Por Noelia Lázaro, directora de Marketing de Packlink
Noelia Lázaro
| 04 jun 2024
En un mundo que avanza de forma decidida hacia la sostenibilidad, el reciente aumento de precios ha planteado un desafío significativo para los consumidores y empresas por igual. El año 2022 fue testigo de una inflación que alcanzó el 10,8% en julio, poniendo en riesgo la capacidad adquisitiva de los consumidores y obligándolos a reevaluar sus prioridades. Aunque dos años después la inflación se ha moderado al 3,3% en abril, el impacto prolongado sobre el poder adquisitivo y la capacidad de ahorro de los españoles es innegable.
Este contexto económico ha tenido un efecto directo en la disposición de los consumidores a invertir en opciones sostenibles. Según el último informe de Packlink, el 35% de los encuestados considera que el coste de los gastos de envío es su principal preocupación al realizar compras online, un aumento significativo comparado con el año anterior. Esta creciente sensibilidad hacia los precios ha relegado otros factores como la rapidez y el seguimiento del pedido, a un segundo plano.
Pero, más alarmante aún, es cómo las opciones ecológicas han sufrido las consecuencias de esta crisis económica. En un entorno donde el ahorro es primordial, los consumidores están dejando de lado las opciones sostenibles que, aunque benefician al medio ambiente, tienden a ser más costosas. Solo el 5% de los encuestados prioriza los envíos sostenibles, una caída notable desde el 9% del año pasado.
Esta tendencia plantea una pregunta crucial: ¿cómo podemos equilibrar el aspecto económico con el imperativo de la sostenibilidad? Aunque la situación actual pueda parecer desalentadora, hay indicios de esperanza, particularmente entre las generaciones más jóvenes. El estudio de Packlink revela que el 40% de la Generación Z opta por la entrega fuera de casa, una opción más ecológica que la entrega a domicilio. En contraste, solo el 14% de los Baby Boomers hace esta elección.
Esta preferencia de los jóvenes por las opciones sostenibles sugiere que, a largo plazo, existe un potencial significativo para integrar prácticas más ecológicas en el comercio electrónico. No obstante, para que esto se convierta en una realidad, es imperativo que las empresas asuman un papel activo. Los ecommerce deben encontrar formas innovadoras de ofrecer alternativas de envío sostenibles sin trasladar el coste adicional a los consumidores. Esto no solo es una estrategia responsable, sino también una necesidad para la viabilidad a largo plazo del comercio electrónico.
Adoptar prácticas sostenibles no debería ser visto como un lujo, sino como una inversión en nuestro futuro. De esta forma, las empresas tienen la responsabilidad de liderar este cambio, desarrollando soluciones logísticas que minimicen el impacto ambiental y sean económicamente viables. La colaboración entre sectores, la innovación tecnológica y un compromiso firme con la sostenibilidad pueden convertir este desafío en una oportunidad.
Así, el aumento de los precios no debe eclipsar nuestro compromiso con la sostenibilidad. Al contrario, debe incentivarnos a buscar y adoptar nuevas formas de operar que sean beneficiosas tanto para el medio ambiente como para la economía. El camino hacia un futuro sostenible puede estar lleno de desafíos, pero es un viaje que debemos emprender con determinación y creatividad, asegurando así un mundo mejor para las generaciones futuras.