varios años de rentabilidades superiores, “el consenso estaba sobreponderado en el sector tecnológico, lo que ha saturado la demanda”.
La historia de crecimiento subyacente de la tecnología no ha variado. La generación de los millenials, que ha crecido en un mundo de dispositivos móviles y comercio electrónico, muestra unos hábitos de consumo muy diferentes a los de sus padres y esta nueva cultura no hará sino afianzarse a medida que este grupo de edad vaya creciendo. Aunque la manifestación más obvia la encontramos en el comercio minorista, la mayoría de los bienes y servicios, desde pedir comida a domicilio hasta facturar un vuelo, pedir un taxi o pagar la factura de la luz, ya están disponibles con solo apretar un botón.
El experto explica que excepto en el caso de negocios muy especializados (y/o de gama alta), las empresas que no sean capaces de adaptarse a este nuevo mundo quedarán obsoletas y, con frecuencia, serán vulnerables. De aquí en adelante, la anticipada expansión de la realidad virtual (RV) y la inteligencia artificial (IA) añadirá nuevas dimensiones: “por un lado, es posible que la RV sea adoptada con entusiasmo por unos millenials ávidos de experiencias y que resulte útil para diversas aplicaciones educativas, mientras que, curiosamente, la IA podría beneficiar a las economías con los ‘peores’ datos demográficos (p. ej., las más envejecidas)”, analiza.
La principal preocupación con respecto al desarrollo del comercio electrónico y las redes sociales siempre ha sido la seguridad de los datos, principalmente los financieros pero, cada vez más, de todos los datos de carácter confidencial. Hasta cierto punto, cualquiera que publique información personal en línea debe ser consciente de que existe un riesgo que está dispuesto a asumir.
Sin embargo, los últimos casos de mal uso de datos por parte de empresas de alto nivel nos han recordado lo sorprendentemente fácil que resulta compartir con terceros una enorme cantidad de información sobre nuestros gustos y nuestros hábitos. Aún está por ver cómo afectarán estos escándalos a la confianza de los usuarios en las redes sociales y, a su vez, junto con los cambios autoimpuestos en sus políticas de protección de datos, qué repercusiones tendrán en la rentabilidad a largo plazo de estas empresas.
En un sector dominante en términos de capitalización de mercado y en el que la ley de los grandes números hace cada vez más difícil la sostenibilidad del crecimiento, las valoraciones ganarán importancia. Para algunas empresas, eliminar un pilar de rentabilidad las hará vulnerables a las correcciones bursátiles, inhibiendo su capacidad para crecer. Las que puedan capear el temporal con éxito y, aún más importante, logren reforzar o recuperar la confianza de los inversores tras el intenso escrutinio tendrán muchas posibilidades de continuar prosperando.