En un entorno empresarial que avanza a pasos agigantados, las organizaciones se enfrentan a la urgencia de adaptarse a cambios imprevistos y rápidos, que pueden redibujar el paisaje de los mercados donde operan con una velocidad sin precedentes. En el horizonte se empieza a apreciar un actor que -a golpe de algoritmos- podría cambiarlo todo. […]
Dirigentes Digital
| 17 nov 2023
En un entorno empresarial que avanza a pasos agigantados, las organizaciones se enfrentan a la urgencia de adaptarse a cambios imprevistos y rápidos, que pueden redibujar el paisaje de los mercados donde operan con una velocidad sin precedentes. En el horizonte se empieza a apreciar un actor que -a golpe de algoritmos- podría cambiarlo todo. Porque como dice Mike Walsh en su libro The algorithmic leader no tienes que estar trabajando en una empresa tecnológica para que los algoritmos deban importarle. Hoy en día, toda empresa es una empresa algorítmica, lo sepa o no.
Las compañías ya asentadas, y especialmente aquellas que lideran sus mercados, no acostumbran a disrumpir sus industrias precisamente porque se juegan demasiado. Al fin y al cabo, reinventar un mercado implica admitir que podríamos hacer de manera bien distinta las cosas como veníamos haciéndolas hasta la fecha. Y eso sería como admitir que nos estamos equivocando. Algo que si para un individuo es complicado, para una organización es literalmente casi imposible. Por eso, en algún punto una nueva compañía o startup acaba siempre desplazando a las compañías que en su momento lideraron sus mercados.
Por ello, las empresas deberán aprender, cada vez más, a identificar y potenciar a aquellos individuos inconformistas que no solo aceptan la realidad actual tal como es sino que también la desafían y redefinen. Estos agentes de cambio, que acostumbran a vivir en la frontera, con Alfons Cornella, fundador de The Institute of Next, les llamamos ‘edgers’ porque son profesionales que se sienten cómodos viviendo entre el presente y el futuro, viviendo en la frontera y que los caracteriza -a su mayoría- siete atributos distintivos.
Estos edgers son, ante todo, ‘rebeldes’. Rebeldes con causa. Su rebeldía radica en una comprensión profunda y única del mercado, lo que les permite anticipar y actuar sobre señales débiles que otros no ven, convirtiendo problemas en oportunidades para construir propuestas de valor diferenciales.
Además, los edgers son ‘audaces’ al saber cómo transformar esas oportunidades en realidades. Y lo consiguen porque saben que para mover equipos, culturas y recursos necesitan desplegar una visión ambiciosa y audaz y tener la perseverancia y la capacidad para adaptarse tantas veces como sea necesario, navegando en todo momento en la incertidumbre y estando preparados a pivotar sus estrategias según proceda.
La capacidad de conectar -son ‘conectores’- es otro rasgo definitorio del edger. Estos líderes conectan lo que sucede dentro de sus compañías con lo que sucede fuera, conectan la tecnología y el negocio, y fomentan la colaboración con otro tipo de empresas para crear nuevas propuestas de valor. La complejidad del mundo de hoy exige una mentalidad cada vez más en clave de ecosistema y de colaborar con todo tipo de empresas y actores.
Los edgers son también ‘multiplicadores’, buscando siempre ampliar el potencial de sus equipos. Lejos de la antigua figura del héroe que siempre sabe o tiene todas las respuestas y soluciones, estos líderes buscan inspirar y movilizar a sus equipos a través de la autenticidad y una gestión eficaz de sus egos. Prefieren la verdad a la superficialidad y se esfuerzan por ver crecer y reconocer a sus colaboradores.
La ‘apertura tecnológica’ es crucial para los edgers. No se limitan a ver la tecnología como un conjunto de herramientas, sino como un catalizador para transformar sus negocios y mercados. Por ello, se mantienen al tanto de avances y posibles aplicaciones de esta.
Los edgers destacan por su capacidad de convertir las ideas en acción. Son super ‘resolutivos’. Definen y persiguen metas ambiciosas, pero descomponiéndolas en objetivos claros y medibles. Evitan la complacencia y promueven una cultura de urgencia, experimentación y aceptación del fracaso como parte del proceso de aprendizaje.
Finalmente, la ‘curiosidad’ insaciable caracteriza a los edgers. Su deseo de explorar más allá de su dominio les lleva a cuestionar constantemente el statu quo y a abrazar el cambio con entusiasmo y asombro. Esta curiosidad es fundamental para fomentar la innovación continua y para mantener una perspectiva fresca y enriquecedora sobre su industria y su trabajo.
En resumen, los edgers son una amalgama de rebeldía, audacia, conectividad, multiplicación, apertura tecnológica, capacidad de ejecutar y curiosidad. Son ellos quienes no solo llevan a las organizaciones al límite de su potencial, sino que también las empujan hacia nuevos horizontes de éxito y relevancia.
La pregunta para cada líder y profesional hoy es si tienen lo que se necesita para ser un edger y cómo pueden cultivar estas cualidades en sí mismos y en sus equipos. La pregunta para las organizaciones es si serán capaces de identificar y empoderar sus edgers a tiempo en un mundo rodeado de algoritmos.