Nunca he sido partidario de las quejas ni del victimismo, y creo que los que nos dedicamos por convicción a los negocios, tenemos dos opciones: aceptar las condiciones que se plantean para los pequeños empresarios en España y esforzarnos por vivir nuestra pasión obteniendo resultados incluso con esas condiciones; o bien abandonar nuestro negocio, lo […]
Dirigentes Digital
| 27 oct 2023
Nunca he sido partidario de las quejas ni del victimismo, y creo que los que nos dedicamos por convicción a los negocios, tenemos dos opciones: aceptar las condiciones que se plantean para los pequeños empresarios en España y esforzarnos por vivir nuestra pasión obteniendo resultados incluso con esas condiciones; o bien abandonar nuestro negocio, lo que implica trabajar por cuenta ajena o considerar otros países donde las condiciones quizás sean más favorables.
Medidas recientes propuestas por el Ministerio sobre la posibilidad de reducción de jornada e igualdad de salario para los autónomos con respecto a los trabajadores por cuenta ajena, lamentablemente no son nuevas en los últimos años en España. La tendencia es meter cada vez más presión dentro de todo lo que tiene que ver con el emprendimiento, los autónomos y los empresarios.
Las personas que tienen el poder de decisión y cargos importantes en el Gobierno de España parece que no terminan de ser conscientes de que los empresarios se la juegan cada día. Dedican su tiempo y arriesgan sus ahorros para crear un negocio, pero no solo en su propio beneficio, sino también para proporcionar empleo y contribuir a través de los impuestos al funcionamiento del país.
Son las PYMEs las que más riqueza y empleo generan para el país. Y en lugar de fomentarlo, cada vez hay más presión. Si las condiciones para estos emprendedores son cada vez son más complejas, van a pasar dos cosas: primero, cada vez va a haber menos ganas de emprender, por tanto, va a ser un país más pobre y con menos capacidad de prosperar; y segundo, que incluso los que emprendan van a tenerlo cada vez más difícil para poder mantener los salarios.
El empleado estará feliz por la reducción de jornada, pero no lo estará tanto cuando haya que decirle que lamentablemente no se le puede pagar, puesto que el rendimiento ha bajado y los precios no pueden subirlos porque el mercado paga lo que quiere. Esa media hora de reducción supone un 6,25 % de rendimiento neto, algo poco asumible para una empresa, sobre todo en España donde la mayoría de los autónomos y empresarios viven una situación compleja y con mucha dificultad para generar beneficios, y no podrán asumir esa pérdida de 6,25% .
Si esto me parece grave, aún me preocupa más la cultura que estamos creando en España respecto del trabajador por cuenta ajena. Una cultura cada vez más sindicalista. Cada vez está más orientada a recibir y no a dar. El trabajador cree que el empresario tiene la obligación de pagarle, cuando en realidad esto depende de que la empresa genere el volumen de ingresos suficiente para que eso se pueda producir. Si esa situación no se da, no hay horario ni nómina ni nada. Hay desempleo.
Una empresa en la que la actitud de las personas que trabajan es de hacer el mínimo esfuerzo, nunca podrá ser un negocio que pueda prosperar y crecer en el tiempo.
En esta lucha, no podemos permitirnos el victimismo. Es fundamental seguir adelante, ser el mejor incluso con la partida que nos está tocando jugar. Insisto una y otra vez en mis formaciones en que el empresario debe perseverar en sus convicciones y contar con un equipo que comparta su visión. Para ello, debemos ser minuciosos en la selección de personal, asegurándonos de que estén alineados con los valores y la pasión de la empresa. Personas que, aunque suene fuerte, estén dispuestas a seguir sin mirar el reloj, incluso después de esas siete horas y media.
Quiero alentar a todos los empresarios que, seguramente, se sienten frustrados al ver estas noticias. Deben darse cuenta de que, a pesar de las adversidades, siempre existe la oportunidad de ser creativos, de mejorar y de encontrar nichos o productos más sólidos. Desde mi humilde perspectiva como empresario, me quedo con la última parte de esta exposición. Espero que estas palabras inspiren a seguir creciendo y a defender lo que realmente deseamos.