El tipo de la facilidad de depósito es uno de los tres tipos de interés que el Banco Central Europeo (BCE) fija cada seis semanas en el marco de su política monetaria. Este tipo define el interés que reciben las entidades por depositar dinero en el banco central a un día. Desde junio de 2014 […]
El tipo de la facilidad de depósito es uno de los tres tipos de interés que el Banco Central Europeo (BCE) fija cada seis semanas en el marco de su política monetaria. Este tipo define el interés que reciben las entidades por depositar dinero en el banco central a un día.
Desde junio de 2014 y hasta julio de 2022, este tipo era negativo y pesaba sobre la rentabilidad de los bancos. En septiembre de 2019 se introdujo el llamado "sistema de dos tramos", que exime de la remuneración negativa del tipo aplicable a la facilidad de depósito a una parte del exceso de liquidez de las entidades de crédito. El objetivo de este sistema era aliviar el impacto en la rentabilidad. Tras la subida del tipo de la facilidad de depósito al 0,75% en septiembre de 2022, se eliminó el sistema de dos tramos de remuneración del exceso de reservas.
Y, ahora que el BCE se dispone a realizar nuevas subidas de tipos en sus próximas reuniones, ¿podríamos esperar nuevos impactos positivos en la rentabilidad de los bancos europeos y repercusiones en el espacio de la deuda subordinada bancaria? Creemos que no. Es cierto que unos tipos más altos suelen traducirse en mayores ingresos netos por intereses, ya que los bancos pueden aumentar sus márgenes. Sin embargo, una mayor rentabilidad de los bancos no se traduce necesariamente en unos mayores ratios de capital de solvencia, ya que los bancos pueden verse tentados a aumentar la remuneración de los accionistas.
Los colchones de solvencia que mantienen los bancos están influenciados por los reguladores y es poco probable que evolucionen mucho en los próximos trimestres, además, deberían mantenerse elevados para evitar que surja cualquier riesgo sistémico en Europa. Cabe señalar que varios reguladores nacionales (entre los que se encuentran los organismos reguladores franceses y suecos) van a aumentar el próximo año los requisitos de capital para sus bancos locales a través del componente del "colchón anticíclico". Este colchón está destinado a proteger al sector bancario de los periodos de crecimiento excesivo del crédito agregado, pero en estos momentos está siendo utilizado por los reguladores para disuadir a los bancos de devolver mucho más capital a sus accionistas.
El aumento de los tipos es sólo una parte de la ecuación de rentabilidad/solvencia de los bancos europeos, porque operan en un sector excesivamente regulado. La sobrerregulación es una buena noticia para los tenedores de bonos, pero no tanto para los accionistas. Además, el sector bancario es muy propenso a la intromisión de los gobiernos, con varios ejemplos recientes:
Los bancos son un objetivo fácil para los políticos, y los beneficios de unos tipos más altos pueden ser fácilmente anulados por topes no recurrentes, impuestos e impedimentos regulatorios.
El aumento de los tipos solo es positivo para la rentabilidad si el resto de las métricas se mantienen constantes, lo que no es un elemento seguro en medio de tanta incertidumbre macroeconómica. La rentabilidad de los bancos depende de su capacidad para producir nuevos préstamos, del nivel de provisiones para pérdidas de préstamos necesario para proteger su balance contra una recesión y del coste de su financiación mayorista, que ha aumentado en 2022. Además, el sector bancario es y seguirá siendo cíclico y un indicador del sentimiento macroeconómico. Por tanto, el aumento de los tipos de interés es positivo a largo plazo para el sector bancario europeo, pero las métricas de rentabilidad y solvencia seguirán orientadas a las decisiones regulatorias, políticas y macroeconómicas. Por ello, no esperamos que la subida de los tipos afecte a los bonos subordinados.