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“Afrontar el cambio climático va a ser más fácil en países que promuevan el emprendimiento y la libertad de empresa”

Toni Timoner, Luis Quiroga y otros más veían con desánimo la “calidad mediocre” del debate medioambiental en España. La falta de pragmatismo, lo “apriorismos ideológicos” y la desconfianza hacia la empresa y el libre mercado lastran, a su juicio, la que es una de las cuestiones más urgentes a las que se enfrenta nuestra sociedad: […]

Gestión y Liderazgo

Dirigentes Digital

20 oct 2022

Toni Timoner, Luis Quiroga y otros más veían con desánimo la “calidad mediocre” del debate medioambiental en España. La falta de pragmatismo, lo “apriorismos ideológicos” y la desconfianza hacia la empresa y el libre mercado lastran, a su juicio, la que es una de las cuestiones más urgentes a las que se enfrenta nuestra sociedad: el calentamiento global, los desequilibrios ecológicos y la necesaria transformación de la economía hacia un modelo sostenible. Por todo ello decidieron montar Oikos, un think-tank, o centro de estudios y pensamiento, dispuesto a dar la batalla cultural e ideológica y a airear el debate público sobre temas ecológicos.  Oikos propugna un “conservacionismo liberal”, o un “ecologismo liberal-conservador”, basado en la defensa del medio ambiente “desde el pragmatismo y las libertades individuales”. Moliner y Quiroga responden a un cuestionario de DIRIGENTES sobre los principios, valores, ideas y objetivos de Oikos.

Bajo vuestro de punto de vista, ¿cuál es el estado de la discusión pública en lo relativo al cambio climático y a la sostenibilidad? ¿Qué es lo que os parece valioso de la preocupación social sobre estas cuestiones, qué es lo que os disgusta y por qué decidisteis entrar en este debate?

Una de las primeras actuaciones de Oikos fue realizar una encuesta demoscópica sobre las actitudes de los españoles hacia el medio ambiente. Los resultados fueron muy claros:  es un tema que le importa mucho a la sociedad española, pero sobre el que la mayoría se declaran poco conocedores. Es un diagnóstico certero, ya que en España el debate público sobre el medioambiente es en general de calidad mediocre. Esto se aprecia, por ejemplo, en que cuando se habla del cambio climático se da más importancia a los símbolos (el “salvar el mundo con los pequeños gestos y esfuerzos”) que a presentar un análisis sobre la dimensión del problema y las soluciones lógicas. Tenemos que hablar más de la gestión del agua y de la descarbonización de procesos industriales, por ejemplo, y menos de carriles bici. Nos pareció que es un vacío que es fundamental cubrir.

Toni Timoner y Luis Quiroga

¿Qué es Oikos y cómo funciona?, ¿cuál es su estructura?, ¿está vinculado a alguna organización, empresa o partido? ¿Cuáles son sus objetivos a corto, medio y largo plazo?

Oikos es una asociación sin ánimo de lucro, completamente independiente, financiada por fundaciones filantrópicas, y fundado por un grupo de personas que reúnen dos circunstancias: una carrera profesional en ámbitos relacionados con el medio ambiente (p.ej., energías renovables, riesgos climáticos, biodiversidad, etc.) y el haber experimentado un debate medioambiental de gran calidad en otros países de nuestro entorno. Dentro de unos años nos gustaría ver a un Oikos que haya podido ayudar a que en España se conozcan mejor los desafíos medioambientales del S. XXI (entre los que el cambio climático es el principal) y a crear un mayor consenso sobre las soluciones más efectivas.

¿Cuáles son los referentes políticos e ideológicos de Oikos? En vuestra página citáis a figuras tan diferentes como Margaret Thatcher o Miguel Delibes

Oikos no tiene a ningún personaje en particular como referente. Citamos los nombres que mencionas (y otros, como Felix Rodríguez de la Fuente) porque son ejemplos que desmontan el mito, extendido en España, de que sólo desde ciertas ideologías se puede defender el medio ambiente. Esto es erróneo, porque el amor a la naturaleza o el uso responsable de los recursos no es patrimonio exclusivo de ninguna corriente ideológica. No obstante, es cierto que ha habido una ausencia de una alternativa a la narrativa medioambiental imperante, que tiene importantes influencias revolucionarias y anticapitalistas. Articular esa alternativa es parte del cometido de Oikos, pero nos basaremos en hechos, la realidad científica y el pragmatismo, no en apriorismos ideológicos.

¿Por qué pensáis que, a diferencia de lo que sucede en otros países europeos, la derecha española no ha querido o no ha sabido elaborar un discurso propio sobre las cuestiones ecológicas?

Es algo bastante injusto, porque siendo honestos la derecha ha hecho importantes aportaciones para la defensa del medioambiente en España. Posiblemente tenga que ver con percepciones de los posicionamientos sobre el cambio climático. No por el lado de la izquierda, que en muchos otros países se ha apresurado a abanderar el alarmismo con fines partidistas, sino quizás porque la opinión pública haya estado más influida por países donde la derecha ha tenido una posición incongruente (como en Estados Unidos, donde los Republicanos se echaron al monte con el sector petrolífero) en vez mirar a los partidos de derecha en países más cercanos como Reino Unido o Alemania.

Decís que “la derecha está mejor equipada que sus rivales políticos para abordar el dilema temporal e intergeneracional de los grandes retos medioambientales”, ¿en qué sentido pensáis que es así?

Está muy claro. Son las tradiciones conservadoras y democristianas las más se han preocupado por el porvenir de las generaciones venideras. Esa perspectiva intergeneracional es fundamental para resolver problemas como el cambio climático, que por definición exige a los individuos que actúen para que sus hijos y nietos preserven su bienestar. La tradición liberal también es clave, en especial para el aspecto económico y tecnológico. Para afrontar el cambio climático es imprescindible movilizar enormes inversiones y desarrollar nuevas tecnologías. Esto, que afortunadamente ya está en marcha en todo el mundo, va a ser siempre más fácil en países que promuevan el emprendimiento y la libertad de empresa que en sociedades totalitarias.

Hacéis mucho énfasis en la idea de que la lucha contra el cambio climático es sobre todo una cuestión técnica, de aplicar soluciones económicas eficaces y de afrontar la cuestión con pragmatismo y realismo. ¿Por qué creéis que otros enfoques de la cuestión climática adolecen de falta de realismo?, ¿cómo debe ser una aproximación realista a las políticas ecológicas?

Para empezar, hay que partir de los hechos. Echamos de menos un cálculo coste-beneficio en muchas políticas. Y también realismo en las prioridades. Reducir emisiones es necesario, pero no podemos olvidarnos de la adaptación, porque incluso si conseguimos llegar a emisiones cero, en 2050 el clima será diferente, y eso afectará a nuestros recursos, a la agricultura, a la seguridad nacional…

¿Cuál es el papel que pueden tener las empresas y el libre mercado en la consecución de una economía sostenible?

Es fundamental, no puedes reemplazar el modelo energético de la economía mundial sin el apoyo del sector privado. Primero porque será necesario para movilizar las inversiones necesarias (Goldman Sachs las estima en unos €60 billones, casi 50 veces la economía española). Segundo porque necesitamos una verdadera revolución de innovación.  En la actualidad tenemos medios para descarbonizar, muy aproximadamente, la mitad de nuestras economías. Para el resto, como explica Bill Gates, harán falta soluciones nuevas, reducir sus costes, producir más eficientemente. Ningún gobierno tiene la capacidad de conseguir estos avances solo desde el sector público. Empresas y emprendedores de todo el mundo lo saben, y están invirtiendo sin pausa para encontrar la próxima solución clave, porque reconocen que la recompensa es enorme.

Una de las cuestiones más espinosas de todo este asunto es el de la transición energética, ¿cuál es vuestra postura al respecto?

La transición energética es una necesidad medioambiental, pero también económica y (para los países que no cuentan con recursos propios, como España) de seguridad nacional. Nosotros no la cuestionamos, al contrario, nos parece que es una oportunidad de creación de riqueza sin precedentes por su dimensión. Pero sí encontramos que en ocasiones se utiliza como excusa para introducir medidas poco lógicas. Un ejemplo: si en poco más de una década se espera que la totalidad del parque automovilístico consista vehículos eléctricos, ¿realmente es necesario sacar a los coches de las ciudades para conseguir la transición energética?

Al contrario de lo que se suele oír en estos últimos meses, defendéis en un artículo que la guerra de Ucrania no va a dejar en un segundo plano la preocupación medioambiental, sino todo lo contrario, que va a acelerar la transición ecológica hacia un modelo más sostenible. ¿Por qué pensáis que será así?

Es una cuestión de geopolítica básica. Rusia exporta petróleo y gas natural, no paneles solares. Es absolutamente estratégico para Europa aumentar su seguridad energética, y eso es un incentivo mucho más poderoso para construir parques eólicos y fotovoltaicos, electrificar el transporte o aumentar la eficiencia energética que la reducción de emisiones.

También habrá ventajas económicas, puesto que hoy en día, gracias a los avances tecnológicos, las energías renovables son mucho más baratas que las de combustibles fósiles. Y habrá un enorme aumento de la inversión en desarrollar soluciones para los problemas pendientes, como el almacenamiento de energía cuando no sopla el viento, p.ej. Con los precios del gas y del petróleo tan arriba y con perspectivas de seguirlo durante quizás varios años, compensa económicamente invertir en renovables.

Por último, ¿podríais citar algunas medidas o vías de acción concretas para luchar contra el calentamiento global desde una perspectiva liberal-conservadora?

Por ejemplo, en vez de medidas que prohíben o imponen un coste, hace falta dar más protagonismo a los incentivos positivos. Pueden ser muy útiles para conseguir cambios sociales rápidos. Y pueden aumentar el apoyo de la sociedad a las políticas climáticas. Un ejemplo: en Canadá y en Austria, los hogares reciben un “cheque climático” que distribuye lo recaudado por los derechos de carbono.

Y en Canadá, se ha demostrado que esa medida ha contribuido a aumentar la aceptación social de ponerle un precio o tasa a las emisiones de carbono. Y lo más fundamental: dar mayor protagonismo al sector privado y quitarle las trabas administrativas y burocráticas para que puedan hacer su trabajo movilizando capital e instalando toda la nueva infraestructura energética limpia y renovable.

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