Existen dos maneras de medir los intercambios comerciales internacionales. Una, la tradicional, son las exportaciones brutas de un país a otro. Esta medida se utiliza para cuantificar los bienes y servicios, finales e intermedios, exportados desde una nación A hacia otra B. Pero, desde una óptica puramente geoeconómica, la medida del comercio en valor añadido […]
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| 27 ago 2021
Existen dos maneras de medir los intercambios comerciales internacionales. Una, la tradicional, son las exportaciones brutas de un país a otro. Esta medida se utiliza para cuantificar los bienes y servicios, finales e intermedios, exportados desde una nación A hacia otra B. Pero, desde una óptica puramente geoeconómica, la medida del comercio en valor añadido determina la configuración de las cadenas globales de suministro. Utilizando la medida tradicional del comercio internacional, por ejemplo, China exporta teléfonos i-Phone a EEUU. En términos de valor añadido, sin embargo, “exporta” solamente la logística dedicada a ensamblar los insumos intermedios del i-Phone (enviados desde Japón, EEUU o la UE). Es decir: sobre el valor registrado en aduana, según la medida tradicional del comercio internacional, la contribución total de China es inferior al 5%.
El análisis del comercio en valor añadido, en este sentido, ofrece una medida cualitativa sobre las relaciones comerciales internacionales. Puede servir para evaluar la seguridad, o competencia, en las cadenas de suministro. Y puede servir, incluso, para revelar la existencia de otros intereses geoestratégicos distintos a los estrictamente económicos. La geoeconomía, subordinada a intereses geopolíticos, también es una herramienta interesante de análisis sobre la competencia geoestratégica entre países. La reciente crisis de Marruecos con España, en Ceuta, exige analizar sus alianzas en términos de comercio en valor añadido o trade in value added (TiVA).
GEOESTRATEGIA EN MARRUECOS
Marruecos tiene una estrategia de industrialización, orientada a la exportación, focalizada en ciudades norteñas como Tánger o Tetuán. España es su socio más destacado en términos de exportaciones e importaciones, según la medida del comercio tradicional. Pero, en valor añadido, España es solamente el cuarto socio de Marruecos (tras Francia, Singapur o Alemania). La configuración de las cadenas de valor, teóricamente, refuerza la interdependencia a largo plazo entre países. Y, en consecuencia, el país más fuerte también adquiere una cierta capacidad de influencia geopolítica. La UE, en este sentido, mantiene una posición geoestratégica dominante sobre Marruecos (liderada desde Francia y Alemania). España, en un segundo nivel, ha intensificado su integración comercial en términos de valor añadido sobre las exportaciones totales de Marruecos (del 3.33% al 4.75%). Pero la emergencia de China en Marruecos, junto con el retroceso de EEUU, tiene un efecto directo sobre la configuración de los equilibrios a nivel regional. E, inevitablemente también, sobre la estabilidad de España como frontera sur de la UE.