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Atrévete a ser la líder que hay en ti

El poema de Marianne Williamson que Nelson Mandela leyó en su discurso de investidura decía que nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados, sino que es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que nos atemoriza, y que disminuirte a ti mismo para que los demás no se sientan inseguros a tu lado […]

Gestión y Liderazgo

Dirigentes Digital

24 oct 2022

El poema de Marianne Williamson que Nelson Mandela leyó en su discurso de investidura decía que nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados, sino que es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que nos atemoriza, y que disminuirte a ti mismo para que los demás no se sientan inseguros a tu lado no tiene nada que ver con la iluminación. Porque en la medida en que dejamos que brille nuestra propia luz, damos a otros permiso para hacer lo mismo.

El miedo al éxito es el miedo al rechazo: las mujeres queremos ser aceptadas porque inconscientemente creemos que la aceptación es amor y los que no suponen una amenaza suelen ser más aceptados, aunque sean invisibles. Por eso algunas mujeres no quieren ser el centro de atención.

En ocasiones el éxito está mal visto y hay que esconderlo. Cuando recibimos un elogio nos cuesta responder con un sonriente "muchas gracias". Si elogian nuestro vestido respondemos: "Oh, no es nada, en realidad lo conseguí en las rebajas", rebajándonos a nosotras mismas. Parece que los elogios no van con nosotras y que lo educado sea negarlos. 

Todo el mundo merece ganar dinero y está bien que lo haga, y cuanto más claro lo tengamos antes arreglaremos las diferencias salariales. Es nuestra responsabilidad demostrar al resto de mujeres que sí se puede, llegando primero para poder mostrarles el camino.

El deseo de ser aceptadas también provoca un miedo atroz a las críticas. Triunfar es exponerse, así que no podrás evitar las críticas. No te quedará otro remedio que aprender a apreciar algunas y desechar otras. Siempre que salgas de la norma, hagas algo bien o destaques, los demás se tomarán el derecho de opinar. Nadie habla de las empresas desconocidas, pero nadie le permite un pequeño error a Coca-Cola o a McDonald’s. 

Cuando muestres tu talento los que te quieran te admirarán más y los que te odien te detestarán más. Pero cuando triunfes, a estos últimos no les quedará otro remedio que hacerlo en silencio. Solo harán ruido por el camino con el objetivo de que desistas, por eso deberás estar dispuesta a trabajar para obtener resultados que te legitimen.

Los que no estén dispuestos querrán que tú tampoco lo estés, pero en el proceso te unirás a otros con tantos sueños como tú. Es una selección natural, no te quedes atrás atrapada por una falsa aceptación. 

He visto a varias mujeres reducir el ritmo para contentar a un marido que les pedía más atención. Y algunas, demasiadas en pleno siglo XXI, han accedido. Entonces, cuando las cosas se ponen feas, estos maridos ejercen un chantaje del tipo "tus ingresos no te permitirán obtener la custodia de los niños". Y ya tenemos a una mujer atada. 

Quien te quiera de verdad jamás te pedirá que renuncies a tu éxito para demostrar tu amor. Las parejas y amistades más fuertes son las que se admiran mutuamente, se apoyan y unen sus fortalezas para construir una sociedad mejor.

Por otro lado, existe un miedo especialmente delicado para nosotras: las mujeres sentimos miedo de nuestras emociones y del precio que deberemos pagar por ellas. Somos seres emocionales y, además, nuestro ciclo hormonal, que es hermoso y nos hace únicas, afecta nuestro estado de ánimo. No tienes por qué esconderlo ni negarlo. No estás en desventaja por esta razón ni eres menos que un hombre por ello.

He hablado con mujeres de mi generación y más jóvenes que tuvieron que escuchar cosas como: "Ve con cuidado, que ahora ya puedes quedarte embarazada". Cuántas veces nos hemos sentido tristes y en lugar de consolarnos nos han dicho con retintín: "¿Qué? Estás con la regla, ¿no?". Por eso cuando nos encontramos mal solemos esconderlo, nos callamos y punto. Y en ese callarnos alimentamos inseguridades y enfermamos. El síndrome premenstrual está más que demostrado actualmente, pero lo seguimos rechazando. 

Algunas mujeres me han contado que tienen miedo de tomar malas decisiones profesionales cuando les ocurre, pero cuando les pregunto si recuerdan haber tomado alguna mala decisión por culpa de la regla, la mayoría no recuerda ninguna. Por lo menos, no sienten haber cometido más errores de los que puede cometer un hombre en un ataque de ira o impulsividad. La mayoría de las mujeres reclamamos más comprensión, pero no la conseguiremos hasta que mostremos hacia nosotras el mismo cariño que esperamos de los demás. 

En la gestión de emociones he aprendido que la mejor acción en un momento de inestabilidad es la no acción. Pero también he descubierto que mis sentidos se amplifican, lo cual me permite ser más empática, reflexionar, valorar la situación, aprender de ella y tomar decisiones acertadas siempre que no lo haga de forma precipitada. 

Nuestra sensibilidad y experiencia emocional nos permiten entender mucho mejor el lenguaje corporal o el mensaje escondido en el tono de voz. Leemos entre líneas, percibimos las señales, podemos anticiparnos a los hechos y conectar emocionalmente con alguien. Y esto, señoras mías, en una ventaja competitiva maravillosa. No hay razón para esconderla.

Para ejercer un liderazgo eficaz como mujer, lidera siendo tú misma independientemente de tu género. Sé quien eres hasta las últimas consecuencias, eso es carisma. Es tu historia la que te convierte en alguien a quien merece la pena seguir. Las cualidades para alcanzar el éxito no tienen por qué ser innatas, se adquieren por el camino.

Está completamente obsoleto pensar que una mujer deba masculinizarse para que la respeten como líder. Si tienes rasgos masculinos tenlos, pero si no es así, lo único que percibirán los demás es que interpretas a un personaje, factor que aumentará tus probabilidades de sufrir el síndrome del impostor. De hecho, algunos investigadores lo han vinculado al perfeccionismo, sobre todo en mujeres. La tendencia a subestimar el éxito es significativa en quienes lo padecen. Blíndate ante este sentimiento recordando que eres un ser irrepetible, con una mezcla única de conocimientos, fortalezas y experiencias. Se trata de dominar lo que dominas, de jugar el juego con tu personaje real. Son estos personajes los que más nos atraen en las películas: los auténticos, los de verdad, los que aceptan su imperfección, pero siempre están dispuestos a luchar.

Siempre habrá razones para que alguien esconda sus inseguridades tras críticas lanzadas como puñales. Tendrás que probarte que no eres de las que se rinden por eso. Mantente firme hacia tus sueños, porque nadie vendrá a consolarte cuando te reproches haber sucumbido a los dardos envenenados de los que no querían que triunfaras. 

Lo peor que puede sucederte es que te critiquen por algo que hiciste fingiendo ser quien no eres. Si van a criticarte, que sea por tu verdad. 

Eres muchas cosas y todas ellas se interrelacionan y se potencian. La naturalidad, la frescura y la espontaneidad enamoran. Si eres genuina los demás confiarán en ti; si no, tendrán la sensación de que escondes algo y se preguntarán por qué.

Atrévete a ser todas las tú que hay en ti, te sentirás completa. La gente se identificará contigo, querrá ser como tú y se sentirá capaz de serlo. Por eso querrá lo que ofreces, ya sea un producto o un servicio.

Atrevernos a mostrar varias de nuestras facetas nos humaniza y nos acerca al mundo. No nos quita seriedad ni prestigio, al contrario. Además, poder ser todo lo que eres es bueno para la salud mental y el equilibrio emocional. Ser Napoleón y querer ser solo Napoleón puede hacerte perder el norte porque te conviertes en el personaje que interpretas.

La adicción al trabajo ya no está de moda. Las nuevas generaciones buscan una concepción holística de la vida en la que el profesional y la persona se fusionen para dar lo mejor y disfrutar plenamente de cada segundo.
 

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