El plástico representa una importante amenaza medioambiental, ya que contamina los océanos y los sistemas naturales, contribuyendo a un aumento de las emisiones de CO2. La forma en que utilizamos y consumimos el plástico actualmente es insostenible, por lo que urge encontrar soluciones e identificar las tecnologías y los ganadores a largo plazo que pueden ayudar a salvar nuestro planeta.

Desde la invención del primer polímero sintético en 1869, los plásticos se han convertido en una parte indispensable de nuestras vidas. Hoy en día, el plástico se utiliza en prácticamente todos los sectores, pero los envases suponen el uso más importante: en 2018, el 45% (174 millones de toneladas) de todo el plástico producido en el mundo se destinó a envases .

Los plásticos son el material ideal para los envases ya que tienen un bajo coste y son versátiles, duraderos y ligeros. Además, el plástico contribuye a reducir el desperdicio alimentario al mantener los alimentos frescos durante más tiempo y su bajo peso permite rebajar el consumo de combustible y emisiones durante el transporte. Gracias a estas ventajas, los volúmenes de envases de plástico crecen a un ritmo del 4% anual, por lo que la demanda mundial podría alcanzar los 281 millones de toneladas en 2030. 

Un modelo insostenible

A pesar de sus beneficios, la forma en que utilizamos los envases de plástico es insostenible y genera muchos residuos. Extraemos petróleo y gas para fabricar envases, que con frecuencia solo se utilizan una vez, y después los desechamos. Esto contrasta claramente con un modelo circular (reducción-reutilización-reciclaje) dirigido a eliminar los residuos, facilitar el uso continuo de los recursos y contribuir a la descarbonización. 

Sin embargo, la eliminación de envases de plástico también plantea importantes problemas medioambientales. Ahora mismo solo se recicla el 24% de todos los envases del mundo. De los residuos restantes, únicamente el 70% se recoge para su tratamiento, pero dos tercios de esta cantidad acaban en el vertedero. El restante 30% de residuos que “se pierde” degrada los sistemas naturales, como bosques y océanos. Si no se toman medidas, se prevé que en 2050 habrá más plástico en el océano que peces.

Cada vez más concienciados

La concienciación pública sobre el problema del plástico ha aumentado considerablemente en los últimos cinco años. En 2019, el 42% de los consumidores británicos y estadounidenses afirmaba que los productos que utilizan materiales sostenibles son importantes en sus compras diarias.

Los gobiernos mundiales están respondiendo a las quejas de la sociedad ante los residuos plásticos. Aunque Europa es la región más avanzada en materia de sostenibilidad, en todo el mundo están poniéndose en marcha ambiciosos objetivos de reciclaje, se aplicarán impuestos elevados a los envases no reciclables y se está fomentado el uso de envases reciclados.

Las empresas también están respondiendo a la presión pública y el refuerzo de la normativa. Además de reciclar, muchas empresas –desde pequeñas marcas emergentes que venden, por ejemplo, dentífrico en formatos rellenables o champús sólidos hasta empresas líderes en productos de gran consumo– han realizado enormes esfuerzos para reducir los volúmenes de envases de plástico que utilizan.

Sumando estas tres fuerzas de demanda (consumidores, reguladores y empresas), se estima que las soluciones circulares de envasado crecerán a una TCAC del 24% entre 2019 y 2050, pasando de 8 millones a 84 millones de toneladas .

La tecnología como aliada

Como sociedad, necesitamos reducir los volúmenes de envases de plástico que utilizamos e invertir en nuevas tecnologías que faciliten el paso a un modelo circular con altas tasas de reciclaje y unas pérdidas mínimas. Sin embargo, no toda la demanda de envases de plástico podrá atenderse con envases reciclados posconsumo debido a los problemas de oferta.

El reciclaje mecánico (el plástico se transforma de nuevo en pellets de resina, pero la estructura química no cambia) solo permite procesar determinados tipos de residuos y degrada los plásticos, reduciendo la calidad del material. Además, el proceso es muy ineficiente. Por otra parte, el reciclaje químico (los polímeros del plástico se descomponen en elementos que pueden reconstruirse) es un proceso de reciclaje teóricamente infinito y de circuito cerrado. Sin embargo, este método está en pañales y los volúmenes de residuos plásticos que puede procesarse actualmente son bastante limitados.

Estas deficiencias limitan la oferta de envases reciclados posconsumo, por lo que se necesitarán bioplásticos para cubrir el déficit de oferta, lo que crea oportunidades de inversión muy interesantes. Por ponerlo en contexto: para atender el fuerte incremento de la demanda se prevé que en 2030 el mercado de envases reciclados posconsumo crecerá a una TCAC del 23% (multiplicándose por 9), mientras que el mercado de envases de bioplásticos crecerá aún más rápido, a una TCAC del 33% (multiplicándose por 21). Ante esta enorme oportunidad de inversión, es importante que los inversores sean capaces de identificar las tecnologías escalables y de coste más bajo, así como las empresas ganadoras que liderarán la evolución del mercado de las soluciones al problema de los plásticos.