Un incontable número de empresas han sufrido los embates la crisis de 2008 y, las que sobrevivieron, se enfrentan ahora a una pandemia que pone en riesgo su viabilidad. La falta de fortaleza de las empresas se presenta como una de las razones de que no hayan podido superar esta coyuntura. Asimismo, se requiere una […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 20 may 2021
Un incontable número de empresas han sufrido los embates la crisis de 2008 y, las que sobrevivieron, se enfrentan ahora a una pandemia que pone en riesgo su viabilidad. La falta de fortaleza de las empresas se presenta como una de las razones de que no hayan podido superar esta coyuntura.
Asimismo, se requiere una estructura flexible que permita adaptarse a cada circunstancia. Un ejemplo de esto puede ser la implantación súbita del teletrabajo en las empresas españolas que, para evitar contagios, enviaron a sus empleados a trabajar a casa. No obstante, otras actividades no pudieron utilizar esa baza para continuar funcionando.
Lo que representa un reto mayor es adaptar la oferta de productos a las nuevas demandas del mercado, además de facilitar esa oferta en los canales que el consumidor demanda. Esos cambios han venido para quedarse, pero queda por ver si las empresas se han adaptado realmente a las nuevas circunstancias.
La consultora Cornerstone OnDemand pone el énfasis en las habilidades de los empleados para procesar estos cambios y adaptarse. En uno de sus últimos estudios llegaron a la conclusión de que dichas habilidades son las que consiguen que una empresa sea resiliente tanto en periodos de expansión como en crisis.
Según ese informe, existe un desajuste entre las expectativas de los empleados y del empleador con respecto al aprendizaje. 9 de cada 10 dirigentes empresariales creen que pueden ayudar a mejorar las habilidades de sus empleados porque saben que son una pieza clave para el éxito.
No obstante, la opinión de los trabajadores es distinta y desconfían de que los dirigentes les ayuden a adquirir las habilidades que necesitan. El 62% de los trabajadores creen que su organización les proporciona las herramientas necesarias para adquirir conocimientos, a lo que se suma la incertidumbre de la adopción de tecnología y automatización.
En esa línea, los trabajadores no llegan a aprovechar la inversión que sus empresas hacen en formación que, mayoritariamente, se basa en tecnología. De hecho, la mitad de los dirigentes han recurrido a la tecnología para impulsar el desarrollo de habilidades, aunque manifiestan dificultades para encontrar unas herramientas adecuadas.
2020 ha puesto de relieve esta situación, ya que la tecnología ha sido la principal aliada de las empresas. No obstante, queda un trecho para que los trabajadores estén completamente preparados para trabajar con las nuevas herramientas. Con todo, la simple adaptación de la tecnología no tendrá éxito si las personas no adquieren las habilidades necesarias para sacarles el máximo partido.
La tercera clave que señala el estudio es que la capacitación requiere de un análisis previo. Los dirigentes deben evaluar la situación de la organización así como la de los empleados, que pueden necesitar habilidades “duras” y “blandas” para hacer frente a sus obligaciones en sus puestos de trabajo.