Las cadenas de suministro están, cada vez más, bajo el foco de los legisladores en materia ambiental, social y de gobernanza. Y con razón, pues representan una gran parte del impacto de una empresa en el ESG. De media, las cadenas de suministro suponen alrededor del 41% del impacto de las compañías. No obstante, la […]
Las cadenas de suministro están, cada vez más, bajo el foco de los legisladores en materia ambiental, social y de gobernanza. Y con razón, pues representan una gran parte del impacto de una empresa en el ESG.
De media, las cadenas de suministro suponen alrededor del 41% del impacto de las compañías. No obstante, la proporción aumenta al 59% en el caso del impacto ambiental adverso de una empresa, según el estudio que hemos realizado desde Scope, en el que se han analizado 1.600 empresas del índice MSCI World.
La presión popular, la preocupación entre los legisladores y reguladores, y la demanda de los inversores crean un círculo virtuoso para que las cadenas de suministro se pongan al frente y en el centro de cualquier evaluación de la sostenibilidad de las empresas.
Un ejemplo de ello es Alemania, donde el Gobierno está considerando un proyecto de ley que comprometa a las empresas de tamaño mediano y grande a supervisar e informar regularmente sobre los impactos ESG de sus cadenas de suministro.
Es la última señal de la creciente preocupación en Europa por los impactos ambientales y sociales de las empresas, más allá de sus propias actividades. La Ley sobre el deber de vigilancia de Francia (2017) y la Ley de diligencia debida en materia de trabajo infantil de los Países Bajos (2019) fueron las primeras piezas legislativas europeas que obligaron a las empresas a considerar e informar sobre las normas ecológicas y/o sociales en los proveedores.
Sin embargo, el impacto de cualquier nueva legislación sobre la cadena de suministro en las empresas será desigual por dos razones principales.
Diferencias por sectores
Los impactos en materia ESG en la cadena de suministro varían enormemente entre sectores. Las cadenas de suministro en el sector alimentario representan el 88% de los impactos ESG, en comparación con la escasa repercusión en los servicios y la minería. Además, cuanto más compleja es la cadena de suministro, más difícil es para el productor final rastrear los impactos de los gases de efecto invernadero a través de los proveedores de materias primas.
Para tomar, en el caso de las empresas alemanas del índice MSCI, los impactos de la cadena de suministro en materia ESG son muy relevantes para las empresas de ingeniería y automoción como GEA Group y Volkswagen, pero mucho menos para una empresa de servicios como SAP.
Lo que está en juego para todas las empresas es importante por dos razones. En primer lugar, el proyecto de ley alemán propone multas por incumplimiento. En segundo lugar, la demanda de los inversores de oportunidades de inversión verdaderamente sostenibles (los activos gestionados en fondos que siguen criterios ESG superan actualmente el billón de dólares en EE.UU.) ayudará a las empresas que demuestren tener cadenas de suministro sostenibles y de bajo impacto a atraer nuevos capitales.
La forma en que la nueva legislación sobre ESG afectará a las empresas variará considerablemente, incluso si tenemos en cuenta únicamente la llamada cadena de suministro ‘ascendente’ (la forma en que una empresa fabrica sus productos y servicios) que es el centro de nuestro análisis.
Algunas empresas obtienen poco valor añadido de los proveedores, lo que garantiza que el impacto ESG sea bajo. Otras dependen en gran medida de los productos fabricados por proveedores externos. Incluso una empresa que requiere un número limitado de insumos de proveedores externos puede depender de un producto intermedio cargado de riesgos ESG. La complejidad de la cadena de suministro también es relevante. Cuantos más pasos conlleva una cadena de suministro, más difícil le resulta al productor final rastrear el impacto de la materia prima.