Resulta cuando menos curioso hablar de extrema incertidumbre de los mercados, en un mundo económico que, sistemáticamente desde hace algo más de medio año, apenas habla de algo que no tenga que ver con el Covid 19 o con los EE.UU. Pero la realidad es tozuda y todo parece indicar que van a seguir siendo […]
Resulta cuando menos curioso hablar de extrema incertidumbre de los mercados, en un mundo económico que, sistemáticamente desde hace algo más de medio año, apenas habla de algo que no tenga que ver con el Covid 19 o con los EE.UU. Pero la realidad es tozuda y todo parece indicar que van a seguir siendo protagonistas absolutos del ámbito financiero durante algún tiempo más.
En el caso del Covid, la actualidad no es precisamente positiva: la segunda ola parece cebarse con una Europa en la que la mayoría de países está tomando de nuevo medidas de restricción o confinamiento. Esto no da precisamente buenas sensaciones, de cara a la recuperación macroeconómica, especialmente por la parte del consumo. Por si fuera poco, Johnson and Johnson ha anunciado que interrumpe los ensayos en su vacuna, ya en una fase avanzada de desarrollo, por enfermedad de uno de los voluntarios que la prueban. Algo que entra dentro de lo normal en todo proceso farmacológico, pero que pone un punto de pesimismo añadido a poder salir pronto de la situación generada por la pandemia. No cabe duda que no veremos normalidad económica ni financiera hasta que la situación sanitaria no mejore definitivamente. Y no parece que vaya a ser éste un asunto inmediato.
El otro polo de atención, EE.UU., es protagonista por múltiples razones. Ante todo y por encima de todo, tenemos en apenas tres semanas las elecciones presidenciales: espadas en todo lo alto con un Biden ligeramente destacado en las encuestas y un Trump que, recién recuperado del Covid (la actualidad parece un bucle), se ha lanzado a disputar la presidencia con los máximos del S&P500 como principal argumento. En este contexto, cada vez parece más improbable un acuerdo entre demócratas y republicanos para un nuevo plan de estímulos, algo que incluso desde la FED se viene pidiendo con insistencia (sin duda Powell piensa que alguien más debe hacer algo, aparte de la Reserva Federal). Además, en esta semana comienza la campaña de presentación de resultados empresariales del tercer trimestre, con parte de la principal banca (JP Morgan, Citi y Blackrock) publicando los primeros. Muchísima atención a todos estos temas. A diferencia del coronavirus, tanto los resultados y guías que se publiquen como el ganador de las elecciones, lo sabremos en menos de un mes (esperemos que no haya una repetición del recuento Bush Jr.-Gore de hace veinte años). A partir de ahí, veremos cómo evoluciona tanto el plan de estímulos como, a más largo plazo, el conjunto de la relaciones comerciales, especialmente con China.
Probablemente porque el coronavirus es un tema que casi eclipsa lo demás, está pasando inadvertido el enésimo desencuentro entre el Reino Unido (casi un oxímoron, a día de hoy) y la Unión Europea (algo parecido). Comienza a ser casi recurrente, a nivel global, que las dificultades del camino son magnificadas en algunos niveles políticos. Afortunadamente, la propia inercia es un factor muy importante de estabilización…aunque convendría algo más de serenidad en todos los planos, y especialmente en el que debe tomar las decisiones. Esto es aplicable al Brexit, a Europa, a España y EE.UU. por igual.
Así con todo, cerramos una semana con un auténtico rally de deuda, singularmente en Italia, que no ha sido óbice para que la renta variable también lo haya hecho bien, especialmente en Norteamérica. Tal vez algunos mercados están ya mirando más allá de la niebla actual. En todo caso, prudencia. Nada más ciclotímico que un inversor.