Brett Olsen, especialista en ETFs de Natixis Global Asset Management (AM), recuerda que estos vehículos de inversión nacieron en los 90 como productos a corto plazo, que permitían una rápida exposición intradía a los principales mercados. “No fue hasta la siguiente década que se convirtieron en una solución de largo para replicar eficientemente los índices […]
Dirigentes Digital
| 16 nov 2016
Brett Olsen, especialista en ETFs de Natixis Global Asset Management (AM), recuerda que estos vehículos de inversión nacieron en los 90 como productos a corto plazo, que permitían una rápida exposición intradía a los principales mercados. “No fue hasta la siguiente década que se convirtieron en una solución de largo para replicar eficientemente los índices pasivos que cubrían los activos globales”, explica. La siguiente fase clave para los ETFs, continúa, fue el desarrollo de la “beta inteligente” (smart beta) o indexación mejorada. Aunque nacieron en el albor del 2000, no fue hasta 2008, tras la crisis financiera, que comenzaron a recibir flujos importantes. “En la actualidad, muchos inversores apuestan por ellos como una inversión de ‘comprar y mantener’ para obtener una exposición a un factor o tema de inversión alternativo”, detalla. Finalmente, los ETFs gestionados activamente otorgaron al vehículo la flexibilidad del gestor, “permite todos lo beneficios cuantitativos de la beta inteligente, pero con el control adicional de un ‘piloto’ para adaptarse más rápidamente a un entorno de inversión cambiante”. Concretamente, añade, “hay un elemento cualitativo involucrado que permite la intervención humana para requilibrar y seleccionar cartera que no está presente en la metodología basada estrictamente en reglas”. Por ejemplo, no estar limitado por calendarios trimestrales o semestrales da al gestor activo una ventaja potencial. Brexit, la elección de Trump… sólo este año se han producido dos shocks para los mercados que muestran lo necesario que son los productos gestionados activamente, “con la opción de ajustar su estrategia (…) excluir ciertos valores si los fundamentales de una empresa cambian repentinamente”, etc. Recordemos que en un reciente estudio elaborado por el Natixis Global Asset Management Durable Portfolio Construction Research Center, un 66% de los gestores consultados afirmaron preferir estrategias gestión activa para proporcionar a sus clientes la rentabilidad ajustada al riesgo. Casi el 80% de los mismos creen que ésta jugarán un papel más importante en las carteras a medida que aumente la volatilidad. Mientras que el informe “EY Global ETF Survey 2016 Integrated innovation: The key to sustainable growth” apunta a que los activos bajo gestión en el universo de los ETFs alcancen en 2020 un valor de seis billones de dólares. Sobre la necesidad de desarrollo de estos vehículos, los expertos señalan una clara contradicción que la industria debe superar: aunque la mayoría es consciente de la necesidad de avanzar en este sentido, el 64% de los proveedores espera que los nuevos productos tengan menos éxito en el futuro. Según indican desde la firma, esta contradicción indica un claro punto de saturación por el lado de la oferta. A principios de septiembre, Morningstar anunciaba la extensión de su Analyst Rating al mercado de ETFs, bajo el cual pondrá ‘nota’ a 300 de estos productos a lo largo de este año, ampliando la cobertura con el tiempo. Se trata de una calificación cualitativo que muestra la convicción de sus analistas en la habilidad del fondo o del ETF a superar a sus competidores (tanto fondos como ETFs) en términos de rentabilidad ajustada al riesgo en un ciclo completo de mercado. Se llega al mismo a través de un análisis de cinco pilares clave: personal, firma gestora, performance, precio, y proceso.