La inversión socialmente responsable, también llamada inversión bajo los criterios Ambientales, Sociales y de buen Gobierno (ASG), ha llegado para quedarse y para transformar la inversión tal y como la conocemos. “No se trata de una moda, es un cambio estructural que afecta a todo el conjunto del sector financiero”, afirma Carlos Magán, socio de Afi.
Por ello, Afi y Allianz GI han presentado la guía práctica «Sostenibilidad y Gestión de Activos», un documento en el que se contextualiza la evolución de la inversión sostenible, se clarifican los conceptos clave en cuanto a las distintas estrategias y herramientas y se identifican factores cuantitativos determinantes en el binomio rentabilidad-riesgo. “Hay mucho desconocimiento e incertidumbre entre los gestores y los inversores con respecto a la ISR”, señala Magán.
Normativa
Situar el inicio de la ISR es complicado, hay gestoras que llevan practicándola varios lustros. Sin embargo, ahora los organismos nacionales y supranacionales como la Unión Europea han puesto el foco en este modelo de inversión, “para financiar la transición climática”, asegura Marisa Aguilar, directora general para España de Allianz GI.
Lo cierto es que más allá de que la ISR sea algo ético, en los próximos años se convertirá en algo fundamental para las compañías y las gestoras europeas. Ya hay varias normas en vigor que están regulando a favor de los criterios ASG, pero el grueso de la regulación llegará en los próximos 3 años debido al Plan de Acción sobre Finanzas Sostenibles elaborado por la UE.
Todo comenzó en 2015 tras el Acuerdo de París y se ha ido desarrollando paulatinamente. Así, en 2018 se convirtió en obligatorio que las empresas cotizadas informasen de los datos extra financieros, como puede ser el impacto de la huella de carbono de sus actividades. Algo fundamental, ya que “uno de los principales problemas a la hora de invertir bajo los criterios ASG está en los datos y en la falta de transparencia”, asegura el socio de Afi.
10 puntos clave
La normativa que está preparando la Unión Europea se apoya en 10 puntos que transformaran el sector financiero. El primero de estos puntos, y quizá uno de los más importantes, es la elaboración de un sistema de clasificación de la UE para las actividades sostenibles, conocido como Taxonomía. En la práctica, lo que esto supone es que cada vehículo de inversión cuente con un indicador de sostenibilidad, similar al que aparece en los alimentos vendidos dentro de la UE en los que se puede ver cada porcentaje en detalle.
Además de obligar a las gestoras y el resto de entidades del sector a etiquetar sus productos con unos criterios comunes, se creará también unos estándares y etiquetas para certificar que producto cumple con los criterios. Es decir, a la hora de contratar un fondo se especificará si práctica la ISR o no.
Entre esos 10 puntos destaca también la implicación con los inversores. A partir de 2021, los inversores serán preguntados sobre sus preferencias sostenibles a la hora de invertir. “Esto supone que las gestoras deberán contar con productos para satisfacer la demanda cuando sus clientes les digan que quieren invertir bajo los criterios ASG”, comenta Carlos Magán.
Para ponérselo más fácil a las gestoras, desde la UE se crearán dos índices sostenibles en los que cotizarán las compañías que cumplan con los criterios establecidos. Además, se incluirán valoraciones sobre la ISR de cada activo en las calificaciones crediticias y en los estudios de mercado. Es decir, además de informar de los datos meramente financieros, se acompañará de los referentes a la sostenibilidad.
Otro punto fundamental en la regulación que pondrá en marcha Bruselas, es la obligación a los gestores e inversores institucionales de tener en cuenta factores de sostenibilidad en el proceso de inversión y reforzar los requisitos en materia de divulgación de información no financiera. “Se trata de que ahora además de hacer un análisis financiero de la compañía, se haga uno extra financiero. Los gestores deben ser conscientes e ir integrando los nuevos criterios”, añade Magán.
En conclusión, el objetivo de la Unión Europea es fomentar la transparencia de los vehículos de inversión y de las empresas para crear unos criterios comunes para certificar si una inversión cumple con los criterios ASG o no. Además, se pide a los gestores que comiencen a abrir su mente para añadir un nuevo criterio de análisis a la hora de invertir.
2019-11-06 07:54:48