Tras los pésimos resultados del primer semestre, impulsados en gran medida por la reducción de existencias, los primeros indicios para el tercer trimestre apuntan a un repunte sustancial de la actividad impulsado por el consumo. No obstante, el lastre de la política monetaria persistirá y se intensificará en el cuarto trimestre, lo que provocará una nueva desaceleración de la demanda. Por lo tanto, esperamos que el PIB crezca sólo un 1,7% este año. La restricción monetaria y la ausencia de nuevas ayudas fiscales limitarán el crecimiento a sólo el 0,7% en 2023 y esperamos que en 2024 se mantenga por debajo de la tasa potencial del 1,8%. La subida de los tipos de interés y las perspectivas de un mayor endurecimiento aumentan el temor a una recesión.
Creemos que hay una probabilidad ligeramente superior al 50% de que se produzca en el primer semestre de 2023, pero la ausencia de desequilibrios en la economía debería garantizar que no dure mucho tiempo. A más corto plazo, la economía se verá respaldada por un fuerte consumo: el crecimiento del empleo se ha moderado a un ritmo todavía sostenido y la caída de los precios del petróleo está impulsando la confianza. La lenta eliminación de los cuellos de botella de la oferta contribuirá a reducir la inflación, que, sin embargo, terminará el año en torno al 4,5%, ya que los precios de la vivienda seguirán subiendo rápidamente.
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