Si bien la pandemia y el cambio climático aceleraron la percepción de urgencia para la adopción de prácticas de sostenibilidad, datos de Latam muestran que la región está aún más cerca del pasado que de 2030 de lo que indica el calendario. ¿Qué papel y futuro tienen las inversiones extranjeras en el continente donde el […]
Dirigentes Digital
| 22 mar 2022
Si bien la pandemia y el cambio climático aceleraron la percepción de urgencia para la adopción de prácticas de sostenibilidad, datos de Latam muestran que la región está aún más cerca del pasado que de 2030 de lo que indica el calendario. ¿Qué papel y futuro tienen las inversiones extranjeras en el continente donde el acento chino ya se hace sentir en las nuevas rutas de tierra y aire y donde, además, la marea rosa vuelve a predominar en las casas de Gobierno?
Mientras más experiencias latinoamericanas sintonizan con los principios de sostenibilidad, más la cooperación con Europa se torna una de las vías para que el paradigma pase de ser una utopía a una práctica cotidiana y se evite un retorno a la “vieja normalidad” en la región.
Producción, consumo, construcción, energía, empresa, finanzas, son algunos de los sectores que buscan conciliar economía, ambiente y sociedad de manera que la tan declamada “nueva realidad” salga de los pequeños nichos de innovación e irrigue a todo el sistema.
En ello juega un papel neurálgico la financiación, tanto privada como pública, de iniciativas que apuntan no a reconstruir lo que fue arrasado por la pandemia de COVID-19, sino a edificar los pilares de lo nuevo en cada área con la nueva visión.
En esa línea, acuerdos como el memorándum de entendimiento de nueva generación, firmado en enero por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y el Banco de Desarrollo de Latinoamérica (CAF), muestran oportunidades de inversión y desarrollo de interés común (Ver cuadro: Banco verde).
Con todo, más que Europa o incluso EEUU, es China el actor que viene invirtiendo de manera más patente en los sectores sensibles a la transformación sostenible, entendiendo a la región no sólo como estratégica para sus planes de logística y comercio global (la franja y la ruta), sino también desde una perspectiva de influencia subyacente (soft power).
En tanto los objetivos del milenio y los augurios de un “mundo feliz” suelen encantar en los auditorios, al salir de allí el camino es aún bastante desértico: hasta 2018, los únicos países de Latam que cumplían el acuerdo de París sobre gases de efecto invernadero, por ejemplo, eran Perú y Costa Rica, según un estudio inglés sobre cambio climático y medio ambiente (1).
La confirmación de que la Amazonia ha dejado de absorber gas carbónico para pasar a ser un emisor (2) y la gran sequía de 2021 -la peor de los últimos 91 años- son dos señales climáticas de que ciertos riesgos que se creía ya estaban superados, como el de un apagón en Brasil, vuelven a estar en el radar.
Beijing ya anunció que no financiará más usinas de carbón en el tendido de sus “Nuevas Rutas de la Seda”, proyecto que conquistó, en febrero, a su más reciente aliado en la región, Argentina, por las perspectivas de financiamiento que Alberto Fernández ha visto en su reunión con Xi Jinping para la debilitada economía sudamericana, afectada también por una crisis energética y social de alto riesgo.
“Dado el apretado calendario electoral que se avecina, los disturbios sociales (previos a la llegada de la pandemia) siguen representando un grave riesgo y es necesario abordar el tema de la desigualdad”, observa el director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, lan Goldfajn, en un análisis del organismo al que se incorporó en enero de 2022 tras presidir el Banco Central de Brasil hasta 2019 y asesorar al más importante banco privado del mismo país.
Destacando el pilar social de la sostenibilidad, Goldfajn ahora desde un mirante más abarcativo llega a un diagnóstico que coloca a los países de Latam en un mismo plano de igualdad ante retos simultáneos: “asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas, incrementar el crecimiento potencial y hacerlo de una manera que promueva la cohesión social y corrija las inequidades sociales”.
El informe Tendencias de Sostenibilidad de la consultora Ansari, especializada en RSC e innovación social, aborda en su edición 2022, además de temas ambientales, tópicos de gestión como gobernanza, transparencia, reporting, inversión sostenible, marco organizacional para la economía circular, producción y consumo, entre otros. Con ello, aporta la perspectiva y desafíos del ambiente corporativo en este proceso de transformación.
“Retos tan importantes como el cambio climático o la lucha contra la desigualdad, suponen una tarea titánica que nos afecta a todos como sociedad y que debemos abordar a un ritmo sin precedentes”, ha dicho, por su parte, Carlos Torres Vila, presidente de BBVA, el “banco más sostenible del mundo”, según el Dow Jones Sustainability Index de enero 2022.
Al explicar por qué ha duplicado a 200.000 millones de euros la inversión que prevé hasta 2025 (canalizada en Latam por un entendimiento inicial de 200 millones de euros con CAF firmado en diciembre de 2021), Vila ha puntualizado: “un futuro más sostenible también representa una gran oportunidad”.
Pero en un escenario tan frecuentemente inestable como el latinoamericano, inabarcable hasta para los prismas VUCA y BANI juntos, la adopción de una agenda sostenible es particularmente permeable a los vaivenes de gobiernos, que suelen no terminar de consolidar proyectos que serán sistemáticamente destruidos por sus sucesores inmediatos.
Las regulaciones de la iniciativa privada y centralismo estatal, como se observan hoy, particularmente en Argentina, Perú, Bolivia y México, son un claro ejemplo de esta impronta inconsistente allí donde hasta no hace mucho se ensayaron proyectos de libre mercado.
En términos políticos, en este mes de marzo, Chile es el país de Latam más asociado con los “temas del milenio”, llevando la descarbonización y la creación de una empresa nacional del litio y un modelo de desarrollo sostenible como prioridades del nuevo presidente Gabriel Boric, que quiere dirigir el “primer gobierno ecologista” del país (4).
El presidente chileno se ha embarcado así en estos postulados que no son ajenos a la agenda estratégica de China. El retorno de una marea rosa a varios países (notoriamente los más golpeados por el coronavirus) y las perspectivas de triunfo de antiguos líderes izquierdistas también en Brasil y Colombia aún en 2022 refuerzan el papel chino en la escena.
Por lo demás, aunque falten sólo 8 años, 2030 parece estar más cerca de 2050 que de hoy en las mentes y prácticas de Gobiernos y de la mayoría de los actores privados en la región. Resta por verse, con todo, cuánto habrá ayudado a acortar esa distancia la aceleración que significó la pandemia para varias de las reformas que apuntan, por lo menos conceptualmente, justamente en esa dirección.