Durante el mercado alcista de los últimos años, los inversores se apresuraron a contratar fondos de gestión pasiva de bajo coste para exponerse a la bolsa estadounidense. Hasta hace poco estos inversores obtuvieron recompensa, ya que las tendencias del mercado proliferaron y las empresas con grandes capitalizaciones crecieron aún más. No obstante, los inversores que han mantenido una exposición pasiva a la renta variable estadounidense durante el año pasado se habrán visto afectados durante los picos de volatilidad que hemos vivido, puesto que muchos de los mayores integrantes del mercado (y, por ende, sus mayores inversiones subyacentes) han experimentado fuertes ventas.
Esta montaña rusa pone de relieve un problema fundamental de la inversión pasiva: cuando los mercados suben, los inversores ganan, pero no están protegidos ante las caídas del mercado cuando estas se producen. Como la mayoría de los productos pasivos están ponderados por capitalización bursátil, inherentemente se sobreponderan los activos caros y se infraponderan los activos baratos, independientemente de los motivos que justifican las diferencias de valoración. A su vez, estas distorsiones exponen a los inversores a un alto riesgo de concentración cuando se forman burbujas en los activos y, al mismo tiempo, les hacen estar poco expuestos a las áreas más baratas cuando se reexaminan las valoraciones bursátiles.
Un ejemplo de ello lo tenemos en la burbuja puntocom, durante la cual el sector de las tecnologías de la información se expandió hasta acaparar más de un tercio del índice S&P 500 por capitalización bursátil. En aquel momento, los inversores en índices pasivos habrían mantenido un tercio de sus inversiones en acciones tecnológicas caras y, por lo tanto, habrían sufrido pérdidas considerables cuando la burbuja explotó. En esa época, un gestor activo experimentado habría reconocido y evitado estas acciones sobrevaloradas, generando un alfa importante al limitar las pérdidas de valor y preservando el capital cuando el sector se hundió hasta algo menos de una octava parte del índice durante los dos años siguientes.
Adoptar una opinión contracorriente que evite los valores con mejor comportamiento no siempre tiene sentido, pero también es cierto que las distorsiones que pueden crear los mercados en los que domina el momento presentarán oportunidades cuando las condiciones cambien. Dicha oportunidad se demuestra en el comportamiento relativo del índice S&P 500 equiponderado y ponderado por capitalización a lo largo de varios ciclos. Los periodos en los que el índice equiponderado supera al índice ponderado por capitalización constituyen momentos en los que la acción promedio supera a los componentes de mayor tamaño del índice. A menudo, esto ocurre porque la dinámica de los mercados está alejándose de los factores que en un primer momento otorgaron a los valores con más peso ese estatus.
No todos los valores baratos y rechazados comenzarán necesariamente a destacar cuando los ciclos del mercado cambien, ya que algunos estarán baratos por una buena razón y, por lo tanto, es poco probable que se comporten bien en cualquier entorno de mercado. No obstante, algunos valores se beneficiarán de los cambios de estilo cuando se produzcan, mientras que otros saldrán perjudicados. Por lo tanto, es necesario un enfoque riguroso para determinar exactamente cómo está cambiando el panorama de inversión y qué empresas se beneficiarán de ello. Los inversores que buscan aprovechar estos cambios deberán adoptar un enfoque activo con exposiciones selectivas determinadas a partir de un análisis en profundidad.
Gestión activa en lugar de híbrida
En los últimos años, la línea entre la inversión activa y pasiva se ha difuminado un tanto debido a la proliferación de productos smart beta, que aspiran a mejorar las rentabilidades de los productos pasivos tradicionales a través de ajustes algorítmicos basados en conjuntos de datos financieros cuantitativos, a la vez que mantienen bajos los costes. Los estudios han demostrado que dichas estrategias tienen potencial para generar rentabilidades superiores a largo plazo, pero no han sido probadas durante un periodo en el que el entorno de mercado experimentara un ajuste de los fundamentales como el actual.
Creemos que un enfoque de inversión totalmente activo es más apropiado en esos momentos, ya que puede tener en cuenta factores cualitativos que las estrategias algorítmicas no pueden incorporar eficazmente. Por ejemplo, la capacidad de una empresa para mantener su poder de fijación de precios depende no solo de la propia empresa, sino de sus mercados finales, las tecnologías existentes, las cadenas de suministro, la competencia, etc., factores que son difíciles de cuantificar en datos. Otra característica que el análisis activo puede evaluar mejor es la sostenibilidad. En lugar de confiar en unos datos históricos extraídos de información pública, los analistas con enfoque ascendente pueden dialogar con las empresas para descubrir información prospectiva que no puede obtenerse del análisis de los datos, como los cambios normativos. De hecho, nuestras calificaciones ESG propias tratan de ofrecer un mecanismo a través del cual se puedan integrar evaluaciones de sostenibilidad cualitativas y detalladas en carteras de renta variable de gestión activa para mitigar los riesgos ESG que resultan difíciles de cuantificar, como los litigios, la erosión del valor de la marca y la obsolescencia de los activos.
2022-10-05 09:28:14