En 2013, último dato disponible según la OCDE y la Oficina Europea de Propiedad Intelectual (EUIPO), se falsificaron productos por valor de 461.000 millones de dólares, cerca del 2,5% del comercio mundial. Solo en la UE, los productos falsos supusieron el 5% del valor total de las importaciones de ese año. Cualquier producto protegido por […]
Dirigentes Digital
| 17 jul 2017
En 2013, último dato disponible según la OCDE y la Oficina Europea de Propiedad Intelectual (EUIPO), se falsificaron productos por valor de 461.000 millones de dólares, cerca del 2,5% del comercio mundial. Solo en la UE, los productos falsos supusieron el 5% del valor total de las importaciones de ese año. Cualquier producto protegido por la propiedad intelectual se puede falsificar: alimentos, cosméticos, ropa, tecnología… Los falsificadores, a la hora de iniciarse en esta producción ilegal, necesitan plantearse ciertas cuestiones: qué piratear, dónde producirlo, dónde se violarán los derechos de autor y cómo llegarán los productos falsos a los mercados finales sin ser interceptados. En un reciente estudio, la OCDE y la EUIPO trataron de determinar las rutas seguidas por los falsificadores. China y Hong Kong acumulan el 80% de las incautaciones realizadas por otros países entre 2011 y 2013. Sin embargo, estas ciudades suelen ser puntos de tránsito porque son grandes centros comerciales. Otros puntos importantes de tránsito para las mercancías falsas suelen ser economías con gobiernos débiles o asoladas por el terrorismo. Pese a que las rutas suelen ser muy complejas, un punto en el que suelen coincidir todas son las llamadas “zonas de libre comercio” (FTZs, por sus siglas en inglés). Se trata de zonas que no se encuentran bajo la misma jurisdicción aduanera que el resto del país y no están sujetas a la mayoría de los procedimientos aduaneros a los que se someten a las demás mercancías importadas. Además, estas zonas ofrecen incentivos a los inversores, como ciertas ventajas fiscales y libertad para los movimientos de capital. Desde la OCDE y la EUIPO consideran que estas zonas son especialmente atractivas para los falsificadores por distintos motivos. El primero de ellos, que resulta más sencillo ocultar el origen real de los cargamentos. Los falsificadores pueden desviar la carga varias veces y hacerlas pasar por distintos puntos de tránsito; en el camino, se puede generar documentación engañosa que esconda la verdadera naturaleza de las operaciones. En segundo lugar, las FTZ facilitan que los productos se puedan manipular “con relativa impunidad”; por ejemplo, es más fácil que los falsificadores puedan volver a etiquetar ilegalmente un producto protegido. Por último, las FTZ son zonas menos protegidas; el funcionamiento de las empresas instaladas allí no está regido por la misma supervisión reglamentaria que para las instaladas en el resto del país. Además, a veces las autoridades de la zona piden escasa documentación sobre la propiedad de las compañías interesadas en instalarse en ella, por lo que es “más simple para entidades legales ocultar el nombre de los verdaderos dueños”. Zonas en crecimiento La importancia de estas zonas no ha hecho más que crecer en los últimos años. Según el informe, en 1970 30 países tenían 80 de estas zonas que sumaban exportaciones por un valor total de 6.000 millones de dólares. La cifra ha crecido hasta rondar las más de 3.000 zonas en 135 países que crean 68 millones de empleos directos y mueven unos 500.000 millones de dólares de valor añadido relacionado con el comercio directo. Según el informe, la clave de que estas zonas se están expandiendo tanto en los últimos años tiene que ver, en gran parte, por el crecimiento de las FTZs de propiedad, gestión u operación privada. En 2008 se analizaron 2.301 zonas, de las cuales el 62% estaba operado por el sector privado; en los 80 apenas el 25% era de propiedad privada.