El 24 de febrero, Vladimir Putin decidió invadir Ucrania generando con ello una guerra en Europa, después varias décadas de paz, y unas consecuencias económicas todavía impredecibles. Entre esas consecuencias, la energía ha copado la mayor parte de los titulares. El precio del gas y del petróleo se ha disparado en todo el continente y […]
El 24 de febrero, Vladimir Putin decidió invadir Ucrania generando con ello una guerra en Europa, después varias décadas de paz, y unas consecuencias económicas todavía impredecibles. Entre esas consecuencias, la energía ha copado la mayor parte de los titulares. El precio del gas y del petróleo se ha disparado en todo el continente y esto ha hecho que se tengan que tomar medidas en el corto plazo, como bajar los impuestos o subvencionar parte del coste. Sin embargo, son más importantes los efectos en el largo plazo, ya que podrían trastocar claramente el plan energético europeo.
El gas europeo, que había alcanzado un pico vertiginoso a finales de 2021 de 180 euros/MWh (o 330 dólares/barril en equivalente energético de petróleo), cotizaba brevemente el lunes 7 de marzo a más de 300 euros/MWh (o más de 550 dólares en equivalente energético de petróleo). Un precio entre 10 y 20 veces superior al de los últimos años, y 40 veces superior al precio actual del gas en Estados Unidos. Algo similar ha pasado con el petróleo, ya que el barril de Brent ha llegado a superar los 130 dólares por barril.
Los precios del CO2, es decir, los precios de los derechos de emisión de carbono para las empresas sujetas al régimen han caído un 30% desde el inicio de la crisis entre Rusia y Ucrania. Esto es contrario a la intuición: dado que Europa no tiene más remedio que recurrir a los combustibles fósiles para compensar la posible escasez. Esto se debe a que “la Comisión Europea podría aumentar sus derechos de emisión para hacer frente a la crisis y permitir que el carbón se utilice más barato”, comenta Régis Bégué, director de renta variable de Lazard Frères Gestion.
El experto también sostiene que la Comisión Europea podría optar por dejar de hacer obligatorio el uso de derechos de emisión de carbono para la generación de electricidad a partir del carbón. Al mismo tiempo, “la Comisión Europea podría plantearse una importante revisión del mercado del carbono para encontrar un futuro más estable para este mercado, que se ha vuelto volátil y ha sido objeto de crecientes críticas desde el pasado otoño”.
Todo esto, supone un cambio radical en la política energética europea y podría afectar a esa transición ecológica. “Si los precios de la electricidad se mantienen en niveles elevados a largo plazo, podrían surgir muchas dudas sobre la viabilidad de ciertos proyectos europeos. Por ejemplo, la normativa sobre circulación de coches eléctricos a la que aspira la Unión Europea podría resultar muy compleja de aplicar”, comenta Bégué.
Además de ese cierto abandono de la transición ecológica en algunos aspectos, también cabe tener en cuenta una mayor apuesta por otras fuentes de energía como el Gas Natural Licuado importado de los Estados Unidos y la energía nuclear. “El continente no sólo tratará ahora de desarrollar una mayor autosuficiencia energética, sino que Europa podría plantearse también la revisión de su Política Agrícola Común (PAC) para apoyar la agricultura local. Por tanto, los retos que se avecinan son numerosos y habrá que vigilar la capacidad de los consumidores para hacer frente a la subida de precios.
Desde Cobas AM señalan a las empresas petroleras como una de las beneficiadas de la situación actual. “Los fundamentales del sector apuntaban ya hacia precios más elevados del crudo para los próximos años, ahora la situación en Ucrania está elevando aún más estas previsiones. En principio, las empresas petroleras verán incrementada sustancialmente su capacidad de generar flujos de caja”, sostienen.
Además, desde la gestora también señalan al gas y las infraestructuras como otro aspecto de mercado importante a considerar. Según Cobas, la nueva apuesta europea impulsará la inversión en nuevas infraestructuras en toda la cadena de valor. Además, junto al impulso del gas natural licuado, también se plantean medidas como el regreso del uso transitorio del carbón, la sustitución de las calderas de gas o el incremento de las energías renovables.
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