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Jueves, 28 de marzo de 2024
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Inversión

La apuesta por la ESG: la ‘nueva normalidad’ a la hora de invertir

El “boom “de la inversión responsable y sostenible  Varios estudios muestran el aumento del número de inversores que apuestan por la inversión ESG. Aunque todavía podemos hablar de algo relativamente reducido, asistimos a un “boom” por aquellas empresas que han asumido la importancia de cuidar el medio ambiente, el impacto social y el buen gobierno […]

19 mar 2021

El “boom “de la inversión responsable y sostenible 

Varios estudios muestran el aumento del número de inversores que apuestan por la inversión ESG. Aunque todavía podemos hablar de algo relativamente reducido, asistimos a un “boom” por aquellas empresas que han asumido la importancia de cuidar el medio ambiente, el impacto social y el buen gobierno corporativo. 

Este tipo de inversión, que aporta alta rentabilidad, casa con la manera de pensar y los hábitos de consumo que poseen muchos inversores. 

Según la XI encuesta realizada por el Observatorio Inverco, donde se consultaron gestoras que representan más del 92% del patrimonio total invertido en fondos, más del 53% de las entidades tiene registrados fondos que siguen esta línea de responsabilidad ESG. “Dos tercios de las Gestoras de Fondos (67%) han notado un incremento en el interés de los partícipes, si bien la mayoría de las entidades no distingue por perfiles de inversión, aunque un 26% sí apunta a los inversores con un perfil equilibrado como los que más han incrementado su patrimonio en este tipo de vehículos”, siendo los millennials los más concienciados.

Ante la actual inversión sostenible 2.0, ya son muchos los que buscan saber de qué forma invertir siguiendo estas claves. Hablamos de fondos sostenibles, bonos verdes y ETF’s.

Los fondos sostenibles

“La sostenibilidad ha supuesto un cambio fundamental en la forma de ver y valorar las empresas”, apunta Carla Bergareche, directora general de Schroders para España y Portugal para añadir: “Los impactos negativos que puedan generar las compañías son un riesgo, ya que se traducen en costes que pueden influir en sus perspectivas de crecimiento a largo plazo. Esta es la base de nuestra forma de invertir: hay algo más que la relación entre riesgo y rentabilidad. Una tercera dimensión -el riesgo de impacto- debe integrarse en el proceso de inversión”.

Para Allianz GI, un factor claro que ha impulsado este interés esta inversión ha sido la amenaza del cambio climático. Insiste en la importancia que juegan los fondos sostenibles en las carteras, aunque vivimos en un momento de cambio constante. “Tenemos un peso no demasiado alto, y en el caso español relativamente bajo en relación a otros países de Europa, pero que se está acelerando. En los próximos 12 ó 16 meses esperamos tener un crecimiento importante en el peso de la inversión sostenible en las carteras y no solo de los clientes institucionales, sino también de particulares”, explican.

Esta apreciación también la comparten desde Nordea AM, donde Sebastian Ölmqvist, Product Manager Fundamental Equities, comenta que estar integrado en el proceso de la sostenibilidad se está convirtiendo cada vez más en lo habitual, donde los que no entren en ella se quedarán atrás. 

La Covid-19 ha acelerado la tendencia ya existente. “La preocupación por el planeta, por tener un futuro mejor es algo que ya estaba, pero el Covid nos lo ha mostrado de forma más clara. Ha demostrado que la inversión en servicios públicos, en salud o la importancia de asegurar cadenas de proveedores adecuadas y responsables, entre otras cosas”, puntualiza Allianz GI. 

"Lo que ha pasado pone de manifiesto que la sostenibilidad no es un “lujo” en el que los inversores solo pueden pensar en los periodos de bonanza. También resulta fundamental en momentos duros”, indica Bergareche. 

Renta variable y renta fija, dos grandes complementos

La renta variable es la forma más directa de exponerse a la inversión sostenible. Sin embargo, los expertos puntualizan que la renta fija también es fundamental para la sostenibilidad, como es el caso de los bonos verdes, ya que permite a los inversores tener cierta influencia sobre los emisores de manera colectiva. 

Bergareche aclara que "a priori son las compañías en sí mismas quienes son responsables o no en sus prácticas […] sin embargo, lo que cambia es la manera en que un riesgo ASG impacta a este tipo de instrumentos. Esto significa que, para un mismo emisor, el riesgo ASG de un bono puede variar en función de qué bono se mantenga, durante cuánto tiempo se mantenga y su plazo de vencimiento. Hace que los riesgos ASG relacionados con la renta fija sean especialmente multidimensionales”. 

Una apuesta alcista e “imparable” para el futuro

Las perspectivas de los fondos sostenibles para 2021 son todavía inciertas ante el panorama volátil de los mercados. Aunque todo apunta a una dirección alcista.  

Desde Allianz GI consideran que la inversión sostenible está creciendo y de forma superior a la media: “Ante toda las transformaciones que estamos viendo, pensamos que en los próximos años va a haber un crecimiento importante para la inversión sostenible desde el punto de vista de entrada de flujos”

Y es que tal y como se ha visto en las últimas crisis, la inversión sostenible se comporta mejor que el mercado en general. “Se trata de que las compañías que mejor gestionan los riesgos, en momentos de caía sufren menos. El mercado también reconoce esa capacidad de gestión de esos riesgos, garantizando también al inversor más tranquilidad en momentos de estrés”, consideran. 

Para Bergareche además, la nueva normativa, en concreto la europea con su Plan de Acción de Finanzas Sostenibles de la UE, no hará más que reforzar esta tendencia optimista.

Sebastian Ölmqvist declara también que el interés por la inversión ESG será cada vez mayor y se convertirá en la estándar. Eso sí, considera que es fundamental que “cualquier afirmación de la integración de ESG se verifique con investigaciones y acciones relevantes”, de lo contrario existe el riesgo de crear un “lavado de cara sostenible”. 

Bonos verdes, una clase de activos por derecho propio

Saida Eggerstedt, responsable de crédito sostenible de Schroders, define un bono verde como “un instrumento cuyos ingresos son utilizados por la empresa o el gobierno que lo emite específicamente para financiar proyectos con beneficios ambientales”. 

“Al cierre de 2015 apenas representaba el 0,1% de un índice de renta fija internacional, un porcentaje que se ha elevado al 1% de los índices mundiales con importes que rondan los 500.000 millones de euros. […] Hace tiempo que los bonos verdes ya no son un mercado nicho y constituyen una clase de activo por derecho propio”, explica Julien Bras, gestor del Fondo Allianz Green Bond. 

El experto hace hincapié en que Europa es la región que más ha avanzado, aunque “el fenómeno empieza a extenderse por EEUU y Asia, donde se espera que este apetito vaya a más en los próximos años. Es probable que la elección de Joe Biden, comprometido con la reincorporación de EEUU al Acuerdo de París, ejerza una influencia positiva sobre la oferta y demanda en el país”, concreta. 

En lo que respecta a la evolución de los bonos verdes tras la pandemia, Bras resalta que la Covid-19 ha servido para impulsar proyectos con un efecto positivo en el medioambiente y, por tanto, el uso de los bonos verdes, sobre todo en Asia y más concretamente en China, donde “aunque esté lejos de cumplir los estándares generalmente aceptados, se prevé que el mercado continúe su expansión allí”, recalca. 

“Con unas economías muy afectadas por los cierres provocados por el Covid-19, la respuesta política de los gobiernos ha incluido programas de inversión verde y social. Alemania emitió bunds verdes y también la UE emitió bonos sociales EU SURE dentro de su programa Next Generation EU, que incluye iniciativas de inversión verde. Estas políticas han animado a las empresas de Europa, y a su vez hemos visto un aumento significativo del tamaño y la liquidez del mercado, creando una especie de círculo virtuoso”, aclara Saida Eggerstedt

La CE ha anunciado el lanzamiento de un estándar europeo para los bonos verdes que, si bien se parecerá a los principios, incluirá la obligación de someter al título a una evaluación externa de su estructura y de comunicar su aplicación final. 

Tal y como explica Anastasia Petraki, directora de análisis político de Schroders, estas normas europeas “pretenden mejorar la transparencia, la posibilidad de comparación y la credibilidad del mercado”, donde el objetivo es fomentar la emisión de los bonos verdes.

Aunque los emisores han sido históricamente gobiernos o entidades supranacionales, lo cierto es que el sector privado se está involucrando cada vez más. “Para los inversores que buscan cada vez más alinear las rentabilidades financieras con el impacto social y ambiental, los bonos verdes han sido tradicionalmente considerados como una forma atractiva de hacerlo”, asume la experta. 

Y es que bonos verdes mantienen unas claras diferencias entre los corporativos y gubernamentales. El experto de Allianz GI muestra que “existen ciertas diferencias estructurales que convierten a los bonos verdes en una verdadera fuente de diversificación gracias a una duración levemente más elevada, a su inclinación por la eurozona y a una mayor exposición a los emisores corporativos, ya que los bonos soberanos tienen una presencia bastante abultada en los índices agregados internacionales […] De ahí que pueda recurrirse a los bonos verdes para diversificar una cartera agregada internacional conservando un perfil de rentabilidad-riesgo similar, pero con una composición diferente”. 

ETF’s ESG: replicar índices en pro de un mundo “verde"

Otra forma de apostar por la inversión sostenible ESG son los ETFs, que replican índices de referencia de mercado que incorporan estrategias sostenibles.

Para Pedro Coelho, Responsable de Société Générale para Lyxor ETF en España, Portugal y Latinoamérica, esta elección de índices es el resultado de la combinación de factores como “tipo de demanda del mercado, capacidad e innovación de la oferta de los proveedores de índices y una eficiente estructura de gestión por parte del proveedor del ETF que haga el puente”. 

Desde BlackRock aclaran que en el momento actual hay un incremento notable en el número de ETFs sostenibles a nivel europeo, ya que se ha pasado de “68 clases de participaciones de ETFs sostenibles a 340 a cierre de 2020”, algo que ha contribuido a que los clientes integren estrategias sostenibles en sus nuevas carteras. 

Esta evolución in crescendo ha sido incluso más pronunciada durante la caída del mercado en el primer trimestre pandémico al que hemos asistido este 2020, donde se mostró, como en otras recesiones, la resiliencia de los fondos sostenibles. “Estas constataciones están contribuyendo a poner fin a la creencia errónea de que la inversión sostenible conlleva unas rentabilidades inferiores”, añade BlackRock. 

“A medida que su adopción se generaliza, hemos visto un cambio en las preferencias del mercado, desde el ESG más marcado al ESG con menos restricciones, esto es, de estrategias con muchas diferencias con respecto a los índices más representativos de mercado, a otras mucho más cercanas a estos índices”, matiza por su parte el entendido de Lyxor. 

Con respecto a sus perspectivas de futuro, BlackRock explica que, viendo la consolidación de los ETFs de renta variable y renta fija con sesgo ESG a la que estamos asistiendo, la atención ha pasado a centrarse en el clima. Y aunque hemos visto un interés evidente por parte de gobiernos y autoridades reguladoras, lo cierto es que desde la gestora prevén “que la transición desde las carteras tradicionales a las sostenibles proseguirá y que este proceso no hará sino acentuarse a medida que los inversores perciban la sostenibilidad como la nueva normalidad a la hora de invertir.

Coelho apunta que el 2020 ha sido el primer año en el que los flujos de ETF ESG han sido superiores a los flujos a ETF no ESG, por lo que apuesta a que esta tendencia se mantenga. 

Consejos a la hora de invertir en ESG

Desde Allianz GI la recomendación para apostar el ESG es contar con un asesoramiento profesional e ir siempre por la vía de los fondos, para no quedarnos relegados a un único valor y asumir ese riesgo. 

Por otro lado, cabe señalar que la Asociación Española de Inversión Sostenible (Spainsif) es una opción transversal para inversores de todo tipo a la hora de informarnos. 

Cuando la nueva ley entre en vigor, los productos de inversión estarán más claramente etiquetados y los asesores tendrán que incluir las preferencias de los inversores en cuanto a sostenibilidad en sus recomendaciones. […] Será mucho más accesible para todos”, puntualiza Schroders. 

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