Los mercados financieros, aunque a menudo son criticados por su cortoplacismo, tienen una gran capacidad para reconocer una situación y mirar hacia el futuro. Dado que la crisis ya se ha producido, las reflexiones deben dirigirse ahora a la salida y a los posibles planes de recuperación. Ésta debe ser ecológica ya que las necesidades […]
Los mercados financieros, aunque a menudo son criticados por su cortoplacismo, tienen una gran capacidad para reconocer una situación y mirar hacia el futuro. Dado que la crisis ya se ha producido, las reflexiones deben dirigirse ahora a la salida y a los posibles planes de recuperación. Ésta debe ser ecológica ya que las necesidades del clima y el equilibrio medioambiental están en consonancia con las expectativas de la ciudadanía. Además, ofrece la oportunidad de definir una nueva política industrial y mejorar la capacidad de recuperación de nuestras economías.
CLIMA Y CAMBIO
El riesgo de que surjan enfermedades se acentúa, no sólo como resultado de la pérdida de los hábitats naturales por parte de los animales salvajes, sino también por la forma como son reemplazados y por el crecimiento de la ganadería industrial.
Aunque la mutación de los microbios animales en patógenos humanos se está acelerando, no es algo nuevo. Su aparición se remonta a la revolución neolítica, cuando los humanos comenzaron a aumentar la superficie de tierra utilizada para el cultivo y la domesticación de animales.
El vínculo entre la crisis actual y la crisis ambiental no es sólo causal sino también psicológica. Ambas entran en la categoría del “Rinoceronte Gris”, una amenaza muy probable y de alto impacto, aunque descuidada. En ambos casos, el problema no son las cifras absolutas (ya sean las emisiones de gases de efecto invernadero o las infecciones), sino más bien el ritmo del cambio. Ya es bastante malo que las temperaturas medias mundiales hayan aumentado 1°C en comparación con los niveles preindustriales, pero un calentamiento de 2°, 3° o más tendría consecuencias mucho más desastrosas.
El impacto de la desaceleración de la actividad económica es tal que se espera que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se reduzcan en casi un 8% en 2020. Una caída de este orden sería un récord. Además, las emisiones de GEI sólo han disminuido cinco veces desde 1975 y a niveles más limitados, alrededor del 1%.
La disminución prevista de las emisiones de GEI debe considerarse en el contexto del limitado margen de maniobra de que disponemos para cumplir el Acuerdo de París, así como del riesgo de una fuerte recuperación vinculada a los planes de estímulo. El paralelismo con la crisis de 2008 es esclarecedor: tras una caída del 1%, las emisiones de GEI aumentaron un 6%. Si a esto se añade la caída del precio del petróleo y al riesgo presupuestario que pesa sobre los gobiernos, la crisis actual podría conducir a que los planes de descarbonización se aplacen indefinidamente.
Sin embargo, el paralelismo con 2008 se detiene ahí, porque hay tres factores principales que podrían cambiar la cara de esta recuperación:
– La ciudadanía tiene una conciencia ecológica mucho mayor. Una encuesta reciente publicada por Ipsos mostró incluso que el 71% de los encuestados de todo el mundo considera que el cambio climático es una crisis tan grave como la crisis del Covid-19. El porcentaje fue del 87% en China y del 59% en los Estados Unidos.
– Esta crisis ha puesto los conceptos de resiliencia, independencia y descentralización de nuevo en el foco de los debates.
– El abanico de sectores y tecnologías “verdes” es mucho más amplio que en 2008, muchos de ellos ya no necesitan subvenciones para ser competitivos y crear empleos locales no deslocalizados.
LOS SECTORES CON ÉXITO SERÁN AQUELLOS QUE GENEREN EMPLEO LOCAL
Fuente: Edmond de Rothschild Asset Management (France). Data at 30/04/2020.
En las dos últimas décadas, la creación de empleo en Europa ha sido cinco veces más rápida en los sectores relacionados con el medio ambiente que en el resto de la economía. Los empleos creados son a menudo tanto para el sector manufacturero como para el de la ingeniería, y son locales, y de largo plazo.
El 40% de las emisiones de GEI son causadas por la construcción y el uso de edificios (1). Los edificios más eficientes de Europa consumen hoy en día cinco veces menos energía que un edificio promedio.
La energía renovable puede ahora competir, sin subvenciones, con el carbón y el gas en la mayoría de los países. En particular, el sector solar se beneficia de las economías de escala y las innovaciones tecnológicas y sus costos seguirán disminuyendo. Así, en Estados Unidos, la energía renovable representa el 55%(2) de las nuevas adiciones de generación de energía, a pesar del bajo coste del gas y el apoyo mostrado al carbón.
Sin embargo, la competitividad de estas energías ya no debe ser el único criterio. La independencia industrial comienza con la independencia energética. Europa ha promovido con éxito campeones en energía eólica, y no es demasiado tarde para tener una industria europea de módulos fotovoltaicos o baterías. Para ello se requiere voluntad política, por ejemplo, poniendo mayor énfasis en la huella de carbono y en los beneficios económicos en las licitaciones.
HACIA EL GREEN DEAL EUROPEO PARA GUIAR LA RECUPERACIÓN
El “Green Deal Europeo” establece una hoja de ruta y proporciona una visibilidad a largo plazo sobre la demanda. También da crédito a los objetivos de descarbonización a largo plazo, incluyendo el objetivo de ser neutro en carbono para 2050. En el caso de las empresas que están expuestas, esto debe tomar la forma de mayores expectativas de crecimiento y múltiplos en línea con la visibilidad y la estabilidad de estos resultados.
En el caso de las energías renovables, el mercado sólo está valorando parcialmente la aceleración necesaria para cumplir los objetivos de París. La Agencia Internacional de la Energía prevé que las nuevas adiciones anuales de energía solar y eólica aumenten de 200 GW en 2019 a 350 GW en el próximo decenio y a 500 GW a partir de entonces.
Tal transformación de la oferta energética también requerirá que se invierta en su red de apoyo. La producción de energía eólica marina en el norte de Alemania tendrá que vincularse a la producción solar en el sur de Italia y a las agrupaciones de consumo en el centro de Europa.
Sectores menos maduros como los biocombustibles y el hidrógeno. Estos sectores podrían verse apoyados por políticas públicas, pero el recuerdo del apoyo prestado al sector solar europeo en 2008 nos recuerda la necesidad de que los sectores sean económicamente competitivos sin subvenciones públicas. Siempre habrá que distinguir entre las esperanzas, los efectos de anuncio y la competitividad económica real.