Muerte de candidato socialista redefine campaña presidencial en Brasil

La clase política en pleno acusó el impacto de la tragedia, suspendiendo su agenda proselitista y adhiriendo al luto de tres días decretado por la presidente Dilma Rousseff. La compañera de fórmula de Campos, la ambientalista Marina Silva, debe definir ahora con quién continuará la campaña en la que se postulaba a disputar la vicepresidencia. 
 
Con sus recién cumplidos 49 años de edad, Campos era el más joven aspirante a la primera magistratura brasileña en la disputa para suceder a Rousseff. Oriundo del nordeste del país, Campos ejerció diversos cargos electivos hasta convertirse en gobernador de Pernambuco, responsabilidad que dejó atrás para disputar la presidencia del país por el partido, encarnando la más firme posibilidad de las izquierdas en un país que llegó a tener 3 millones de manifestantes en las calles un año atrás contra la dirigencia política tradicional. 
 
Escena política
 
Sondeos de opinión pública lo colocaban en el tercer lugar de las preferencias públicas para la contienda del 5 de octubre, luego de la propia heredera de Lula da Silva y del representante del Partido de la Social Democracia (PSDB), Aécio Neves (centro). "Brasil entero está de luto. Perdimos a un gran brasileño, un gran compañero", dijo la mandataria, que llegó al cargo en representación del Partido de los Trabajadores -artífice del ‘milagro brasileño’ de los años 2000- junto con una coalición de partidos de centro-izquierda y derecha.
 
"Brasil pierde a uno de sus políticos más talentosos, que siempre luchó con idealismo por aquello en lo que creía", dijo Aécio Neves, su rival en la disputa por el cargo de Rousseff. "Eduardo Campos era un político con principios y valores recibidos de su familia y que mantuvo con dignidad y honor durante toda su carrera en el parlamento y el ejecutivo", dijo por su parte el vicepresidente del país, Michel Temer,  representante del partido Movimiento Democrático, de centro derecha.
 
Lucha cívica
 
El socialista pertenecía a una familia conocida en el país sudamericano por haberse opuesto activamente a la dictadura militar entre 1964 y 1985. Cuando se produjo el golpe, el 1 de abril de 1964, su abuelo, Miguel Arraes, era gobernador de Pernambuco, estado que Campos también gobernó hasta recientemente. 
 
Conminado por los militares a renunciar, Arraes resistió en el cargo para "no traicionar la voluntad" de quienes lo habían elegido y fue entonces preso por las tropas. Pasó el año siguiente en prisión, hasta obtener su liberación y exiliarse en Argelia a partir de 1965. Cuarenta años después, murió el 13 de agosto  de 2005 en un hospital a causa de un mal pulmonar. 
 
La fecha es la misma en que perdió la vida su nieto, 13 de agosto, cuya muerte se produce en el momento "en  que Brasil más necesitaba de su patriotismo, su desprendimiento, de su audacia y su competencia", dijo su partido en un comunicado. "No sólo Pernambuco y su gente perdieron a un líder; no sólo el PSB perdió a su líder: es Brasil quien perdió a un joven y prometedor estadista", afirmó el partido de Campos.
 
La muerte del político ha tocado una fibra que los brasileños han sentido vibrar ya en otras dos ocasiones de conmoción nacional: el sucidio del presidente Getúlio Vargas (1954) y el accidente fatal del piloto Ayrton Senna (1994), dos figuras a cuya galería Campos parece ahora destinado a incorporarse no sólo por las condiciones trágicas de su desaparición, sino porque los tres perecieron en un año terminado en número 4.
 
La alianza de fuerzas que formalizó la candidatura de Campos se completaba con la ambientalista Marina Silva, cofundadora del partido hoy gobernante, quien ahora debe definir junto con el PSB los próximos pasos a partir del trágica desaparición de Campos. La campaña electoral comienza oficialmente el 19 de agosto.
 

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