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Ahorro

Medidas urgentes para fomentar el ahorro privado y la inversión

Ha comenzado un año más y ya queda un año menos para que todos los trabajadores en activo lleguen a su edad de jubilación. Para quienes aún no han cumplido los 50, el horizonte de ese momento resulta difuso, pues si la esperanza de vida sigue aumentando y el número de cotizantes no da un […]

14 feb 2020

Ha comenzado un año más y ya queda un año menos para que todos los trabajadores en activo lleguen a su edad de jubilación. Para quienes aún no han cumplido los 50, el horizonte de ese momento resulta difuso, pues si la esperanza de vida sigue aumentando y el número de cotizantes no da un salto exponencial -algo que, a la vista de la coyuntura actual, lamentablemente no se espera que ocurra-, cabe esperar que nos toque alargar nuestra vida laboral cada vez más por imperativo legal. 

Ahora pongámonos en la situación del trabajador que hoy tiene 40 años. Llega a 2050 con 70, confiamos en que para entonces ya esté disfrutando de un merecido retiro tras, digamos, 40 años cotizados. Pero, ¿qué le ha quedado de pensión para vivir dignamente y disfrutar todo lo posible esos años que le quedan? ¿Han merecido la pena tantos años de trabajo? 

Lamentablemente, la respuesta podría no ser satisfactoria. No descubrimos nada si decimos que el sistema actual de pensiones hace aguas, y que el nuevo Gobierno tiene ante sí la patata caliente de tratar de buscar soluciones a una situación que requiere la adopción de medidas urgentes. 

Dicen algunos que, aunque el Fondo de Reserva de la Seguridad Social (creado en el año 2000 para dar estabilidad al sistema) llegará a desaparecer este año -algo más que probable si continuamos tirando de él para abonar las pagas extra de funcionarios y pensionistas-, esto no afectará a que en el futuro desaparezcan las pensiones; que se seguirán sufragando con las cotizaciones de los afiliados a la Seguridad Social y con ayuda de las aportaciones de los Presupuestos Generales del Estado. 

Pero nadie nos dice qué porcentaje de nuestra base de cotización nos corresponderá para entonces… Por eso, es importantísimo que, desde ya, tomemos conciencia de la necesidad de recurrir al ahorro privado para complementar nuestra pensión, si queremos que la respuesta a las preguntas anteriormente expuestas sea satisfactoria. Eso sí, si vamos a eximir al Estado de una parte de la responsabilidad que ha asumido con las generaciones actuales de pensionistas, también debería ofrecer a los actuales cotizantes algunas medidas que facilitaran y fomentaran el ahorro y la inversión. 

Transformaciones fiscales y financieras

Por eso, desde Fintup queremos hacer llegar algunas consideraciones en este sentido al equipo de Nadia Calviño, actual ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital. Transformación es, precisamente, lo que necesitamos en muchos aspectos financieros actuales. Por ejemplo, en lo que respecta a los planes de pensiones, que son uno de los productos de inversión a los que más recurren los ciudadanos para preparar su jubilación, cuando en realidad son los que ofrecen las rentabilidades más bajas. 

Con el fin de optimizar los planes de pensiones, recomendamos ampliar el límite financiero-fiscal para las aportaciones, que actualmente está fijado en 8.000 euros al año; aumentar su liquidez, que sigue siendo muy limitada; y mejorar su fiscalidad en el rescate o recuperación de las rentas obtenidas. Hoy, el 100% de los derechos consolidados (el dinero total de plan) son considerados rendimientos dinerarios en el momento del rescate, lo que penaliza al ahorrador a la hora de declararlo a Hacienda. A cambio, sugerimos que se distingan las aportaciones de las plusvalías para tributar sólo por estas últimas, o bien recuperar la norma vigente hasta 2006, según la cual el 40% de los derechos consolidados quedaba exento de tributación.

También creemos necesario mejorar las condiciones de los fondos de inversión y de otro tipo de vehículos que generen Rendimientos del Capital Mobiliario, que podrían pasar por la bajada de los impuestos que aplican a las plusvalías. Actualmente, las plusvalías generadas como capital mobiliario tributan a un tipo mínimo del 19% para los primeros 6.000€ de plusvalía; al 21% para las plusvalías entre 6.000,01€ y 50.000€; y al 23% sobre las plusvalías de 50.000,01€ en adelante. Creemos que un 10% sobre toda plusvalía generada ya es un impuesto más que suficiente.

Otras medidas para estimular la inversión pasarían por reducir algunos impuestos. En primer lugar, el Impuesto sobre Sociedades. Según Eurostat, el tipo efectivo de este impuesto en España es el más elevado de Europa, lo cual no favorece la creación de riqueza por parte de las empresas. En segundo lugar, el IRPF y los costes laborales, pues de otro modo Hacienda se quedará con hasta el 62,5% de cada euro de subida salarial que se realice a las rentas bajas. Y en tercer lugar, eliminar el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, o extender a toda España el tratamiento que este impuesto tiene en comunidades como Madrid, donde está prácticamente exento.

No estaría de más incorporar la educación financiera a los planes educativos de las nuevas generaciones desde edades escolares, con el objetivo de que estos futuros adultos sepan defenderse mejor en el contexto inversor de lo que lo hacen muchos adultos actuales, para quienes este mundo es algo desconocido que les provoca desconfianza; algo que, verdaderamente, no les anima a dar el paso activo hacia una estrategia de inversión.

Finalmente, no hay factor más motivador para que un trabajador empiece a ahorrar e invertir desde ya que proporcionarle, con total transparencia, el cálculo estimativo de su futura pensión de acuerdo con las cotizaciones del momento. Sobre todo, a partir de los 45 años. Algún gobierno de otras épocas se planteó enviar una carta a todos los cotizantes de esa edad en adelante, precisamente, para que tomaran conciencia de la necesidad de recurrir al ahorro privado para complementar la pérdida de poder adquisitivo en la jubilación. Finalmente, no se atrevieron a hacerlo. 

Considero que esto sería una medida positiva. Nada popular, seguramente, pero sin duda ejercería un efecto tractor en muchos que aún no han despertado a esta realidad. Y el tiempo juega en nuestra contra, por lo que cuanto más tardemos en despertar, menos posibilidades tendremos de jugar bien las cartas de nuestro futuro económico. Confiemos en que el nuevo Gobierno sea capaz de facilitarnos las herramientas adecuadas para poder mirar hacia nuestra jubilación con esperanza.

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