La primera acepción de la RAE para la palabra disciplina es “doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral”. Y en el mundo de las inversiones tiene que ver, en efecto, con seguir una doctrina a pie juntillas y tiene que ver, no con lo moral, pero sí con el componente emocional del inversor. […]
La primera acepción de la RAE para la palabra disciplina es “doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral”. Y en el mundo de las inversiones tiene que ver, en efecto, con seguir una doctrina a pie juntillas y tiene que ver, no con lo moral, pero sí con el componente emocional del inversor. ¿Por qué? Porque, como decía el economista británico John Maynard Keynes, “los mercados pueden mantener su irracionalidad más tiempo del que tú puedes mantener su solvencia”.
Seguir un plan
Para José Antonio Madrigal, creador del grupo de inversores Eurekers, la importancia de la disciplina a la hora de invertir es esencial. “De lo contrario, acabaremos comprando por impulsos variados. Un día porque una acción está barata, otro porque me lo ha dicho un amigo, porque se lo he escuchado a un analista, etc”… La cuestión –señala- es tener una metodología de inversión clara y, después, ser disciplinados y llevarla a cabo. “Todos sabemos la máxima de cortar rápidamente las pérdidas, pero en la práctica hay quien no lo hace, lo mismo que sabemos que fumar es malo y mucha gente fuma”, recuerda. Es decir, si nuestra estrategia pasaba por comprar en determinado punto porque hemos analizado y concluido que ahí el precio da una señal de compra interesante, hay que seguir la estrategia. Y lo mismo para vender.
Constancia y rigor
La disciplina en las inversiones, como en otros ámbitos de la vida, consiste en aceptar, acatar y aplicar el plan establecido sin excepciones. Como señala Jorge del Canto, responsable de Escuela de Acciones.com, “el plan no tiene por qué seguir un patrón común, puede ser tan innovador y transgresor como se desee, pero debe ser coherente con los objetivos que se persiguen”.
A partir de unos objetivos, tanto de ahorro como de inversión y rentabilidad deseada, es necesario trazar un proyecto adaptado a las circunstancias personales, económicas y familiares. El siguiente paso es aplicarlo. “Sin hoja de ruta o sin disciplina para llevarla a cabo, el proceso de inversión se convertiría en un juego en el que la suerte sería determinante del resultado”.
¿Qué nos lleva a romper el plan?
Nuestra mente es muy proclive a dejarse llevar por la volatilidad y, en la teoría de gestión de carteras, como señala Marc Ribes, analista y trader de BlackBird, la volatilidad es sinónimo de riesgo. “Si sabemos que el riesgo es la volatilidad, la capacidad que tenemos de asumirla y de permanecer tranquilos en esos momentos, está en nuestras emociones, en el control emocional y en la psicología”. Y para ello necesitamos disciplina. Sólo con esta cualidad –concluye- “conseguiremos tener éxito en la inversión en bolsa”.