La agricultura intensiva es un factor decisivo en el desequilibrio climático en el mundo por ello se habla de reducir el consumo de carne. A pesar de ser un hecho conocido desde hace tiempo, España viendo el enorme negocio para su agricultura, ha aumentado las macro granjas de cerdos. En los últimos 20 años ha […]
InternacionalDirigentes Digital
| 08 oct 2021
La agricultura intensiva es un factor decisivo en el desequilibrio climático en el mundo por ello se habla de reducir el consumo de carne. A pesar de ser un hecho conocido desde hace tiempo, España viendo el enorme negocio para su agricultura, ha aumentado las macro granjas de cerdos. En los últimos 20 años ha incrementado, según la patronal ANICE, el volumen de producción de carne en España de 2 toneladas por año a 5 toneladas actualmente, también gracias a estas grandes instalaciones llamadas macro granjas. “Hemos logrado en los últimos años que la carne sea como el oro”, dice Mariano Íñigo, profesor de la EAE Business School en Madrid. Hasta cuándo les dure esta fiebre a los españoles, lo determinará Bruselas. Pero la UE, sobre todo Alemania, ve con recelo y al mismo tiempo con preocupación el crecimiento de un sector que sin duda debería estar en declive y en transformación radical según los estándares de salud y especialmente en el contexto del cambio climático. Sin embargo, en 2020 el consumo de carne en los hogares españoles ha aumentado un 6,6%, mientras en otros países baja.
Representativo para la situación del negocio de la carne en España es el proyecto que supone una inversión de 9 millones de euros en la provincia de Teruel impulsado por el Grupo Costa. Se calcula que se producirán alrededor de 100.000 lechones anuales, una cifra que alcanzará los 120.000 cuando la granja esté funcionando a pleno rendimiento. Aunque ‘Pork Calanda’, como se llama el recinto, presume de ser sostenible y ejemplar en el trato al animal parece algo escandaloso en el contexto en el que vivimos y con la “propaganda verde” que hace el Gobierno. Pero son muchos puestos de trabajo los que dependen del sector, así el presidente Pedro Sánchez respondía con cierta frivolidad a un pasado comentario al respecto de Alberto Garzón y decía que le gusta un buen chuletón en el plato. Así, el consumo de carne no es un tema en España muy diferente a la situación en Alemania donde crece el segmento de vegetarianos y están también los más grandes opositores a los toros. Cierto es que los fondos de 140 millones de euros de Bruselas para el Gobierno español como ayudas para superar las consecuencias económicas de la pandemia se deben destinar a la transformación de la economía española incluyendo la agricultura.
Pero Sánchez no quiere ser el aguafiestas ahora que el sector empieza a tener mucha fuerza en Europa y a posicionarse como líder en el mundo con grandes fabricantes de carne como Campofrío o El Pozo. Tira el consumo nacional pero sobre todo el de Asia donde se aprecia también el cerdo ibérico. La buena marcha en este sector compensa en parte pérdidas en otros como el del turismo y el automóvil. Sin embargo, esta situación favorable para las ganaderías españolas se enfrenta a un mundo que cada vez tiene menos recursos naturales como el agua. Es por ello por lo que Xosé Portas de la ganadería Discarlux, especialista en carne de vaca vieja, exige del gobierno español, “que regule y controle mejor el bienestar del animal y también el impacto de estas macro granjas en el medio ambiente. Somos muy laxos. Al final será necesaria que nos den otra vez un toque desde Bruselas como en muchas otras ocasiones”.
Desde hace años Bruselas multa a España por sus malas formas de abastecimiento y el poco cuidado que tiene con su agua potable y sus riegos. En Alemania, que solía tener mucha más ganadería intensiva que España, era también Bruselas quien forzaba un cambio y ahora se paga a los agricultores una compensación para que conviertan su granja en un lugar de producción de carne más sostenible. Ha costado décadas para hacer entender a los granjeros que vale la pena pasarse a la agricultura ecológica. Sin embargo, en España este cambio va a costar todavía mucho más: “La gastronomía cárnica es parte de nuestra cultura. No creo que en España se establecerá como en otros países un consumo de productos de sustitución de carne como “Beyond Meat” o algo similar”, advierte Patricia Mateo cuya agencia de marketing organiza también el festival de gastronomía “Madrid Fusión”. Esto explica también que en España, a diferencia de Alemania no haya una discusión sobre el precio de la carne porque aquí, para el consumidor final, es relativamente alto comparado con otros países. “Además, la calidad de la carnicería tradicional española es tan alta que muchos españoles no se dejan seducir por el segmento ecológico más caro en el supermercado que en calidad no necesariamente es mejor. Es un hecho también que los temas de bienestar animal interesan en España más a los jóvenes pero no forman parte de la política española como en Alemania donde el partido de los Verdes cuenta con un gran apoyo de la población”, dice Mateo.