Joe Biden dijo a los periodistas en la Casa Blanca que la propuesta estaba compuesta por tres principios principales: responsabilidad fiscal, seguridad e inversiones para “construir un Estados Unidos mejor”. Según su propuesta habría un recorte presupuestario de 1,3 billones de dólares y sería “la mayor reducción del déficit en un año en la historia […]
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| 29 mar 2022
Joe Biden dijo a los periodistas en la Casa Blanca que la propuesta estaba compuesta por tres principios principales: responsabilidad fiscal, seguridad e inversiones para “construir un Estados Unidos mejor”.
Según su propuesta habría un recorte presupuestario de 1,3 billones de dólares y sería “la mayor reducción del déficit en un año en la historia de Estados Unidos”.
La presidenta del Consejo de Asesores Económicos, Cecilia Rouse, que se encontraba junto a Biden, dijo a los periodistas que las políticas del presidente reducirían el déficit esperado en el año fiscal actual de 2022 a “1,3 billones menos que en el año fiscal 21, y creemos que estas políticas contribuirán aún más a reducir el déficit en otro billón durante la próxima década”.
El presidente estadounidense hizo mención a su predecesor, Donald Trump, y dijo que la gestión fiscal que hizo durante su presidencia fue “mala” y por ello “estamos reduciendo los déficits de Trump y volviendo a poner orden en nuestra casa fiscal”. Biden heredó de la administración Trump un déficit presupuestario equivalente al 14,9% de toda la economía estadounidense y a partir del próximo año presupuestario esperan que esté por debajo del 5% de la economía, “poniendo al país en un camino más sostenible”, según funcionarios de la Casa Blanca.
El desvanecimiento de la pandemia y el crecimiento han permitido que el déficit caiga de 3,1 billones de dólares en el año fiscal 2020 a 2,8 billones en el año 2021 y hay una proyección de 1,4 billones este año. Ese gasto deficitario dio sus frutos ya que la economía se expandió a un ritmo del 5,7% el año pasado, el crecimiento más fuerte desde 1984, eso sí, con la inflación en su punto más alto en 40 años.
A esto hay que sumar que la economía estadounidense se ha puesto a prueba tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia y ha hecho que aumenten los precios en distintos ámbitos. La inflación reflejada en el presupuesto del gobierno estadounidense se estableció en noviembre, antes de la guerra y, según Rouse, “es probable que la invasión presione al alza los precios de la energía y los alimentos, lo que a su vez podría reforzar la inflación que ya era un problema antes de la invasión debido a las limitaciones de la cadena de suministro de la pandemia y en cuanto a la demanda de bienes”.
Para reducir el déficit, el presupuesto exige un nuevo impuesto mínimo para los multimillonarios, que se aplicaría a cualquiera que tenga más de 100 millones, lo que aseguraría que el 0,01% más rico de esos hogares paguen al menos “20% de sus ingresos totales en impuestos federales sobre la renta”, incluidas las ganancias de las inversiones que no se han vendido.
“Para la mayoría de los estadounidenses, los últimos años fueron muy duros, llevándolos al límite. Pero los multimillonarios y las grandes corporaciones se hicieron más ricos que nunca”, dijo Biden ante los periodistas, y agregó: “eso no es justo”.
La introducción de este impuesto mínimo sobre los estadounidenses más ricos representaría una reorientación significativa del código fiscal evitando que la franja más rica de estadounidenses pague impuestos más bajos que las familias que se consideran de clase media. Según estimaciones de la Casa Blanca, esto reduciría el déficit del gobierno en 360.000 millones de dólares durante la próxima década.
El presupuesto de la administración Biden también apunta a las recompras corporativas de EE.UU., lo que requiere que los ejecutivos de las empresas conserven las acciones de la compañía que reciben durante varios años después de la recompra de acciones.
Joe Biden además pretende aumentar los impuestos que las corporaciones pagan sobre las ganancias un 28% y, según la Casa Blanca, la propuesta contiene “medidas adicionales para garantizar que las multinacionales que operan en Estados Unidos no puedan usar los paraísos fiscales para socavar el impuesto mínimo global”.
Este “impuesto a la riqueza”, según muchos republicanos dañaría la economía al disminuir la inversión privada en empresas que crean empleos y hacen que los ricos pongan sus fortunas a trabajar en el extranjero.
Joe Biden requiere al Congreso 773.000 millones para el Departamento de Defensa, entre los que se incluye una partida de 6.900 millones de dólares para “contrarrestar la agresión rusa para apoyar a Ucrania” en la Iniciativa Europea de Disuasión y la OTAN. Biden dice que esto “será una de las mayores inversiones en nuestra seguridad nacional en la historia”.
El presidente estadounidense dijo que pide un mayor gasto en defensa para fortalecer las fuerzas armadas estadounidenses y “responder enérgicamente a la agresión de Rusia contra Ucrania”.
Además incluye otros 40.000 millones para programas relacionados con la defensa en el FBI, el Departamento de Energía y otras agencias.
Pero su propuesta de gasto de seguridad nacional ya ha provocado críticas no solo entre los republicanos, también en su propio partido.
Para el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, el presupuesto de Biden es “lamentablemente corto en gastos de defensa”, argumentando que en un momento de alta inflación, el aumento propuesto del 4% en los gastos militares equivale a un “recorte real en los fondos para nuestras fuerzas armadas en dólares reales”.
Por su parte el senador de Vermont, Bernie Sanders, argumentó que “no necesitamos un aumento masivo en el presupuesto de defensa”.
Esa partida a seguridad y defensa también incluye 3.200 millones en “recursos discrecionales para subvenciones estatales y locales “para que las comunidades contraten a más policías”, y 30.000 millones adicionales en “recursos obligatorios para apoyar la aplicación de la ley, la prevención del delito y la intervención en la violencia comunitaria”.
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