Innovación, investigación y tradición son los pilares de Bodegas Virtus, un vino destinado a convertirse en referente mundial. Lo explica Iñigo López de la Osa, su presidente ejecutivo. Todo comenzó cuando tomó las riendas de la bodega junto a su familia en 2012. ¿Cómo surgió su incursión en el mundo del vino? Me llega por […]
Dirigentes Digital
| 30 jul 2019
Innovación, investigación y tradición son los pilares de Bodegas Virtus, un vino destinado a convertirse en referente mundial. Lo explica Iñigo López de la Osa, su presidente ejecutivo.
Todo comenzó cuando tomó las riendas de la bodega junto a su familia en 2012. ¿Cómo surgió su incursión en el mundo del vino?
Me llega por un tema familiar. Mi madre en su día ya había creado Bodegas Valsardo de Peñafiel, que era una bodega con unos derechos de plantación que ya estaban en la familia, porque mis bisabuelos ya habían participado en la fundación de lo que hoy es Protos. Por entonces en la familia había muchas ramas, y mi madre decidió en su momento poner sus propias viñas y hacer su propio vino. Más tarde tomé las riendas del vino. Y bueno, siempre lo había seguido, porque en casa lo había vivido siempre y lo había visto. Siempre hemos tenido una cultura muy enológica, muy de respeto al vino y de intentar aprender desde pequeños cómo funciona este mundo.
¿Qué tiene de diferente Virtus?
Primero, que intenta apuntar a un vino de alta gama. Vino exclusivo, para gente exigente. Es un vino donde se intenta reunir la excelencia, la tradición de la tierra, pero que lo intenta combinar con lo tecnológico. Intentamos innovar preservando la tradición. Ese es un poco el objetivo. Y siempre con un vino de altísimo nivel. Considero que en la Rivera del Duero tenemos una de las mejores denominaciones de origen de España. Tenemos la suerte de que tenemos la tierra, el sol y el agua. Con lo cual, el resto es intentar hacerlo lo mejor posible. Entonces, ¿qué tiene de diferente Virtus? Diferente no sé, espero que el público lo aprecie como tal. Pero, realmente, que desde el principio estamos buscando la excelencia.
¿Y cómo se llega a un equilibrio entre tradición e innovación?
Creo que hay unos valores básicos de la tradición en el que el respeto se busca en la tierra. Pero claro, las nuevas tecnologías nos permiten optimizar todavía más la madurez, lo que antiguamente la gente hacía basado se en su experiencia. Entonces intentamos no perder esos consejos que nos han dado nuestros antepasados. Al mismo tiempo utilizamos para saber en qué momento las cosas están en su perfecto estado. Entonces, ahí está el ejemplo claro de cómo combinamos la tradición e innovación. No estamos suplantando con las nuevas tecnologías lo que se hacía antiguamente, sino que intentamos fusionar y sacar lo mejor de cada una, porque creo que si el vino es históricamente una de las bebidas más antiguas de la historia de la humanidad, hay que intentar aprovechar todo ello.
A una persona que quiera adentrarse en la experiencia de Virtus, ¿qué recomendación le haría?
Cuando uno se abstrae, cierra los ojos e intenta sentir lo que el vino transmite, si lo consigue hacer, las percepciones son increíbles. Las sensaciones son increíbles. Entonces, ¿qué le puedo aconsejar? Que lo disfrute y que transmita lo que sienta, porque creo que el resto luego se puede ir aprendiendo. Lo que está en los libros está escrito en los libros. Las sensaciones de cada uno no están en ningún lado.
Un mensaje que se da mucho desde Virtus es que “todo gran vino es el resultado de la visión de su intérprete”. ¿Qué visión tiene Iñigo sobre Virtus?
Yo soy muy poco objetivo porque lo he visto nacer y lo veo, lo cato. Vamos viendo su evolución y discutimos juntos cómo destinarlos a cada rama. Para mí es un vino que produce sensaciones, con muchísimo aroma, mucha fruta. Con mucho carácter. Es un vino que no deja indiferente. Y creo que lo que queremos conseguir es que cualquiera que lo pruebe diga “este vino es distinto”. Si conseguimos ese objetivo, nos daremos por satisfechos.
¿Qué balance hace de estos siete años?
Estos primeros años han sido muy bonitos. También años difíciles. Tengo un equipo de gente muy bueno, desde el enólogo, hasta el personal de la bodega. Es gente motivada, gente muy trabajadora, y eso me está ayudando.
Para acabar, ¿qué deparará Virtus en un futuro cercano?
Espero colocarlo entre los mejores vinos españoles y, sobre todo, reconocidos en el extranjero. Ese es mi objetivo. Tenemos la suerte de que hay muy buenos vinos en España. Pero, una vez más, viviendo fuera de España, veo cómo están colocados los vinos franceses, italianos, y muchas veces me da pena porque nos cuesta colocarlos al nivel al que están estos. Entonces esa es un poco mi obsesión. Realmente intentar vendernos mejor. Creo que realmente la calidad ya la tenemos e incluso, si me apuras, mejor que la de muchos otros países y otros productores. Pero nos cuesta colocarlo. Tengo el objetivo de realmente colocar la marca a cierto nivel internacional.