El tiempo nos influye cada vez más, no solamente en nuestros planes de ocio, sino también en el lugar en el que queremos vivir y trabajar pero, lo más importante, es que repercute también en nuestro bienestar general. Esto explica que ya haya personas, como José Miguel Viñas, que dan charlas y conceden entrevistas sobre […]
Dirigentes Digital
| 12 dic 2022
El tiempo nos influye cada vez más, no solamente en nuestros planes de ocio, sino también en el lugar en el que queremos vivir y trabajar pero, lo más importante, es que repercute también en nuestro bienestar general. Esto explica que ya haya personas, como José Miguel Viñas, que dan charlas y conceden entrevistas sobre le tema. José Miguel trabaja como meteorólogo en Meteored que, a su vez, tiene una política de comunicación muy activa porque se sabe que la lluvia, el calor y el viento son temas que interesan cada vez más en España. En 2018, viajó a la Antártida como divulgador científico, siendo uno de los participantes de la XXXI Campaña Antártica Española.
Históricamente, nuestro país –debido al ámbito geográfico al que pertenece– padece sequías. Es una de las señas de identidad de nuestro clima mediterráneo. No todas alcanzan una magnitud como la actual. Suelen transcurrir varias décadas entre ellas. La persistencia de situaciones de bloqueo de altas presiones es la principal responsable de la sequía, ya que apenas se descuelgan borrascas atlánticas con frentes asociados que son las que, cuando se encadenan, dan lugar a los ciclos húmedos contrarios a las sequías.
La magnitud de la sequía y sus consecuencias catastróficas no se pueden achacar a un solo factor. En el contexto del calentamiento global actual, las sequías tienden a ser más frecuentes y a tener una mayor magnitud. Es algo que se está observando a escala global. La mala gestión de los recursos hídricos lo que hace es agravar los problemas que va provocando la sequía, como la disponibilidad de agua para el cultivo y en último término, en las fases más críticas, para el consumo humano.
Por un lado, mejorar la gestión del agua, llevando a cabo múltiples acciones como pueden ser la optimización del riego, mantenimiento adecuado de la red de distribución para minimizar las pérdidas, control de las aguas subterráneas, políticas hidráulicas, etc. Por otro lado, hay que invertir más en el estudio de los escenarios climáticos y el impacto que podrán tener en la disponibilidad de agua, ya que sobre esa base se tienen que aplicar las medidas de actuación antes comentadas, de la forma óptima.
Rotundamente no. Aunque se pueda alterar de manera artificial el interior de las nubes mediante una serie de técnicas, estamos muy lejos de tener un control real capaz de provocar lluvia a nuestro antojo, según nuestras necesidades. En el supuesto de que esto se lograra en algún momento en el futuro, sería un peligroso experimento de geoingeniería, de consecuencias muy arriesgadas para la naturaleza.
En lo que respecta a las temperaturas, quedarán por encima de la media, por lo que no esperamos grandes fríos, salvo alguna entrada puntual. En cuanto a las lluvias, las perspectivas no son buenas. Para lo que resta de otoño, aunque puedan darse situaciones de lluvia, la predicción estacional apunta a un otoño más seco de lo normal en la vertiente atlántica peninsular y Canarias y en valores normales en el área mediterránea donde ya se han ido registrando algunos episodios destacados de lluvias intensas, lo que entra dentro del comportamiento normal en esta época del año allí.
El norte peninsular (donde más llueve) es la zona más sensible a la escasez de agua, ya que su ve getación es la menos preparada para sufrir un prolongado déficit hídrico. En el sur peninsular la adaptación es mejor pero es donde la actual sequía está siendo más crítica, en particular en las cuencas del Guadiana y Guadalquivir.
Se han ido produciendo cambios a mejor desde que la sociedad española pasó de ser eminentemente rural a concentrarse en las ciudades e iniciarse la modernización de nuestro país. Hoy en día se usa el agua de forma mucho más eficiente que antes, por ejemplo, en el riego, pero todavía queda un largo camino que recorrer. El clima nos pondrá cada vez más dificultades que tendremos que ir sorteando con más eficiencia.
El calentamiento global no solo ha provocado la subida de la temperatura en la parte baja de la atmósfera, sino también en la parte superficial. Los impactos de estos ascensos térmicos son muchos y cada vez más perceptibles y de mayor magnitud. Unas aguas superficiales más calientes aportan más energía calorífica al aire, lo que se termina traduciendo en una mayor intensidad de los distintos fenómenos meteorológicos. La subida del nivel del mar, debida en su mayor parte a la expansión térmica de las aguas, tiene un impacto directo en las zonas costeras, donde está aumentando la vulnerabilidad a los temporales marítimos generados tanto por grandes sistemas tormentosos como por ciclones (borrascas, hura - canes...).
La contaminación, tanto del aire como de los suelos y de las aguas, es un problema creciente que impacta muy negativamente en nuestra salud y en la del resto de seres vivos y que agudiza a su vez los impactos derivados del cambio climático como son sequías cada vez más frecuentes.
