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Covid-19 y medioambiente: ¿un rayo de luz?

El impacto más agudo de la pandemia del Covid-19 que han sufrido las personas se ha producido en la salud y en la seguridad financiera. Sin embargo, el brote también ha puesto de relieve el coste que tiene para nuestro medio ambiente las actividades habituales del ser humano, y en particular en lo que tiene […]

15 jul 2020

El impacto más agudo de la pandemia del Covid-19 que han sufrido las personas se ha producido en la salud y en la seguridad financiera. Sin embargo, el brote también ha puesto de relieve el coste que tiene para nuestro medio ambiente las actividades habituales del ser humano, y en particular en lo que tiene que ver con el cambio climático y la contaminación atmosférica.

Si bien a corto plazo la recesión actual está reduciendo a un ritmo significativo las emisiones de gases de efecto invernadero, inevitablemente se producirá un repunte cuando la pandemia disminuya y las economías empiecen a recuperarse. Mientras tanto han resurgido otros riesgos ambientales.

Sin embargo, la nube del Covid-19 parece dejar un resquicio de esperanza ambiental. Aprovechando los bajos tipos de interés y la rápida disminución que se está produciendo en el coste de las tecnologías renovables, hay una oportunidad de dar un enfoque verde a la recuperación. Los inversores que se centran en cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) tienen un papel fundamental en la asignación de capital para asegurar que se acelere la transición a una economía con bajas emisiones de carbono y más sostenible.

Cielos despejados, ¿pero, por cuánto tiempo?

Con gran parte de la economía mundial bloqueada, la mejora de la calidad del aire ha sido una de las pocas manifestaciones positivas de la crisis de Covid-19. Goldman Sachs estima que las emisiones de CO2 relacionadas con la energía en el mundo probablemente disminuirán al menos un 5,4% (1,8 GtCO2) en 2020 en términos absolutos. En un orden de magnitud, esta sería la mayor disminución registrada jamás.

Desafortunadamente, es probable que al menos parte de esta reducción de las emisiones sea temporal. A medida que las economías reanuden su crecimiento, las emisiones aumentarán rápidamente durante al menos un par de años. La pregunta clave es si este pico marcará un regreso a "lo de siempre" o dará paso a esfuerzos más concertados para romper el vínculo entre el crecimiento y las emisiones.

Una oportunidad para una recuperación respetuosa con el clima

La buena noticia es que la recesión representa una enorme oportunidad para acelerar el cambio de políticas. Existen toda una serie indicios que sugieren que el estímulo fiscal dirigido a proyectos de energía limpia tendrá mayores multiplicadores económicos y de empleo que otras acciones de gasto. Lo más importante es que ya hay señales de que los gobiernos de los países europeos y algunos países asiáticos están aprovechando la iniciativa para fortalecer sus objetivos y políticas en materia de clima.

Es probable que las medidas adoptadas oficialmente se vean reforzadas por cambios de comportamiento a largo plazo. Las empresas pueden renunciar a algunos viajes internacionales a medida que las videollamadas se convierten en formas más viables de comunicación. Y unos patrones de trabajo más ágiles también podrían reducir las emisiones del transporte al disminuir los viajes de ida y vuelta diarios a las oficinas.

No hay lugar para la complacencia

Sin embargo, no se puede dar por sentado que se siga avanzando. En Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno federal está tomando medidas para debilitar las normas de autoemisión e incluso está despojando a California de su capacidad de apartarse de las normas nacionales.

Además, las empresas de energía centradas en los combustibles fósiles se han beneficiado más que las empresas de energía renovable del apoyo de los préstamos relacionados con la crisis. Incluso en Europa, la mayor asociación de aerolíneas está pidiendo a las autoridades que renuncien o al menos retrasen la nueva legislación que limitaría las emisiones futuras. Y como los precios del petróleo han caído a sus niveles más bajos en casi dos décadas, el renacimiento del transporte en automóviles y la compra de vehículos de altas emisiones es un peligro muy real.

Esfuerzos internacionales en peligro

En términos más generales, existe el riesgo de que algunos gobiernos pospongan la ampliación de sus objetivos y políticas, ya que dan prioridad al crecimiento a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo. Con ese fin, la cumbre climática COP-26 que oficialmente iba a celebrarse en Glasgow a finales de este año ya ha sido aplazada hasta el 2021. La cumbre del año próximo será una prueba decisiva de las ambiciones de los gobiernos, incluida la de una transición justa que proteja a las comunidades vulnerables, en particular en los países en desarrollo.

Reaparición de otros riesgos ambientales

Después de los progresos obtenidos en los dos últimos años, la contaminación relacionada con el uso de plásticos ha aumentado durante la crisis; algo que se ha producido como resultado de la necesidad de reintroducir los plásticos desechables de un solo uso.

Este aumento en el uso de los plásticos podría prolongarse durante algún tiempo y tiene dos implicaciones negativas importantes. La primera y más evidente, creará más contaminación de plástico. Pero segundo, podría retrasar el amplio movimiento hacia la economía circular.

Esta crisis también ha puesto de manifiesto la escasez de sistemas que faciliten la transición a estilos de vida sin residuos. El imperativo de los inversores es utilizar la crisis para exponer los impedimentos estructurales para reducir el uso de los plásticos y promover soluciones más innovadoras. Los inversores deben utilizar su voz con sus empresas, en particular en los sectores expuestos, como el sector minorista, para fomentar modelos de funcionamiento más novedosos que aborden estos desafíos estructurales.

Algunos impactos positivos en el medio ambiente

En general, el aumento de la incidencia de los modelos de trabajo a distancia debería reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, algunas consecuencias de un trabajo más ágil afectarán negativamente al medio ambiente.

De esta manera, aumentará aún más el uso de Internet, lo que a su vez requerirá un mayor impulso de los centros de datos. Las estimaciones sugieren que el tráfico de Internet ya ha aumentado en un 70% este año, con un incremento del 12% en el flujo de datos. Y mientras que los centros de datos representan sólo el 2% del consumo mundial de electricidad en la actualidad, ese porcentaje podría aumentar hasta el 8% en 2030.

El efecto final sobre el medio ambiente depende naturalmente de la fuente de energía necesaria para alimentar dichos centros. Hoy en día, la mayoría proviene de los combustibles fósiles. En China, por ejemplo, el 73% de la energía de los centros de datos proviene del carbón. Mientras tanto, sólo el 4% de los centros de datos de Google se alimentan de energía renovable, a pesar de la promesa de la empresa de pasar a un 100% de energía limpia.

A nivel corporativo, algunos de los mayores promotores del cambio hacia un mayor trabajo y consumo online no están ayudando a la situación. Amazon, Facebook y Microsoft han recibido críticas por ampliar sus centros de datos sin asegurar un suministro adicional de energía limpia. Por lo tanto, los inversores en estas empresas de tecnología tendrán que fomentar un cambio más rápido hacia fuentes de energía más limpias, a fin de evitar efectos ambientales adversos.

¿Cómo está respondiendo el sector privado a la crisis?

Muchas industrias se han visto muy afectadas por las restricciones gubernamentales impuestas para luchar contra la pandemia del Covid-19 y por la destrucción de la demanda resultante. Los sectores de aviación, el comercio minorista, la hostelería, el petróleo y el gas se han visto especialmente afectados.

El sector de la aviación es, en muchos sentidos, el epicentro de la crisis. A corto plazo, el volumen de viajes se ha desplomado, además será uno de los últimos sectores en beneficiarse de una flexibilización de las restricciones, e incluso entonces se aplicarán algunas medidas de distanciamiento social que pesarán sobre la demanda.

La industria del gas y petróleo también está bajo una presión intensa debido a la forma en que el colapso de la demanda se ha combinado con el exceso de oferta. Las compañías están recortando sus planes inversión en capital para aliviar la presión sobre los márgenes, pero todavía habrá un aumento de los impagos en los próximos meses, en particular entre las compañías más apalancadas. Es comprensible que las empresas soliciten el apoyo del gobierno y una flexibilización de las normas para superar los tiempos difíciles. Easyjet ya ha recibido un préstamo de 600 millones de libras. La Asociación Europea de Líneas Aéreas ha pedido ser eximida de las nuevas normas de emisiones. Y la Asociación Canadiense de Productores de Petróleo ha solicitado la suspensión de más de 30 regulaciones ambientales.

En nuestra opinión, estos enfoques son extremadamente miopes. Buscan aliviar el dolor a corto plazo mientras alimentan una catástrofe climática a largo plazo. Aunque puede ser necesario algún apoyo financiero, los términos y condiciones deben incluir objetivos estrictos de reducción de emisiones.

La presión se mantiene (todavía)

Desde una perspectiva más amplia, la crisis del Covid-19 permite vislumbrar lo que puede suceder cuando un riesgo que amenazaba durante mucho tiempo se materializa, aunque los países no estén preparados para hacerle frente. No podemos permitir que ocurra lo mismo con el cambio climático.

Se da el caso de que los gobiernos y las empresas no están alcanzando los objetivos necesarios para limitar el calentamiento a menos de 2˚C por encima de los niveles preindustriales. Pero afortunadamente, todavía hay tiempo para tomar medidas más agresivas. Por tanto, en general, esperamos que se mantengan los objetivos corporativos de reducción de emisiones a largo plazo y que, de hecho, se vuelvan más ambiciosos.

Para los inversores centrados en los criterios ESG, el desafío consiste en colaborar con las empresas y con los responsables de la formulación de políticas para garantizar que la recuperación fortalezca, en lugar de debilitar, el esfuerzo por alcanzar los objetivos relacionados con el clima.

Como inversores institucionales con un fuerte enfoque en cuestiones de ESG, tenemos un papel crucial que desempeñar para influir en los gobiernos, las empresas y el público para que tomen el camino adecuado: mantener un enfoque a largo plazo y asegurar que los objetivos de cambio climático no se sacrifiquen cuando se planifique el crecimiento futuro.

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