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Inversión

La ESG se afianza en la renta fija

Las políticas públicas, los reguladores y los supervisores están jugando un papel decisivo en la promoción de la agenda ESG y la crisis del coronavirus ha venido a impulsar la tendencia, acentuada también por la mayor resiliencia que han mostrado las inversiones sostenibles en la coyuntura actual. La demanda de los inversores a nivel global […]

06 oct 2020

Las políticas públicas, los reguladores y los supervisores están jugando un papel decisivo en la promoción de la agenda ESG y la crisis del coronavirus ha venido a impulsar la tendencia, acentuada también por la mayor resiliencia que han mostrado las inversiones sostenibles en la coyuntura actual. La demanda de los inversores a nivel global hacia los temas relacionados con la sostenibilidad es clara, inversores que esperan generar beneficio en el mundo real además de conseguir un retorno financiero, lo que está llevando a un importante auge de las opciones de inversión sostenible, también en renta fija.

Brecha ESG renta variable y renta fija

Invertir bajo el prisma ESG en renta fija es importante porque “ayuda a evitar emisores que son vulnerables a las rebajas de calificación y al riesgo de refinanciación, lo que lleva a mejores retornos”, apuntan desde Bank of America. El análisis extrafinanciero se ha hecho cada vez más importante en deuda, de modo que Alain Krief, responsable de renta fija en Edmond de Rothschild, cree que “ahora estamos en un punto de inflexión y la brecha entre los dos segmentos de renta fija-renta variable se está reduciendo gradualmente”. Una tendencia lógica, a juicio de Ana Guzmán, directora de Impacto en Portocolom Independent Advisors. “Desde el punto de vista de sostenibilidad da igual el instrumento, lo que importa es el emisor. Si éste nos convence por tema ESG lo siguiente es elegir el vehículo más óptimo para nuestro perfil, si renta variable o renta fija, pero ésto ya es una decisión financiera”. 

Según recuerda Mauro Valle, responsable de Renta Fija de Generali Investments, “en el pasado, los criterios ESG para seleccionar las inversiones estaban asociados a las carteras de activos de renta variable. Pero para que una empresa cumpla realmente con estos criterios debe considerar también la calidad ESG de su perfil de deuda”. Esto es, hay un interés de los emisores que fomenta el auge de la renta fija ESG pero también hay necesidad por parte de los inversores de deuda por “invertir en bonos sostenibles o verdes para respetar sus estándares de sostenibilidad”.

“Hay muchos menos fondos de renta fija sostenibles que de renta variable y seguirá siendo así durante un tiempo, pero afortunadamente cada vez hay más fondos de gestión activa y de gestión pasiva”, apunta Luis Hernández Guijarro, gestor del fondo Esfera II Sostenibilidad ESG Focus FI. Y menciona algunos de los motivos que pueden estar detrás de esta brecha, caso de “la escasez de índices de sostenibilidad de renta fija en comparación a los índices de sostenibilidad de renta variable, la oferta de emisiones de deuda sostenible líquidas y de duraciones no muy excesivas, el coste de la certificación de esas emisiones y el poco margen del producto de renta fija frente al de renta variable”.  

Auge de los bonos verdes

“2019 fue un año récord para las emisiones de bonos verdes y, a pesar de la crisis, pensamos que este año va a ser otro año potente”, pronostica Álvaro de Liniers, de NN IP España. “Ya estamos hablando de un universo de más de 500.000 millones de euros ahí fuera (...) Para hacernos una idea, el universo invertible de los bonos verdes representa ya un tamaño mayor que el de los bonos convertibles globales o el de la renta fija europea high yield”. 

En efecto, el reciente crecimiento del mercado de bonos verdes es un hecho indiscutible porque “la demanda por parte de institucionales es muy fuerte y, en los últimos 3/5 años, se ha incrementado muy por encima de la media”, asegura Félix López, socio director de atl Capital Gestión, quien destaca que “las emisiones a partir de la última semana de marzo, cuando se conocían los programas de apoyo, han sido brutales”. Y eso que, como indica Johann Plé, gestor de cartera de AXA Investment Managers, "en marzo fue posible vender bonos verdes cuando a veces era muy difícil encontrar un comprador para los bonos convencionales", síntoma de la fortaleza de este segmento del mercado y reflejo de la resiliencia de este tipo de activos de la que tanto se habla en este 2020.

Respecto a su rentabilidad, López asegura que “no hay muchísima diferencia con respecto a los bonos no verdes en los últimos 12/24 meses pero sí que lo han hecho algo mejor”. “Al ser un activo más escaso que los bonos senior normales y haber mayor demanda, es lógico que haya habido una mayor compresión de los diferenciales”, apunta. En todo caso, también deja claro que estos bonos “no tienen ninguna ventaja en términos de prelación” en caso de quiebra con respecto a los no-verdes.

De ahí que Scott Freedman, gestor de carteras de renta fija en Newton (BNY Mellon IM), subraye que “realizar un riguroso análisis bottom-up es tan importante en el caso de los bonos verdes como en el de cualquier otro bono”. No están exentos de un riesgo de impago y no hay que olvidar que gran parte de ellos “han sido emitidos por bancos, gobiernos, entidades supranacionales y empresas de suministros públicos, lo que puede suponer un problema para los inversores que deseen diversificar el riesgo”. Algo similar ocurre en el mercado de los bonos sociales, donde la mayoría de los emisores están vinculados a gobiernos.

Más allá de los bonos verdes

Hasta hace poco, hablar de bonos sostenibles era prácticamente hablar de bonos verdes, pero el espectro se va ampliando. “Hemos visto un auge de los llamados bonos sociales, que es un mercado joven que aún tiene que afianzarse, especialmente en lo que queda de este año y el que viene, pero que ha crecido más de un 40% fruto de la crisis del Covid-19”, destaca De Liniers. Un espaldarazo, en todo caso, que para Ana Guzmán “es positivo porque el hecho de que haya otro tipo de bonos sostenibles le da madurez. Un mercado es maduro cuando hay mucho volumen en circulación que le permite ser líquido, pero también cuando hay distintos tipos de activos”, comenta.

También han crecido los bonos ligados a los ODS, “que lo que hacen es fijar una serie de parámetros que tiene que cumplir la compañía en cuanto a sostenibilidad para disminuir el cupón que pagan a sus acreedores”, explica. En definitiva, más opciones que han llegado para quedarse aunque, como apunta Félix López, “suelen ser emisiones de menor importe que las de bonos verdes y de menor liquidez en los mercados secundarios”.

Greenwashing 

El “ecoblanqueamiento” o “greenwashing” es uno de los retos que plantea el mercado de bonos para la inversión ESG. De ahí que Scott Freedman, insista en que “los inversores en renta fija necesitan estandarización para poder comparar un bono con otro”, al igual que los emisores deben deben ser transparentes y realizar informes de impacto. 

En todo caso, la directora de Riesgos de Portocolom Independent Advisors recuerda que “lo único que hay con los bonos verdes son unos principios rectores que son de recomendado cumplimiento pero no obligatorios y al final son muy laxos”. Por tanto, es un riesgo que con el auge actual por la sostenibilidad “las empresas se aprovechen de que el coste de financiación a la hora de emitir un bono verde frente a uno tradicional sea menor, de que les mejore los ratios de solvencia y puedan ser elegibles por el BCE y de que les supone un lavado de cara automático”. 

Además, también le preocupa otro aspecto: si hay mucho aumento de la demanda y hay fondos que tienen ese mandato concreto “o bajan el listón o se quedan sin activos donde invertir”. En definitiva, el auge de la ESG en renta fija es bueno, pero es preocupante que aún no exista una estandarización, una definición, una regulación muy específica. Sin embargo, desde Generali Investments se muestran convencidos de que la creciente importancia de la sostenibilidad obligará a “instituciones, inversores y emisores a elaborar normas y metodologías comunes para asegurarse de la calidad de las inversiones sostenibles”.

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